DEFENDERNOS NO ES VENGARNOS

El 2 de febrero se cumplirán 177 años de la firma de Guadalupe Hidalgo. Utilicemos ese viejo documento que hoy sigue vigente para construir puentes de convivencia entre nosotros en vez de muros de intolerancia.

31 de enero, 2025

Julio Chavezmontes Messner

En mi libro HERIDAS QUE NO CIERRAN (1), en esencia reclamé la nulidad del Tratado de Guadalupe Hidalgo, invocando sus cláusulas II, III y IV que evidencian su imposición violenta y bajo amenazas. Esa nulidad NO PRESCRIBE NI CADUCA. Eso basta para afirmar con base legal inobjetable, que California, Nuevo México y Tejas, siguen siendo hoy territorio mexicano.

Durante los 37 años transcurridos desde entonces, he seguido investigando y ahora estoy por publicar otro libro sobre el mismo tema titulado THE COMEBACK RIVER (2), en el que profundizo y abundo sobre la nulidad, PERO HACIENDO ÉNFASIS EN LA NECESIDAD DE CONVIVIR; LA NECESIDAD DE TENDER PUENTES DE CONVIVENCIA EN VEZ DE MUROS DE INTOLERANCIA.

El artículo 71 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, dice que en caso de nulidad como la de Guadalupe Hidalgo, las cosas deben ajustarse tomando en cuenta las condiciones existentes y la preservación de los derechos humanos. Esto significa que los actuales residentes NO MEXICANOS en California, Nuevo México y Tejas, tienen derecho de permanecer y seguir viviendo ahí, porque ahí nacieron, ahí es su hogar, y no tienen por qué ser castigados por lo que hicieron sus ancestros.

PERO tenemos que hacer que se reconozca nuestro derecho a residir ahí mismo, a convivir en paz con todos, a trabajar, transitar, entrar y salir libremente de esos territorios que siguen siendo nuestros.

Quienes dicen que el Tratado Guadalupe Hidalgo es COSA DEL PASADO, ignoran que el 4 de julio de 1848, el Presidente James Polk acudió ante el Congreso de los Estados Unidos para elevar aquel tratado a la categoría de Ley Federal de los Estados Unidos, con el nombre de 9 Stat 922.

La U.S. Federal Law 9 Stat 922, sigue vigente hoy, porque toda ley continúa en vigor mientras no sea derogada.

Esto lo dispone el artículo 6 de la Constitución de Estados Unidos conocido como SUPREMACY CLAUSE.

Todos los jueces de los Estados Unidos están obligados a aplicar esta ley, sin importar lo que digan en su contra otras autoridades, como puede ser el Presidente Trump.

Cuando digo que no somos inmigrantes ilegales, tengo dos argumentos legales muy claros:

En California, Nuevo México y Tejas ningún mexicano puede ser considerado ilegal, porque tenemos derecho de estar ahí.

Más al norte en territorio propiamente de Estados Unidos, nuestros hermanos son personas desplazadas, Y NO POR LOS MALOS GOBIERNOS MEXICANOS, SINO A CONSECUENCIA DEL DESPOJO TERRITORIAL QUE NOS PRIVÓ DE RECURSOS NATURALES INCALCULABLES.

Mi posición no es de resentimiento ni rencor, como se aprecia al leer el epílogo de THE COMEBACK RIVER que transcribo a continuación:

“Los atronadores cañones han enmudecido; el temible crujido de los fusiles y el toque de los clarines ya no existen; dos águilas se deslizan en lo alto, juntas, libres, ilimitadas, indiscutidas, sin miedo; resplandecientes bajo el sol del mediodía; imperturbables, pacíficas, majestuosas en su vuelo.

“Hermanos y hermanas permanecen a orillas de ambos lados del río, tendiendo sus brazos para estrecharse a través de su torrente; escuchando la voz de sus aguas, a veces turbulentas, a veces pacíficas y tranquilas que reflejan el cielo azul y las nubes en su superficie.

“Innumerables mujeres y hombres lo han atravesado durante miles de años; mucho antes de que existieran los muros; mucho antes que alguien nos dijera que éramos enemigos; cuando nuestros mayores deambulaban libremente por las praderas en hermandad con los caballos salvajes y los búfalos; siglos antes que los soñadores de piel blanca y ojos del color del cielo cayeran bajo el hechizo de los inmensos paisajes donde el cielo se une a la madre tierra en un horizonte prometedor.

“Veo niños chapoteando y jugando abrazados por sus aguas maternales bajo la mirada amorosa de sus padres; veo a hombres y mujeres jóvenes un paso antes de sumergirse en su torrente, deteniéndose para echar una última mirada a los hogares que acaban de dejar atrás para ir en busca de sus raíces y sus sueños; veo héroes y aventureros lanzándose al torrente para enfrentarse en batalla…

“Puedo escuchar los gritos cargados de enojo y miedo en los ecos de ayer, mezclándose con las risas y canciones melancólicas de hoy; escucho los susurros de los viajeros acurrucados alrededor de hogueras antes del amanecer bajo un cielo cuajado de estrellas.

“Puedo sentir el miedo y la esperanza, el dolor y la ira mientras tantas cartas y proclamas antiguas surgen en mi memoria; la voz de Zachary Taylor se mezcla con la queja agraviada del general Pedro de Ampudia, horas antes de encontrarse en el campo de batalla, inmersos en una guerra que ambos lamentaban tener que pelear; su mutua consideración respetuosa como en un antiguo duelo; conscientes de la anticipación y el miedo en los rostros de sus soldados niños.

“Las aguas del río acompañan mis sueños y mi memoria construyendo un caleidoscopio de formas y siluetas en mi imaginación; inundando mi corazón de nostalgia; iluminándolo de esperanza.“

“Soy el niño de 6 años, de pie ante la antigua placa conmemorativa de Guadalupe Hidalgo, cuya inscripción nos recuerda lo que la avaricia y la arrogancia pueden hacerle a los hombres; evoco la casa de mi abuelo donde conocí por primera vez la guerra cuyas consecuencias han durado tanto tiempo provocando dolor y angustia.

“La reconciliación arde en nuestros corazones dispuestos; todo lo que estaba oculto ha quedado al descubierto ante nuestros ojos. Siento el dolor de esa terrible guerra que se acerca a su fin; la noche vuelve a perfumarse con el aroma renovado del Río, ya libre de todo veneno, que ahora corre suavemente hacia el océano, coronado por puentes, adornado con guirnaldas”.

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