Un cierto nivel de corrección política previene y corrige los dislates involuntarios y ayuda al aprendizaje a partir de desafiar los prejuicios inconscientes que todos tenemos. La intolerancia desbocada y el ensañamiento tumultuoso y vengativo evita el auténtico debate que nos acerque a escenarios más justos y constructivos.
Recapitulando de artículos anteriores, la “Cultura de la cancelación” es el eufemismo que se utiliza para designar un conjunto de acciones y boicots encaminados a destruir la reputación de alguien al retirarle masivamente el apoyo y la aprobación a causa de opiniones, actos o iniciativas que pudieran interpretarse como ofensivas para alguna minoría o para la corriente moral hegemónica, sin importar el contexto, el tiempo o las circunstancias en que dichos acontecimientos hayan tenido lugar. El propósito final es “cancelar” al individuo en cuestión, borrarlo del entorno público, sin importar las afectaciones personales, familiares, profesionales, laborales o económicas que implique.
Decíamos también que funciona más o menos así: alguien hace o dice algo que se considera, para los estándares de nuestros días, políticamente incorrecto, generalmente porque dicha acción o comentario se interpreta como machista, sexista, racista, patriarcal, intolerante, entre muchas otras posibilidades, sin importar el contexto en que haya sucedido o si este dicho o acción ocurrió en el presente o varias décadas atrás. Una vez que el comentario, acto, imagen es hecha pública, las y los “agraviados” comienzan las embestidas crecientes, exigiendo condenas y represalias casi siempre fuera de toda proporción razonable.
Ejemplos hay una infinidad, pero aprovechando lo reciente de los Juegos Olímpicos de Tokio, usaremos tres casos1 ocurridos en cascada dentro del comité organizador, justo antes del inicio del certamen.
Caso 1: Sexismo inapropiado
En febrero de 2021 el entonces presidente del comité organizador de los Juegos Olímpicos de Tokio, Yoshiro Mori, de 83 años, debió dimitir tras haber hecho comentarios sexistas y prejuiciosos en contra de las mujeres. Al parecer, durante una reunión oficial, cuando le preguntaron qué opinaba acerca de los planes del Comité Olímpico de Japón de aumentar el número de mujeres miembros del 20 % al 40 %, entre varias afirmaciones fuera de lugar, comentó, en alusión a lo mucho que, a su juicio, hablan las mujeres en las reuniones: “Oí a alguien decir que si aumentamos el número de mujeres en la junta tenemos que regular el turno de palabra de algún modo o, si no, no terminaremos nunca”,
No hay duda que lo expresado por el señor Mori resulta machista y prejuicioso hacia la mujer, pero, tras una trayectoria de varias décadas dentro de la política japonesa, donde incluso llegó a ser Primer Ministro, y ante las tremendas complicaciones y retrasos que implicó la organización de los juegos como consecuencia de la pandemia, y tras disculparse públicamente por sus dichos, ¿merecía ser despedido y deshonrado, como efectivamente ocurrió?
Caso 2: El acosador confeso
A menos de una semana de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Tokio, dimitió el compositor de la música para la ceremonia inaugural, Keigo Oyamada, de 52 años, conocido artísticamente como Cornelius. Su renuncia fue producto de tremendas presiones mediáticas como consecuencia de haber salido del olvido, por vía de las redes sociales, una serie de entrevistas publicadas entre 1994 y 1995 en las que Cornelius confesaba que, varias décadas atrás, sometió a una serie de actos denigrantes a compañeros de clase “sin ningún arrepentimiento”, entre ellos algunos con discapacidades.
No importó que dichos actos los hubiera cometido durante la infancia, que las entrevistas dataran de hace 26 años, que él mismo lo hubiese declarado, mostrándose arrepentido de su insensibilidad de entonces, ni tampoco importó que al desatarse el escándalo en redes sociales hubiese pedido “sinceras disculpas” por “haber incomodado a mucha gente” y por sus “acciones extremadamente inmaduras”.
Nada de eso importó. De hecho una buena parte de los miembros del comité organizador se sumaron al ajusticiamiento colectivo, calificando sus acciones como “absolutamente inaceptables” y presionándolo para que dimitiera.
