El muro de paz

Había una vez un gobernante que ordenó la erección de un Muro de Paz alrededor de su palacio. Adentro del muro no existía pobreza ni enfermedad, ni violencia ni muerte…  Si querían erigir un “muro de paz”,...

9 de marzo, 2021

Había una vez un gobernante que ordenó la erección de un Muro de Paz alrededor de su palacio. Adentro del muro no existía pobreza ni enfermedad, ni violencia ni muerte… 

Si querían erigir un “muro de paz”, vaya que lo consiguieron. Pero la idea es que la paz tuviera lugar afuera del muro, no adentro. En el palacio del gobernante claro que todo es paz. Ahí no hay pandemias ni feminicidios, ni inseguridad ni trata de personas. Todo es amor y armonía. Pero afuera las cosas son diferentes.

Qué desafortunada expresión esa del “muro de paz”. Los seguidores del régimen la aplauden, pero a mí me suena como aquellos ministerios de “1984”: el Ministerio del Amor, el Ministerio de la Verdad, el Ministerio de la Abundancia y el Ministerio de la Paz. ¿Recuerda usted? Lo que estos ministerios “ministraban” en la distopía orwelliana eran la represión, la mentira, la escasez y la guerra, respectivamente. Ah, y no podía faltar el momento para lapidar a los enemigos de la patria, los “2 minutos de odio” (Two Minutes Hate), algo así como las conferencias de la mañana.

Entiendo el dilema: si no alzaban el muro, las feministas radicales causarían destrozos, o al menos harían pintas en Palacio Nacional. ¿El Palacio soy yo? No sé. Hace algunos años, manifestantes quemaron en el Zócalo la efigie del entonces presidente Peña Nieto, y la sensación fue como estar quemando al presidente. Estás cosas suelen ser significativas en la psicología: quemar la efigie de un gobernante es liberador, más si es en público y participan muchas personas: “the more, the merrier”. ¿Obrador no quiso correr el riesgo de que su palacio fuera vandalizado, pues como símbolo hubiera equivalido a que él mismo sufriera una vejación por parte de las manifestantes? ¿O bien quiso evitar personas heridas? ¿O las dos cosas? Yo creo que fueron las dos cosas, pero usted siempre tiene una opinión mejor y, lo que es más importante, usted siempre tiene la última palabra. Lo que sí me pareció un exceso fueron los “inhibidores” de drones. Desde afuera del muro, las manifestantes no podían saber si eran “inhibidores” o rifles. Creo que no fue buena señal, aunque muchos simpatizantes del régimen aplaudan la medida.

No hay duda de que grupos opositores al actual régimen pudieran estar detrás de las protestas. Pero tampoco hay duda de que, aún si fuera el caso, el reclamo feminista se yergue incólume. Hay que tener sensibilidad para entender la paradoja. El presidente tiene una actitud, al menos desde mi apreciación, ambigua respecto al feminismo. Por un lado se dice feminista y tiene en su gabinete a un número de mujeres como nunca antes había ocurrido, pero por otro lado descalifica al feminismo asumiéndolo como un ataque orquestado por el conservadurismo y sostiene incondicionalmente para la gubernatura de Guerrero a un individuo sobre el cual pesan varias acusaciones de violación. Su actitud es ambigua no porque yo lo diga. He ahí un importante grupo de mujeres morenistas que se oponen a que Macedonio pudiera convertirse en gobernador. No es prejuzgar a Macedonio, simplemente es cuestionarse, como lo han hecho estas mujeres morenistas, si alguien con sus antecedentes es la persona idónea para representar a un partido que se dice feminista. Como comentó Estefanía Veloz al renunciar a Morena, la lealtad debe estar con las mujeres y con el feminismo, no con el partido.

Afuera del “Muro de Paz” la situación es como de guerra, especialmente para las mujeres. Mientras así sea, creo que el Palacio Nacional debería quedarse así, prisionero de sí mismo, que la sede del ejecutivo sea un Memorial permanente de las Víctimas de Feminicidio en México, un Memorial del Día Internacional de la Mujer. Que permanezca así hasta que las mujeres de este país dejen de ser asesinadas, violadas y discriminadas. Si han de pasar cien años, que así sea.

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