Lo más grande desde Vasconcelos

“No se puede enseñar a leer sin dar qué leer”.- José Vasconcelos

16 de enero, 2024 Lo más grande desde Vasconcelos

La lectoescritura es tan omnipresente en nuestras vidas que, si no hubiéramos aprendido a codificar y decodificar el lenguaje escrito, usted y yo no tendríamos esta interacción. Sencillamente, leer y escribir es de las pocas habilidades que pueden entenderse como fundamentales para el desarrollo de una sociedad.

A estas alturas, usted ya estará bastante enterado acerca de los malos resultados de las habilidades de comprensión lectora entre los estudiantes mexicanos en las evaluaciones realizadas por la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU) y la Prueba Internacional para la Evaluación de los Estudiantes (PISA). Ambos instrumentos mostraron, dentro de sus parámetros, que existen graves deficiencias entre niños y adolescentes al momento de entender el contenido de un texto, interpretarlo y deducir información a partir de él. Un texto largo y detallado resulta un reto demasiado grande para la mayoría de los estudiantes, según PISA. 

No es que en años anteriores hayamos sido grandes lectores, pero es significativo que, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Lectura publicada en 2023, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) mostró que el porcentaje de personas lectoras en México pasó del 80.3% de la población alfabetizada en 2016 al 68.5% de la población alfabetizada en 2023. Además, el promedio de libros leídos al año por parte de los mexicanos sigue estancado en 3 ejemplares al año. A pesar de que la encuesta del INEGI señala que otros materiales contemplados en la encuesta son sitios web, revistas y periódicos, es evidente que en México se lee relativamente poco. 

Algo interesante de la encuesta es que señala que muchas personas no leen porque no tuvieron la guía y ejemplo de otros, especialmente los padres de familia. Esto refuerza los indicativos de que los hábitos de lectura en la familia son importantes para los aprendizajes en lectoescritura de los niños, como lo argumentan Sagal, Carvajal y Requena (2021) https://journal.espe.edu.ec/ojs/index.php/vinculos/article/view/1790/1519 

Claro, leer y escribir es un aprendizaje complejo que toma su tiempo en los primeros años de vida escolar de cualquier niño. Más aún cuando cuenta con alguna condición que constituye una barrera para el aprendizaje, como puede ser la dislexia, la baja visión o alguna forma de trastorno por déficit de atención e hiperactividad. En su artículo, Judith Kalman explica cómo aprender a leer y escribir en primaria requiere una serie de aprendizajes previos para reconocer y reproducir sonidos y palabras que luego sirven para que los niños vayan elaborando sus propias oraciones. Podrá parecer una obviedad, pero se espera que los niños ya sepan qué es y cómo se utiliza un libro para que pueda ser una herramienta útil en su aprendizaje. https://educacion.nexos.com.mx/la-escritura-de-ninos-y-ninas-y-los-nuevos-libros-de-texto/ 

Sin embargo, en su análisis, Judith Kalman encuentra que los nuevos libros de texto no cuentan con las secuencias didácticas adecuadas para el nivel esperado de aprendizajes entre los niños de primer grado. Es decir, tenemos un entorno desfavorable con menos lectores y los libros de texto no parecen contribuir a la mejora. Podríamos decir que ni siquiera son libros de texto, sino de proyectos, tal como podemos ver en el artículo de Gilberto Guevara Niebla. https://www.cronica.com.mx/opinion/educar-proyectos.html y otros más en relación con esta materia.

Frente a un panorama incierto, la Secretaría de Educación Pública ha hecho gala de inventiva para mostrar que se toma la lectura en serio. Quizá recuerde los fandangos por la lectura, una especie de festivales con talleres, música y, por supuesto, lectura en voz alta. Quizá la edición más recordada fue la realizado en Ciudad Obregón donde Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente de la República, afirmó “A todos los agresores de estos pueblos y a los que violentan la paz de las personas, de las familias y de la nación, les decimos ‘toma un libro, deja de hacer lo que haces y toma un libro’. Es el arma más poderosa que tiene una nación para vivir en paz”.

Sin embargo, es difícil sacar partido a los usos bélicos de un libro cuando se tiene tan poco contacto con ellos. Frente a esta incongruencia, lleva 5 años funcionando un programa nacional llamado “Estrategia Nacional de Lectura “que, además de los fandangos, organiza talleres de promoción y regala libros de renombrados autores mexicanos. A juzgar por  la encuesta del INEGI, el programa no ha tenido los resultados esperados.

Ahora, en 2024, este programa dejará de operarse desde la Presidencia y quedará a cargo de Secretaría de Educación Pública (SEP). Al parecer, la SEP ha querido darle un nuevo impulso a esta iniciativa, pues ha producido una gran cantidad de contenidos, incluyendo varios programas televisivos de difusión cultural, tal como lo detalla el especialista en medios Álvaro Cueva https://www.milenio.com/opinion/alvaro-cueva/ojo-por-ojo/la-estrategia-nacional-de-lectura 

Cueva afirma, sin ambages, que la Estrategia Nacional de Lectura “la más grande cruzada que se haya emprendido a favor de los lectores, los libros y los escritores desde los tiempos de José Vasconcelos”. Se refiere, por supuesto, a las misiones culturales impulsadas por José Vasconcelos, secretario de Instrucción Pública y luego, el primer titular de la SEP, que, durante el gobierno de Álvaro Obregón, en 1921, inició una campaña nacional para acabar con el analfabetismo del país y llevar los clásicos de la literatura universal a cada municipio del país. 

Sin embargo, 100 años después de que Vasconcelos trabajara para formar un sistema nacional de educación pública, las comparaciones no dejan de ser odiosas. Mal haría la SEP en intentar equiparar sus esfuerzos con los de Vasconcelos. El célebre escritor y político mexicano trabajo con un país que aún pagaba los daños de la revolución y donde el analfabetismo campeaba por diferentes regiones. Ahora tenemos un país con alrededor de 9 años en promedio de escolaridad, con tasas mucho menores de analfabetismo, pero donde la gente tiene problemas para comprender lo que lee. 

La crítica hacia los nuevos libros de texto no ha sido gratuita. Se necesitan más y mejores materiales de estudio. Festivales, talleres, bailes y programas de televisión en algo ayudarán, pero nada puede sustituir a una serie de ejercicios para dibujar los sonidos en un papel y escuchar las voces que están selladas en los trazos de tinta. 

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