Caso 3: El chiste inapropiado e inmortal
Kentaro Kobayashi, director de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Tokio hasta un día antes de que ésta tuviera lugar, fue despedido como consecuencia de haber aparecido en redes sociales un chiste que, el entonces comediante, había hecho en una actuación de 1998.
En dicha actuación de hace veintitrés años Kobayashi pronunció la frase fatídica: “vamos a jugar al holocausto”. El que se hubiera hecho pública pocos días antes de la inauguración de los juegos provocó la indignación y protestas de varias organizaciones judías.
El Centro Simon Wiesenthal en defensa de los derechos de los judíos declaró en un comunicado oficial: “Ninguna persona, sin importar lo creativa que sea, tiene derecho a burlarse de las víctimas del genocidio nazi. El régimen nazi también gaseó a alemanes con discapacidades. Cualquier vínculo de esta persona con las Olimpiadas de Tokio insultaría la memoria de seis millones de judíos y sería una cruel burla de los Paralímpicos”.
Nuevamente, de nada sirvió que Kobayashi se hubiera disculpado, lamentando su comentario “extremadamente imprudente”. “Entiendo –declaró Kobayashi– que elegí mal las palabras en ese momento y es un error que lamento. Me disculpo ante todos los ofendidos”.
¿De verdad un chiste de hace veintitrés años “insultaría la memoria de seis millones de judíos y sería una cruel burla de los Paralímpicos”? Al parecer para la presidenta del comité organizador, Seiko Hashimoto –quien fue nombrada en lugar de nuestro ejemplo de defenestrado número uno, Yoshiro Mori–, la respuesta es sí, asegurando que todo el personal implicado en la preparación de la olimpiada “debe estar inmaculado”–lo que sea que esto signifique–.
Por supuesto que no se justifica ni la misoginia ni el abuso ni las broma de mal gusto, pero ¿no existe también un derecho a equivocarse y rectificar? ¿No existe el derecho a que ciertos materiales desafortunados del pasado, en especial cuando han transcurrido varias décadas y nuestras opiniones al respecto hayan cambiado, puedan ser superados y quedar en el olvido? Quizá aquí aplicaría parafrasear aquel célebre pasaje bíblico: quien esté libre de incongruencias y errores, que lance el primer tweet.
Los seres humanos no solo no somos perfectos, sino que estamos en permanente evolución y cambio, y cualquier transformación en la ruta de la inclusión, la igualdad y la tolerancia debiera ser premiada y no reprimida de forma tan brutal.
Existe además un abanico de cosmovisiones divergentes cohabitando en la civilización contemporánea y solo a partir del diálogo abierto podrán encontrar puntos de acuerdo común que nos hagan avanzar como especie en la dirección correcta.
Un cierto nivel de corrección política previene y corrige los dislates involuntarios y ayuda al aprendizaje a partir de desafiar los prejuicios inconscientes que todos los que fuimos educados durante el patriarcado introyectamos en nuestras conductas y formas de pensar. Sin embargo, la intolerancia desbocada y el ensañamiento tumultuoso y vengativo, evita el auténtico debate y la fundamentación de ideas que nos acerquen genuinamente a escenarios más justos y constructivos.
Instagram: jcaldir
Twitter: @jcaldir
Facebook: Juan Carlos Aldir
1 Algunas referencias periodísticas de los ejemplos expuestos:
France 24
Despiden al director de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Tokio
La vanguardia
Despiden al director de la ceremonia inaugural de Tokio 2020 por bromear sobre el Holocausto
ABC
Despedido un director de la ceremonia de inauguración de Tokio por bromear sobre el Holocausto
La vanguardia
Dimite el compositor de Tokio 2020 tras un escándalo por acoso escolar
La vanguardia
El jefe de los Juegos de Tokio 2020 dimite tras la polémica sexista
https://www.lavanguardia.com/deportes/20210212/6242154/yoshiro-mori-jefe-juegos-tokio-dimite.html
Los comentarios sexistas de Yoshiro Mori, el organizador de los JJ. OO. de Tokio
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