El arte de ser humano, estar vivo no es suficiente

“Si sientes dolor, estás vivo. Si sientes dolor por otra persona, eres un ser humano”. –Leo Tolstoy

18 de diciembre, 2023

María del Pilar Cordero César

El arte de ser humano, estar vivo no es suficiente

Ántropos en griego, homo en latín, el hombre*, como ser vivo comparte con todos los de su especie características que lo definen de forma general, nunca en su particularidad. El hombre aprende a ser humano y este aprendizaje se da en un proceso de interrelaciones con el otro, con su medio ambiente y con su condición biogenética.

Así también, conociéndose en todas sus dimensiones que lo acercan a ser humano, dimensiones que interactúan en su yo, como aspectos físicos (materia), psíquicos (alma), históricos, económicos, poético, racional (homo sapiens), emocional, inteligente, social, lúdico, pensar la muerte, la cultura, la religión, siempre en relación de complementariedad. Morin no separa la unidad y la diversidad humana: “Lo característico de la organización del sistema homo (especie/individuo/sociedad) es que puede generar ─por sus características fundamentales y, por tanto, ‘invariantes’─ grandes variedades de comportamientos, de estrategias y de relaciones sociales” (Morin y Piattelli-Palmarini 1982: 212).

Siendo hombres compartimos características comunes como seres vivos, compuestos por sustancia químicas llamadas biomoléculas, por células, y realiza las tres funciones vitales: nutrición, relación y reproducción.

En cuanto a su movimiento destaca la habilidad de manipulación gracias a los pulgares oponibles que le facilitan la manipulación y uso de herramientas.

La mente se refiere colectivamente a aspectos del entendimiento y conciencia que son combinaciones de capacidades como el raciocinio, la percepción, la emoción, la memoria, la imaginación y la voluntad. La mente, según la neurociencia, es un resultado de la actividad del cerebro.

El lenguaje designa todas las comunicaciones basadas en la interpretación, incluyendo el lenguaje humano, pero la mayoría de las veces el término se refiere a lo que los humanos utilizan para comunicarse, es decir, las lenguas naturales, dónde cada lengua, al acercarse a lo humano desarrolla su propia cosmovisión, identidad, cultura y marca un universo simbólico que se materializa con el sonido y evoca el poder de la convivencia y solidaridad.

Posiblemente, la manifestación más clara de humanidad es el arte —en el sentido amplio del término—, que produce la cultura. Este es el rasgo primero que nos diferencia de otras especies vivas.

Dice Morin, debemos comprender que hay condiciones bio-antropológicas (las aptitudes del cerebro ↔ mente humano), condiciones socio-culturales (la cultura abierta que permite los diálogos e intercambios de ideas) y condiciones noológicas (las teorías abiertas) que permiten «verdaderos» interrogantes, esto es, interrogantes fundamentales sobre el mundo, sobre el hombre y sobre el conocimiento mismo (Morin 1999). El humano es el único que se pregunta sobre su propia existencia.

Riemen (2023) indica que lo que más nos acerca al arte de ser humanos es, primero, la guerra como aprendizaje, segundo, la estupidez humana y la mentira, tercera, la valentía y la compasión y finalmente el miedo y la musa. Cuando la persona se ha sensibilizado a partir de conocer y reconocer lo que significa la guerra, la estupidez, el miedo, nos valorizamos desde la perspectiva de lo mas importante para vivir, y reflexionamos que es la unidad, el amor, la convivencia pacífica, el compromiso y no lo que nos hace daño y no hace conciente la vida espiritual. Pero ¿cómo se logra el arte de ser humanos?

El ser humano es un arte, dice Riemen, un arte que cada individuo –con todos los deseos, incertidumbres, dudas, miedos y derrotas que son inherentes a nuestra existencia– tiene que dominar. No importa si eres un emprendedor o un exiliado, si has nacido rico o pobre: en algún momento todos tenemos que mirarnos a un espejo y contestar las siguientes preguntas: ¿Quién soy? ¿Qué hago con mi vida? ¿Cuál es la mejor manera de vivir? (2023). Las respuestas son múltiples, son muchas y siempre tendrán nuevas respuestas. Sin embargo, podemos acercarnos a una reflexión a partir del arte como forma de expresión creativa, forma genuina de vivir, de tener compasión, dar belleza, ser justos y dadores de amor.

Según Fromm (citado por Riemesn, 2023), una sociedad sana, a diferencia de una dominada por el miedo, es precisamente la que tiene la posibilidad de ser pacífica, porque estimula que seamos humanos: individuos que quieren desarrollarse espiritualmente, se atreven a ser auténticos, ponderan bien sus decisiones, aman a sus semejantes y la naturaleza, y usan su capacidad creativa para tener una vida significativa y promover una sociedad armoniosa. Fromm daba por sentado que después de dos guerras mundiales se habrían aprendido las lecciones de la historia y la sociedad lograría ser cada vez más sana (Riemen, 2023).

