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La elección de hoy

3 de noviembre, 2020

Hoy, martes 3 de noviembre, se lleva a cabo la elección más importante en la historia reciente de la humanidad. Este día, la población de Estados Unidos decidirá si mantiene por otros cuatro años como presidente de esa nación a Donald Trump. Si bien hace cuatro años muchos predijimos confiadamente la elección de Hillary Clinton como presidenta de esa nación, hoy, ante encuestas que favorecen a Biden, las mismas personas (quien escribe esto incluido) mostramos inseguridad y pánico ante la posibilidad de que se repita una vez más lo sucedido en 2016.

Tres temas por lo tanto parecen ser importantes: 1) la posibilidad de que el esfuerzo desplegado por Trump y los familiares que asisten en su representación puedan galvanizar a sus votantes en tal medida que den la vuelta a los resultados esperados en estados pivote como Michigan, Pennsylvania, Wisconsin, Florida u Ohio por mencionar los más preocupantes; 2) el impacto irreversible que tendría la reelección de Trump para el sistema multilateral que ha mantenido la paz y orden jurídico mundial desde 1945; 3) la diferencia que tendría para México una victoria de Biden.

Como dice el dicho “la mula no era arisca, los palos la hicieron”. Encuesta tras encuesta se predice el triunfo electoral de Joe Biden y a pesar de ello, existe incertidumbre en el mundo respecto a lo que ocurrirá en las elecciones. Existen dos razones directas para dicha incertidumbre: 1) la aún posible victoria de Trump en estados “pivote” dado el “blitzkrieg” ejecutado durante los pasados siete días por él, sus familiares cercanos y otros representantes que han asistido a múltiples eventos en zonas rurales y en vecindarios de bajo perfil económico en esos estados; 2) el posible voto fantasma existente en segmentos de la población que no expresan preferencia por Trump aunque aprueban su manejo de la economía y el cumplimiento de su promesa de inundar el sistema judicial americano con personas de tendencia conservadora, factores ambos que pueden ser decisivos en el voto de reelección por improbable que esto parezca hoy.

El otro elemento de incertidumbre proviene del ataque de Trump y su campaña hacia la fiabilidad del proceso electoral. Una y otra vez han dejado entrever que un fraude electoral en su contra es probable, derivado del sistema de voto anticipado existente en esa nación. Más de 90 millones de personas han votado bajo este sistema, pero Trump insiste que no es confiable y que deberían anularse muchos de los votos acumulados bajo el mismo. Ante una derrota electoral, Trump es capaz de llevar al sistema a una crisis judicial que tendría que ser resuelta en los juzgados americanos, un proceso que causaría una incertidumbre internacional y paralizaría el sistema político de esa nación, poniendo en riesgo la estabilidad de Estados Unidos y, por ende, de la población entera del planeta.

Una reelección de Trump sellaría la muerte del sistema multilateral construido en 1945. Su conducta como presidente de Estados Unidos ha debilitado seriamente todas las organizaciones multilaterales. Su predilección por líderes populistas y autoritarios y su desdén por el derecho internacional, ha puesto en jaque a gobiernos democráticos, impulsando a líderes autoritarios en diversas regiones del planeta y debilitando la salvaguarda de los derechos humanos, particularmente en cuanto a defensa de la libertad de expresión, la libertad religiosa, el libre comercio, los derechos de migrantes o la defensa del medio ambiente. De continuar otros cuatro años el sistema de Naciones Unidas y los organismos multilaterales creados para preservar la aplicación del derecho internacional, quedarían controlados por gobiernos autoritarios que están llenando el vacío creado por la retirada americana de esas organizaciones. La ley del más fuerte tomaría el control de las relaciones entre naciones, una terrible regresión que podría conducir al mundo a la inestabilidad política y a nuevas crisis de inseguridad y guerras regionales.

Conocemos los aspectos de la relación existente entre los gobiernos de AMLO y Trump. El acomodo al que han llegado ha permitido a la 4T (dentro de los límites fijados por Estados Unidos) intercambiar decisiones de migración, agua fronteriza y comercio bilateral, por inacción en asuntos de seguridad y combate a la delincuencia organizada, e incumplimiento de seguridad jurídica en la política energética. Con matices de intervención del gobierno de Trump en asuntos internos, este intercambio seguiría vigente por los restantes cuatro años del gobierno de López Obrador permitiéndole mayor laxitud en la aplicación de políticas que deterioren la presencia de organizaciones de la sociedad civil, la participación ciudadana en la toma de decisiones políticas y la presencia de una oposición vigorosa.

Todo ello cambiaría ante una presidencia de Biden. Tanto la vigencia jurídica de los acuerdos definidos en el T-MEC y otros compromisos internacionales adquiridos por México (a pesar de lo que manifiesten los senadores y diputados de los partidos que respaldan a AMLO), como la aplicación de acciones en contra de la delincuencia organizada y protección de los derechos humanos, serían prioridad en la relación entre México y los Estados Unidos bajo un gobierno de Biden. Un cambio que complicaría para López Obrador la estrategia seguida hasta el momento en su programa de 4ª Transformación y que le obligaría a respetar mucho más la vigencia de la ley y la aplicación de la autoridad en asuntos relacionados con los cárteles existentes en nuestro territorio.

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