Las zonas metropolitanas del país se han ido multiplicando a gran velocidad como resultado de un descontrolado crecimiento urbano de lo que podríamos denominar la “Ciudad Central “cuya expansión acaba incorporando territorios de los municipios vecinos y de pobladores allí asentados que acaban interactuando entre sí (para considerar como tal una metrópoli debe tener cuando menos 50 mil habitantes).
El INEGI contabiliza hasta el año 2020, 10 zonas metropolitanas con más de un millón de habitantes donde destacan (en millones de habitantes): El Valle de México (21.8 millones); Monterrey (5.3); Guadalajara (5.2); Puebla- Tlaxcala (3.2); Toluca (2.3); Tijuana (2.1); León (2.1); Querétaro (1.6); Ciudad Juárez (1.5); La laguna (1.4).
Zonas metropolitanas binacionales
A pesar de las barreras físicas, debido a su interacción económica y demográfica profundas, la CONAPO reconoce que las conurbaciones trasnacionales o binacionales, son también zonas metropolitanas de gran complejidad y así, se dan 10 de estas con más de 200 mil habitantes en la frontera norte, donde destacan (en millones de habitantes): Tijuana / San Diego (4.9); Juárez / El paso (2.3); Reynosa / McAllen (1.1); Mexicali / Calexico (1.02); Matamoros / Brownsville (1.01); Nuevo Laredo / Laredo (0.7).
La situación de pobreza en México se vive en las zonas metropolitanas
En el año 2020, las tres zonas metropolitanas con mayores niveles de pobreza, con niveles superiores al 60% de sus habitantes son: Acayucan y Poza Rica en Veracruz y Tianguistenco en el Estado de México. Como contraparte las tres con menor porcentaje de habitantes en condición de pobreza (menos del 20%) son Chihuahua, Saltillo y Monterrey.
El mayor contraste de pobreza se da en la ZMCM, donde en el municipio de Atlautla de EDOMEX el 75.6 de la población vive en situación de pobreza, en tanto en la Alcaldía Benito Juárez de la CDMX es de 7.8%.
Estos indicadores por sí solos dicen poco, pero se reflejan en la inequidad en el acceso a servicios públicos como agua potable, alcantarillado, servicios de salud y seguridad social, movilidad, recreación, comercio por mencionar algunos.
La vivienda y su precariedad se dan además en barrancas y cauces de arroyos o en las zonas altas de los cerros. Es ahí donde la gobernanza se vuelve más complicada, puesto que las características y condiciones de calidad y confiabilidad de los gobiernos es muy disímbola, las finanzas públicas, los programas de acción en obra pública son diametralmente distintos.
A pesar de los obstáculos, dificultades y deficiencias, las personas de los municipios más pobres se desplazan a trabajar a las áreas urbanas donde hay más oportunidades. Lamentablemente la inequidad, la marginación y la exclusión son el común denominador de nuestras metrópolis.
Legislación Metropolitana
El 9 de enero de 2019, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, los Gobernadores de los Estados de México e Hidalgo, y el Secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, acordaron impulsar la Ley de Desarrollo Metropolitano del Valle de México, con un contenido apropiado en cuanto a las responsabilidades y a la coordinación necesaria entre las autoridades metropolitanas.
Es hasta marzo de 2022 que la Comisión de Desarrollo Urbano y Ordenamiento Territorial de la Cámara de Diputados, aprobó por unanimidad y con modificaciones, el dictamen con proyecto de decreto por el que se expide la Ley.
Efectos de la descoordinación
Sobran ejemplos de problemas generados en un municipio donde se produce energía con combustibles fósiles gracias a las cuales se afecta con toneladas de partículas contaminantes a zonas metropolitanas completas.
El caso de la termoeléctrica de Tula (Hidalgo) con la ZMCM, la de Tuxpan (Veracruz), o la de Tamazunchale (S.L.P), para mencionar tres de las más de 50 que hay en el país, en su mayoría generadoras de alto niveles de contaminación a las poblaciones aledañas.
Qué decir de las refinerías: La de Tula, Salamanca, Cadereyta, Salina Cruz, Coatzacoalcos…. Todas envenenando el ambiente de las ciudades vecinas y sus zonas metropolitanas.
Y qué decir de las emisiones de aguas residuales como las que fluyen por el gran canal y llegan a Hidalgo, o las que se vierten a lo largo del rio Lerma que nace en el Estado de México y desemboca en Chapala y en su recorrido es ya un vertedero de aguas negras e industriales.
Todas estas afectaciones a las zonas metropolitanas provocadas por la ineficiente operación de instalaciones de Infraestructura Federal o Estatal, no encuentran medios de atención o mitigación desde que se construyeron, tras años de abandono autoridades de los tres órdenes de gobierno van y vienen… y no pasa nada.
Conclusiones
- El 75% de la población nacional vive en zonas urbanas, de ese total el 90% vive en las 74 zonas metropolitanas
- Su expansión desordenada, sin instrumentos de planeación a nivel metropolitano va agravando el problema
- La falta de legislación para su gobernanza e interacción pone en riesgo su presente, temas como el abasto y distribución de agua potable, movilidad, vivienda, infraestructura de todo tipo se agravan y no hay recursos para su atención.
Qué hacer
- Legislar con urgencia sobre el tema y meterlo como un capítulo fundamental a la Ley de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano
- Impulsar mecanismos de coordinación entre los tres órdenes de gobierno creando ya: Los Institutos Metropolitanos de Planeación.
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