La oposición en México no cumple con su deber mínimo

Un par de días antes de aprobarse la reforma judicial, la senadora oficialista por Chihuahua, Andrea Chávez, evidenció de fea manera al también senador y dirigente del PAN Marko Cortés, respecto a no haberse tomado el tiempo para leer siquiera la minuta del dictamen que contenía la propuesta de la referida reforma constitucional.

 44 páginas y el señor Cortés desconocía buena parte de su contenido, y eso resulta incluso ofensivo, tanto para sus pares como para la Nación entera. ¿Qué se pudiera argumentar en cuanto a millones de mexicanos que, día a día, cumplen con sus deberes, pasando en no pocos casos hasta cinco horas tan sólo en el transporte, de ida y vuelta a sus centros de empleo? Y además, la inmensa mayoría ganando un sueldo que equivale una fracción, ínfima en relación en también la mayoría de los casos, a lo que percibe de remuneración un legislador federal. 

La hoy oposición que hasta 2018 gobiernó, no ha cambiado sus prácticas. Actúan como rémoras del poder público, del SERVICIO público. Vaya, que si en algún renglón el aún presidente Andrés Manuel López Obrador deja una huella indeleble es haber dejado impreso un incuestionable sello de mística de servicio, que necesariamente ha permeado, en mayor o menor medida, al resto del gobierno, muy por sobre todo a los exponentes emanados del movimiento / partido político que él fundó y aún encabeza. 

La pregunta sigue siendo, ¿cuándo la oposición se dará cuenta de que sus vicios, los mismos que la llevaron a su tristísima realidad actual no han sido corregidos? No lo sabemos, pero peor aún, no se avisoran intentos en esa dirección ni personajes que eventualmente emerjan como liderazgos opositores con la seriedad requerida, mísma que la dotaria de una legitimidad mínima ante el electorado, que no sólo no ha ido recuperando, sino que, incluso me atrevo a afirmar, ha ido perdiendo.

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