El 16 de septiembre, Andrés Manuel López Obrador pidió a los Estados Unidos que retire el bloqueo económico contra Cuba. Es oportuno aclarar esa constante confusión de términos que se utiliza para referirse a las sanciones económicas hacia Cuba, tales como “embargo” o “bloqueo naval”.
Es muy clara la diferencia tanto en las causas históricas como en los hechos y consecuencias mismas, pues el embargo se determinó en respuesta a la expropiación o estatización de los bienes de empresas norteamericanas realizadas por el gobierno cubano que, además de ello, aumentó los impuestos de importación (aranceles) para los productos estadounidenses. Esto fue en el año de 1960, siendo presidente Eisenhower, quien redujo parcialmente el comercio y rompió relaciones con La Habana. Por su parte, Cuba dio un giro radical al acercarse política y económicamente a la Unión Soviética, esto en plena Guerra Fría.
El bloqueo naval fue otro evento que se desencadenó cuando en octubre de 1962, el presidente John F. Kennedy fue informado de que la Unión Soviética estaba enviando a Cuba misiles nucleares, por lo que tomó la decisión de bloquear con buques de guerra la isla para impedir el arribo de dichas armas que pondrían en grave peligro la seguridad de los norteamericanos. El bloqueo duró solo unos días y es el único que se ha dado en la historia entre ambos países. Ante la reacción militar de los Estados Unidos y las negociaciones secretas que se dieron, los barcos soviéticos dieron media vuelta y retornaron a sus puertos.
Ahí acaba la historia del bloqueo. No existen actualmente buques estadounidenses que prohíban el arribo de barcos ni intercambio comercial con Cuba, de hecho existe comercio entre el gobierno cubano y España, México, Venezuela, China, Canadá, Rusia, Países Bajos, Italia, Francia, Alemania y el propio Estados Unidos, entre otros.
Regresando al embargo comercial y financiero, Kennedy fue quien estableció que dicho embargo fuera total, salvo en lo que respecta a alimentos y medicinas. Fue en los años sesentas.
En 1992, ya con la Unión Soviética desintegrada, se aprobó una ley en Estados Unidos por la cual se prohibía a subsidiarias de empresas norteamericanas asentadas en otros países que comerciaran con Cuba, con la intención de presionar a ese país socialista en el tema de los derechos humanos y valores democráticos, ley conocida como Torricelli, prohibiéndose tambien los viajes de ciudadanos estadounidenses a ese país.
En 1996 se emite otra ley que impide la cooperación internacional de otros países con la isla y que también tiene como intención lograr la libertad y solidaridad democrática en Cuba, llamada Ley Helms-Burton, en la que se fijan las condiciones requeridas para el levantamiento del embargo y que, precisamente, tienen que ver con la libertad del pueblo cubano, estableciéndose que dicho embargo puede levantarse cuando se cuente con un gobierno democráticamente electo.
En total se han expedido seis leyes y varias regulaciones que prohiben o limitan las relaciones comerciales con la isla, incluso transacciones financieras, evitando con ello que las operaciones comerciales de Cuba puedan realizarse usando el sistema financiero y bancario de Estados Unidos.
También se han emitido leyes que han disminuído la rudeza del embargo y han permitido la exportación de productos agrícolas, medicinas y alimentos como lo es la Ley de Sanciones Comerciales e Incremento del Comercio, que en conjunto con otras regulaciones han dado los márgenes para que se permitan viajes a la isla e inclusive el envió de remesas, como sucedió en el gobierno de Barack Obama.
El gobierno socialista cubano culpa constantemente de su situación económica al embargo comercial norteamericano, al que siempre nombran como “bloqueo”, y que, como ya precisé, no se trata de un bloqueo naval ni absoluto en materia comercial y financiera, considerando que Cuba tiene actualmente relaciones con varios países económicamente importantes en el mundo.
Actualmente el embargo ordenado por Washington contiene múltiples excepciones y licencias que permiten negociar a las propias empresas estadounidenses e internacionales, por lo que hoy no se puede hablar de una sanción absoluta hacia Cuba. Aunque no se crea, al día de hoy Estados Unidos es el principal exportador de alimentos y medicinas hacia Cuba.
Pienso que el embargo debe de levantarse en su totalidad, pues ha quedado demostrado que el mismo, después de 60 años, no ha logrado la presión necesaria para que el régimen cubano respete la democracia, los derechos humanos y la libertad de su pueblo.
Lo único que se ha demostrado con el embargo, no bloqueo, es que Cuba, país socialista, no puede ser autosuficiente aun con el control monopólico de todos los sectores económicos, ni ha logrado darle bienestar a su pueblo, pues es del conocimiento del mundo que los cubanos viven bajo una enorme pobreza, con hambre y racionamiento de alimentos, por ya no hablar de que, además, tienen restringidas sus libertades y que no existe el respeto a sus derechos humanos.
El presidente de Cuba y el presidente de México le están gritando al mundo ¡que el socialismo requiere del capitalismo sin restricción alguna!, es decir, libertad comercial y financiera con todos los países del orbe, incluyendo a Estados Unidos de América, con el fin de lograr tener una economía estable. Luego entonces, ¿no existe una contradicción en ese idealismo político económico de autosuficiencia que pregonan los países de izquierda?
Hay que levantar ese embargo. Así se probaría que no es la solución para Cuba y se acabaría la excusa y discurso de que los norteamericanos tienen la culpa del fracaso de la isla.
Aquí la treta de culpar a otros también es usada por López Obrador, quien ante su falta de resultados siempre se la endilga a los gobiernos pasados. Pero el suyo ya tiene tres años y no hay avances ni mejoría, es más, para su desgracia, México no sufre de embargo comercial ni bloqueo alguno que pueda usar de pretexto.
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