¿Hemos aprendido a ser humanos? ¿hemos aprendido el arte de ser humanos?

Entender al hombre a través de hechos nos obliga a hacer más preguntas que respuestas, donde la mayoría de las respuestas-hipótesis planteadas ante las preguntas son negativas; NO hemos aprendido a ser humanos. Ante tal afirmación iniciamos la reflexión con preguntas:

¿por qué hemos llegado al límite del calentamiento global? ¿por qué la sociedad prima como valores el consumismo y el entretenimiento como buena vida?¿por que la pobreza y el miedo son los indicadores que se elevan día con día? Y con algunas acciones que afirman la postura:

Las universidades eliminan las humanidades, estorban, no dan utilidad a la sociedad –o al proyecto social industrial–.

Vivimos una sociedad conformista y materialista. Los ancianos y las personas con discapacidad estorban, mejor marginarlos, cuestan al estado. Los indígenas y sus lenguas, la muerte de su lengua trae la muerte de la comunidad.

La educación adoctrina, quiere seres dóciles y no críticos.

El egoísmo, la envidia y la mentira triunfan sobre la verdad.

La mentira es el nuevo orden mundial y que triunfe la estupidez, y lo peor, aplaudida por la mayoría.

La muerte violentada es normalizada en cifras y en hechos.

La mediocridad gana terreno, es moldeable, se adapta, se congracia con quien la mantiene.

El desencantamiento por la ciencia (la mala ciencia -o vendida- que manipula para controlar).

El auge espiritista que no implica pensamiento crítico y sí mucho dinero que vende falsas soluciones.

Crece el racismo y la discriminación como vías de justificación de acciones violentas ante realidades radicales.

La pasividad ante la guerra, el genocidio, la eliminación étnica.

Ansiedad y miedo generalizado, se deteriora la salud mental, crecen las tecnopatías.

Tensiones sociales, inseguridad y desigualdad económica.

El valor personal es un valor comerciable, la autoestima depende del salario.

Trabajos esclavos, precariedad laboral, poca o nula movilidad social.

Los falsos Mesías como presidentes -el presidente que prefiere dar dinero a los padres para mantenerlos ignorantes al reducir presupuesto de educación, ciencia y cultura-.

El hombre masa, no hace preguntas, responde a lo indicado.

El ser humano tratado como “cosa”, vendible, intercambiable, sujeta al cambio de modelo.

El desprecio por las mujeres, los niños, los animales, el planeta, por lo vivo.

Pero, ese mismo hombre que desprecia, es el mismo hombre que también muere, el torturador es un hombre que tortura a otro, el que dispara a otro ser humano es un humano; El que crea máquinas para tortura, el que tortura es tambien un hombre, el que crea armas para matar a otros hombre, es un hombre, el que viola a niños, es un hombre, el que mata mujeres, es un hombre, el que lleva al limite al planeta es un hombre. Tanto tiempo y no logramos entender, quizá ni mirar al pasado que nos construye y nos hace reflexionar, por lo que hemos avanzado en ciencia y tecnología, pero no comprendemos, o no queremos comprender, no amamos, odiamos más, estamos más inconformes, pero también somos indiferentes.

El hombre, el mismo que entra a un campo de concentración, que es objeto de los más atroces experimentos, al que se le asesina con la frialdad de ver algo diferente a él y que su exterminio es lo que manda su conciencia –o su jefe– por el bien de algunos, la humanidad (Wiki) no está en construcción cognitiva del espíritu humano, del arte de ser humanos, entendiéndonos en todas las dimensiones creandonos con amor, paciencia, diversidad, justicia y belleza. Estar vivo no es suficiente.

Dice Morin: la educación del futuro deberá ser una enseñanza primera y universal centrada en la condición humana. Estamos en la era planetaria; una aventura común se apodera de los humanos donde quiera que estén. Estos deben reconocerse en su humanidad común y, al mismo tiempo, reconocer la diversidad cultural inherente a todo cuanto es humano.

Se crece con el otro, la otredad reconocida e identificada en uno mismo hace comunidad, solidaridad, entendimiento mutuo y conciencia sobre que mundo se quiere habitar para vivir mejor.

Referencias:

Morin y Piattelli-Palmarini (1982) “La unidad del hombre como fundamento y aproximación interdisciplinaria”, en Interdisciplinariedad y ciencias humanas. Madrid, Tecnos/UNESCO, 1983: 188-212.

Morín E. (1999) Los siete saberes de la humanidad. Unesco

Riemen R. (2023) El Arte de ser humanos, cuatro estudios. Taurus, México

*El término Hombre incluye varones y mujeres. En la actualidad, los estudios de género han promovido que la expresión ser humano sea usada en detrimento del genérico hombre para designar a la especie humana.