De Frente Y Claro | Educación en línea sin planeación

Importante en el periodismo es darle seguimiento a los temas que se abordan. La semana pasada tocamos el importante tema de la Educación en Línea, que será determinante para el avance o retraso de nuestros estudiantes desde...

13 de agosto, 2020

Carlos Aguila Franco

¿EDUCAR TRABAJANDO A DESTAJO?

En México, estamos a pocos días de iniciar un nuevo ciclo escolar, con gran incertidumbre por parte de todos los actores educativos: autoridades, docentes, alumnos y padres de familia, insertos en las complejidades que implica la pandemia por Covid-19. Si bien las autoridades educativas han anunciado que establecieron convenios con televisoras para transmitir los contenidos educativos, y que también se hará lo propio por radio, para quienes no tengan acceso a la televisión, y más aún, se contará con cuadernillos impresos para aquellas comunidades que no puedan tener acceso a la programación por radio o por televisión, surgen más preguntas que respuestas sobre los alcances que se tendrán.

Quienes están a la cabeza de este proyecto no se han percatado de que lo importante va más allá de contar con un buen número de canales televisivos que transmitan programas, o como lo expresó el propio Secretario de Educación Esteban Moctezuma Barragán, el 7 de agosto del 2020, destacando que la expectativa es lograr los aprendizajes esperados “y estamos haciendo todo para que eso sea así”. Manifestando que “para alcanzar este objetivo, se diseñó el sistema educativo a distancia para contar con maestros destacados por su capacidad de compartir sus conocimientos, además de que se tendrán invitados especiales en los programas que serán trasmitidos por las cadenas de televisión, para que gente de muy alto nivel académico, social humanista, sean parte de este esfuerzo”. Tal parece que lo importante se centra en trabajar a destajo, y como técnica de “embudo” con los estudiantes, insertándoles aprendizajes que disten de realmente cubrir las necesidades de la población, y ser verdaderamente significativos para que impacten positivamente en su vida cotidiana, postergando considerar las diferencias sociales, emocionales y académicas de los alumnos, ya que esto puede afectar su proceso de aprendizaje.

TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y COMUNICACIÓN

Todo lo anterior, sin considerar que en México, desafortunadamente las herramientas y educación tecnológica no están al alcance de todo el cuerpo docente: uno de cada cuatro docentes de educación básica en el país no cuenta con una computadora, y se verán en la necesidad de continuar utilizando sus celulares, convirtiendo así su trabajo dentro de proceso educativo, en una situación compleja, estresante, y difícil de resolver en tiempos de pandemia, ya que aun cuando la Secretaría de Educación Pública anunció que iniciará el ciclo escolar a la distancia, basado en programas televisivos, es imposible hacer a un lado las tecnologías de la información, puesto que se han convertido en una herramienta indispensable para facilitar el necesario contacto que los docentes deben mantener con los estudiantes.

En su momento, el Dr. Miguel Székely, exsubsecretario de Educación Media Superior (2006 y 2010), advirtió que la capacitación de docentes en tecnologías de la información y la dotación de computadoras era un tema que se había subestimado, ya que los rezagos que carguen los docentes impactarán en los estudiantes, nada más apegado a la realidad que estamos viviendo.

Asimismo, el Dr. Ángel Díaz Barriga Casales (SNI nivel III), quien es considerado como una autoridad en materia educativa en nuestro país, advierte que “bajo la emergencia sanitaria se ha dado paso, al surgimiento de prácticas pedagógicas de carácter emergente”. Lo que obligó a los centros escolares a transitar de ambiente áulico, a literalmente la sala de la casa de los estudiantes, surgiendo además otras necesidades fundamentales: el que los padres de familia asuman el importante papel de resolver las dudas escolares y/o académicas de sus hijos. Sin olvidar que también es indispensable contar con un televisor y/o computadora o dispositivo electrónico con acceso a internet, por supuesto, en el caso de que en esa familia haya más de un hijo, para que pueda tomar sus clases. Haciéndonos reflexionar con los siguientes cuestionamientos: ¿Es posible extender la escuela hasta el espacio privado de la casa? ¿Cuenta el currículo con una condición móvil y transferible? ¿Cuentan las madres y los padres de familia con el conocimiento básico para aconsejar a la niñez en el cumplimiento de sus tareas?

Si bien es cierto que para esta generación de estudiantes el uso de la tecnología digital es algo más que cotidiano, y que desde luego impacta en las formas de adquirir el aprendizaje, dependiendo de sus intereses y habilidades, dista mucho de que el aprendizaje se dé solamente por estar conectado a un televisor o a un dispositivo electrónico, se requiere saber utilizarlo como un recurso de enseñanza.

De igual forma sucede con los docentes, el hecho de que tengan acceso a la tecnología y sean capaces de poder aplicar herramientas para favorecer el aprendizaje de los estudiantes, no significa que ello les permita diseñar o programar actividades y recursos que se necesitan para un trabajo digital. Pues para poder desarrollar programas, aplicaciones y/o cursos en línea, se requiere de un equipo de trabajo que cuente con un experto en tecnología, un experto en didáctica y un diseñador instruccional. Como se observa, el trabajo es arduo, y nada tiene que ver con que un docente exponga un tema frente a una pantalla, realice al final un cuestionario, y con ello se pretenda certificar que el alumno “aprendió”, pues la más de las veces, es el padre de familia quien termina realizando esta labor, o bien se contesten los libros de texto, sin dar la oportunidad para que el estudiante desarrolle aprendizajes significativos.

