Por primera vez en 200 años en este país tan esencialmente machista, una mujer llega a la Presidencia. Claudia Sheinbaum contendió con otra mujer y junto con ellas llegaron muchas otras que ocuparán importantes cargos al frente de los estados, las alcaldías, en los curules y también en los puestos de trabajo que no se ven, apoyando, trabajando en oficinas y en la calle, ayudando a cuidar a sus hijos e hijas, siendo asesoras de imagen, consejeras técnicas, traductoras, titulares, secretarías y jefas de oficina.
Los próximos seis años, la foto de una mujer con la banda presidencial estará en todas las oficinas de gobierno, será una mujer quien dé el grito de independencia el 15 de septiembre y quien atienda los problemas internos y externos de este complicado y gran país.
Una mujer que se preparó, que estudió, una apasionada del conocimiento, que no se imaginó nunca ocupar la silla presidencial de México no por falta de ganas, porque desde chiquitas a todas las mujeres de este país nos han dicho que este es un mundo de hombres.
Millones de mexicanos y mexicanas votaron en las casillas electorales por una mujer, cualquiera que haya sido su candidata y a mí en lo personal que participé en sexto de primaria en un concurso de oratoria y que cambié el título del discurso que me habían solicitado de “Detrás de cada gran hombre hay una gran mujer” a “Mujeres importantes en la historia de México”. A mí que elegí como madrina de primera comunión a una mujer valiente y destacada profesionalmente. A mí que he admirado siempre a mis maestras, compañeras, amigas y a todas las mujeres que trabajan fuera y dentro de casa por un México más equitativo y justo.
No hay trabajo chico ni puesto pequeño, al llegar una mujer al grado máximo llegamos todas porque por fin un reconocimiento a nosotras como ciudadanas de primera. Hace 70 años pudimos votar por primera vez, fue una lucha que duró décadas. Se nos regresó a nuestras casas con la propuesta denegada cientos de veces y cuando se tomó en cuenta se nos advirtió que solo podrían votar las mujeres de más de 30 años, casadas, con hijos y una reputación intachable avalada por escrito por varios hombres de la comunidad y siempre y cuando lo empezáramos con el cuento de que después íbamos a querer ocupar algún cargo público porque estaba claro que eso era sólo trabajo de hombres y que a las mujeres solo nos concernía el trabajo del hogar.
Hoy por fin llegó contra todos los obstáculos una mujer, su madre, su abuela y su hija fueron parte de su éxito, también todos los hombres que vieron en ella una verdadera pasión por lo que hacía, profesores, jefes, compañeros que en vez de desanimarla y condicionarla por su género confiaron en ella y reconocieron su inteligencia aceptando que era la mejor opción para gobernar a todos los mexicanos.
Nobleza obliga, el otro sector de la población que no simpatizaba con su movimiento también apoyó a una mujer y eso es un signo de evolución de la sociedad en todos los aspectos. Fue una batalla cruenta llena de difamaciones e injurias, de penosos momentos y lamentables acusaciones, cansada y cuesta arriba en todo momento, nadie nos dijo que en la guerra seríamos tratadas con mucha más dureza que a los hombres y eso podemos preguntárselo a las dos candidatas que enfrentaron como ninguna motes, apodos, burlas y rechazos.
¿Será un gobierno fácil? No lo creo, es más, tengo la certeza que con la misma dureza que se le trató en las campañas políticas se le medirá en cada acto y en cada decisión, seguramente ya lo sabe y ya está preparada, egresó de una carrera planteada inicialmente para hombres y se ha desempeñado en el espacio más complicado y poco amable de todos, la política.
Confiar en la elección de la mayoría de los mexicanos y no denostar su inteligencia reconociendo que todos votamos en base a nuestras creencias e historias personales, no denostar llamando al proceso antidemocrático la participación de millones de personas que votamos de forma libre y consiente. Sumarnos a trabajar cada uno en lo propio aportando no sólo nuestro trabajo, también nuestra energía positiva, solidaridad y compañerismo para con el resto de nuestros coterráneos.
México hoy tiene un presidente electo (me rehusó todavía a decir presidenta por cuestiones gramaticales). Hoy me siento satisfecha, feliz, representada y siento que todas las mujeres que lucharon antes de nosotras están siendo honradas y reconocidas. Es momento, pienso, de unir esfuerzos y remar para el mismo lado, ofuscarnos y dividirnos siempre será la peor opción de todas.
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