Los que no les gusta

Estamos sobre la mitad del sexenio y no se ve que algún líder de la oposición presente un programa alternativo. ¿Dónde está la mañanera de quienes van a ofrecer otro camino?

23 de febrero, 2022

César Benedicto Callejas

Los que no les gusta el mundo en el que viven son los que hacen la historia. A Galileo no le gustó que se describiera el cosmos desde los libros y no desde la observación; inventó el telescopio, dijo lo que vio y fue censurado, pero no traicionó y sus descubrimientos fueron reivindicados. A Darwin no le gustó que creyéramos que la naturaleza estaba inmóvil, tomó un barco, fue a los lugares más recónditos de su tiempo y expuso sus ideas de la evolución; muchos hasta hoy se burlan de sus ideas, no traicionó y sus palabras cambiaron el mundo. A Lenin no le gustó la explotación de los obreros y los campesinos rusos frente a la opulencia lunática de los zares y su nobleza, aprendió el marxismo y arriesgó su vida; muchos ven en él al mismísimo demonio y, sin embargo, introdujo la justicia social en la historia, no traicionó a nadie y es ineludible en la historia. A Madero no le gustó que en México no hubiera elecciones libres ni libertades ciudadanas y todo dependiera del capricho del dictador, dijo lo que pensaba y su impulso derrocó al dictador e imprimió movimiento a la historia de nuestro país; no traicionó a nadie y lo pagó con su vida, pero chueco o derecho el México que hoy tenemos no se explica sin su presencia.

Disentir no es traicionar, pero decir sin hacer es puro espectáculo. Podría seguir con una larguísima lista de personas a las que no les gustó el mundo en que vivieron: Marie Curie, Miriam Makeba, Melina Mercouri, Virginia Woolf, Mary Shelley, Rosario Castellanos, Rigoberta Menchù… Ellas y ellos, todos disruptivos, disidentes no traicionaron y crearon, el mundo se mantiene de esta dinámica, en la vida cotidiana y más en la política el disentir, el conflictuar y el solucionar son parte de la existencia. Cada gobierno que llega al poder lo ha hecho disintiendo del anterior porque, a final de cuentas, lo que hay que hacer es mejorar, cambiar y asegurar el mejor futuro posible con los recursos que se tienen

Pero siendo sinceros, el simple disenso no basta; no vivimos ni queremos vivir en un régimen represivo; es cierto que hay presiones ilegítimas sobre los comunicadores y las cifras de asesinatos de periodistas lo demuestran, pero, por favor, ver a candidatos de la oposición tirados en el suelo pegando karatazos al aire, exhibir maquetas de casas, eso sí tan bonitas, no abona a la discusión ni da paso adelante y ver cómo un precandidato se transforma de diamante negro en príncipe naranja y luego en payaso de las bofetadas, es más de lo que un elector puede tolerar; señalar sin proponer es aumentar la cuota de circo si no se tiene pan para repartir.

Por supuesto que se tiene todo el derecho a señalar que nuestro sistema cultural está en ruinas, que la transparencia no es como el gobierno lo está interpretando, que la violencia aumenta y más en contra de las mujeres, pero ya estamos sobre la mitad del sexenio y no se ve que algún líder de la oposición presente un programa alternativo, que se haga oír, ¿dónde está la mañanera de quienes van a ofrecer otro camino?

Pan y circo decían los Emperadores y el buen pueblo del sabía que el pan era un regalo del poder y que si no se portaban bien se los retiraban y que el circo, el show con que se tapaban los errores y las derrotas de los políticos también eran cortesía de la casa y si se quería disfrutar de ellos lo mejor era quedarse quietecito. Aprendimos la lección, lo malo es que ahora todo actor político carga su bolsa de pan para repartir y su cámara para el momento estelar y esta fórmula se fatiga, no es universal ni es todopoderosa; hoy en la situación en la que vive el mundo cuentan más los resultados en la administración, la economía y la seguridad que los discursos pendencieros o esperanzadores. Uno de los gritos que de la calle pasó a las campañas electorales, curiosamente de las que fueron ganadoras, era “el pueblo se cansa de tanta … triste transa”, era verdad; los editores y los aguacateros, los actores y los padres de los niños con cáncer, los ciudadanos, nos hemos tenido que organizar para suplir lo que los gobiernos no están haciendo, pero es insuficiente, ahora lo que deben tener en cuenta es que “la gente se cansa de tanta triste ineficiencia, de tan triste espectáculo”.

@cesarbc70

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