Dándole la vuelta al tema, es muy recomendable ver el lado positivo de la pandemia, puede convertirse en una oportunidad enorme para reflexionar sobre la idea preconcebida que se tiene de la escuela, y transformarla dejando atrás esa imagen de un espacio confinado en donde los niños y adolescentes acuden, en un horario determinado, para aprender los contenidos de un plan de estudios, y usar sus libros de texto, limitando sus capacidad de reflexión, indagación, análisis, para la construcción de su propio conocimiento.

PROPUESTA: ADECUAR LA FORMA DEL TRABAJO ACADEMICO

Importante y determinante para quienes nos dedicamos al Periodismo y la Comunicación, tener muy claro que no somos Todólogos, razón por la cual debemos apoyarnos en quienes si son expertos en los temas que no dominemos. Es por ello que consulté a la Licenciada en Psicología Educativa, Laura Aguila Franco, con 30 años de experiencia en el área educativa, quien hace la siguiente propuesta:

“Los estudiantes y docentes han perdido su espacio físico de encuentro, de intercambio y socialización, y están ganando la posibilidad de desarrollar innovadoras formas de aprender y desaprender, de experimentar invirtiendo el currículo académico y la forma de interactuar en ambientes de aprendizaje distintos, de intercambiar ideas, argumentar, razonar. Los padres de familia también están ganando, involucrándose mayormente en el proceso de aprendizaje de sus hijos, y por ello es la inminente necesidad de adecuar la forma del trabajo académico, para que no la vivan como una “carga” u “obligación”, porque ya estábamos acostumbrados a entender la escuela como ese lugar que se encargaba de cuidar a los niños mientras los padres cumplían con sus tiempos laborales.

“Y utilizando una estrategia de ganar-ganar, hoy más que nunca, se tiene la oportunidad de que el docente se convierta en un importante guía y formador en el proceso de aprendizaje de los estudiantes, dejando de ser la “única fuente de información”, facilitando la adquisición de conocimientos a través de experiencias retadoras, desarrollando así el pensamiento crítico de los estudiantes, para solucionar problemas tanto de forma individual, como colaborativa.

“De este modo, las escuelas particulares, que han resultado fuertemente golpeadas por la pandemia, tienen en sus manos la ocasión perfecta para modificar sus estrategias didácticas, a fin de continuar ofreciendo un servicio de calidad, voltear a considerar el Aprendizaje Invertido para transformar la dinámica de la educación, construyendo un ambiente interactivo donde el profesor es mediador y guía de sus estudiantes, en tanto ellos, sobre la base de un conjunto de conocimientos previamente estudiados, convierten el aula, ya sea física o virtual, en un verdadero espacio de producción, cuyo principal objetivo es que el alumno asuma un papel mucho más activo y consciente en su proceso de aprendizaje.

“Necesitamos aprender a desaprender, dejar de hacer lo mismo de la misma manera. Es decir, encontrar, descubrir o construir otros caminos que permiten llegar al mismo lugar, dejando las limitaciones que nos vamos autoimponiendo, permitiéndonos desarrollar nuevas competencias y habilidades, y ser capaces de transmitirlo a los estudiantes.

“Las autoridades tienen en la mano la ocasión de oro para transformar positiva y enriquecedoramente el panorama educativo, y que no se resuelve fomentando un aprendizaje asincrónico, autodirigido y en donde prácticamente se está dejando que el alumno decida a qué hora aprender, con la repetición de los programas educativos en diferentes horarios del día, teniendo como gran desventaja que no hay interacción real entre los educadores y sus alumnos, e incluso entre los mismos compañeros, por lo que sí tienen una duda, no será resuelta en ese momento.

“No es difícil voltear a ver la otra opción: el aprendizaje sincrónico, en donde hay una interacción en tiempo real entre maestros y estudiantes, haciendo que cualquier problema o duda que tengan se resuelva ahí mismo, además de que en esta modalidad el alumnado puede ver e interactuar con sus compañeros de clase. Lamentablemente para este modelo, es indispensable contar con equipos electrónicos disponibles, e internet.

“Por supuesto, las ventajas y desventajas de cada uno, dejan manifiesto el hecho que ambos no serán efectivos si no cuentan con una metodología pedagógica que tome en cuenta la tecnología y cómo optimizarla. La calidad de las clases o del aprendizaje depende de una buena planeación y diseño que permita a los estudiantes entender mejor el contenido, además de una continua revisión y evaluación de la efectividad de cada modalidad o tipo de aprendizaje.

“Alvin Toffler expresó en algún momento que “los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer ni escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender”.

Así de claras las cosas, estimados lectores, está en manos de esta administración decidir, si quieren enfrentar esta pandemia con una metodología pedagógica eficiente o simplemente hacer como que cumplen, engañando a los alumnos, a sus padres y autoengañándose, coartándoles a estas generaciones una real y positiva educación que les impida en un futuro ser profesionistas de excelencia. Tiempo al tiempo.

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@CarlosAguilaFra

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