Cambiar de pellejo, no de especie 

¡Vivir en México es lo peor! / Nuestro gobierno está muy mal. Estos son los primeros versos de la famosa canción del otrora grupo de rock Three Souls on my Mind, hoy conocidos como El Tri. Esta...

25 de febrero, 2021

¡Vivir en México es lo peor! / Nuestro gobierno está muy mal. Estos son los primeros versos de la famosa canción del otrora grupo de rock Three Souls on my Mind, hoy conocidos como El Tri. Esta canción vio la luz por primera vez en 1974 en el álbum icónico Chavo de onda. 47 años después, podemos cantar estas letras aludiendo a la misma realidad. Y no es la única “rola” que aún posee una vigencia actual. Aproximadamente, hace 67 años, Chava Flores nos legó a los chilangos –y a los mexicanos en general– una de sus muy icónicas canciones: A qué le tiras cuando sueñas, mexicano. Donde le da al clavo a la política mexicana en un sencillo verso: sigue soñando que el PRI ya no anda en zancos… Porque, pese a lo que alegue el presidente López Obrador y sus ciegos seguidores, la política del gobierno mexicano de la cuarta transformación es una calca del modelo priista que tanto alucinábamos los mexicanos. Distintas escamas, mismo dinosaurio.

A 100 años de la Revolución Mexicana, el poder político mexicano continúa, en general, conformado de la misma manera. Guerrilleros jugando a ser líderes políticos. La lucha por el poder a través de una lógica cortesana donde, si bien nos va, algún bien harán de vez en cuando y solo como resultado colateral. Ya que, lejos de haberse diluido en la victoria del 2000, la esencia del PRI continúa existiendo bajo el estandarte de una entidad política más recrudecida: MORENA. 

Como un simbionte o como un ser parasitario que cambia de huésped, el deplorable panorama político nacional se ha convertido en el más cínico desecho de la sociedad mexicana. Y como tal, se ha decantado en la cloaca partidista que es MORENA que, más allá de regenerar nuestra sociedad para alcanzar un nivel más ético, este partido se ha enfocado a regenerar la vieja guardia política donde el exacerbado presidencialismo y la toma de decisiones unilaterales han sido la noticia de todas las mañaneras. Lo más impactante es que, a pesar de tantas malas decisiones –y ridículas, como el primer vuelo “oficial” que arribó a Santa Lucía– el presidente sigue sosteniendo un nivel de popularidad aplastante de más del 60%1.

¿Qué nos dice esta realidad? A mi parecer que en nuestro afán de librarnos del viejo orden político y buscar un político “del pueblo” hemos empoderado a un hombre con claros complejos mesiánicos y cuya gestión política se ha centrado en un culto a su persona; el cual, sostiene un sistema jerárquico piramidal –hegemónico– donde aquellos que se unen a este movimiento son bautizados como “siervos de la nación” independientemente de su carrera profesional o su calidad moral. Lo cual, más allá de representar una “cuarta transformación”, ha marcado un rápido regreso a la gestión priista tal como era en los tiempos de Díaz Ordaz o Echeverría Álvarez. Con lo cual me parece que el presidente López Obrador es un priista “clásico” que ha viajado bajo el estandarte del “hombre del pueblo” para ocultar su auténtico conservadurismo ya que, especialmente durante los últimos tres años, el presidente se ha dedicado a concentrar el poder en su persona gracias a tácticas priistas como el tráfico de influencias y el antagonismo político radicalizado en las diferencias sociales. 

Estas estrategias ya han sido estudiadas por muchos intelectuales, políticos y periodistas. Una de estas perspectivas es la del escritor Juan Villoro, quien es uno de los invitados de María Scherer y Nacho Lozano para describir los rasgos principales del priismo en el original libro El priista que todos llevamos dentro (México: Grijalbo, 2016).En la entrevista que se presenta, Villoro explica que los cinco adjetivos que más describen al priista son: “cínico, corrupto, patrimonial, resistente y algo muy mexicano: cuatachista2. Este rasgo se refiere a que, especialmente para los mexicanos “es muy difícil separar la emoción de las decisiones profesionales. En el priismo no solamente no hay una separación, sino que hay una confusión, y ése es el cuatachismo3. Lo cual, además de ser muy acertado, considero que es el punto de toque de cómo se hace política en México. Lo cual –cabe aclarar– no es hacer política como tal, sino politiquerías como lo he sostenido en otros escritos. 

Considero que es bajo esta realidad del cuatachismo que podemos comprender el criterio bajo el cual la cuarta transformación surge con mayor naturalidad dentro de nuestra cultura, pues además de ser muy cálidos –como latinos–, los mexicanos somos mundialmente reconocidos por nuestra naturaleza amistosa. Lo cual es un efecto que se permea de nuestra identidad cultural. Valoramos mucho a nuestros amigos, a tal grado que una familia mexicana promedio se compone de muchos amigos que se vuelven “hermanos y hermanas”. Y si hay algo que nos importa a los mexicanos, es la familia. Desgraciadamente, este país no ha superado su pasado revolucionario donde la política ha sido gestionada desde el criterio descrito sencillamente con la máxima cotidiana “es mi cuate”. Hecho que se ha ido recrudeciendo en el actual sexenio (si bien, siempre ha estado presente en los gobiernos mexicanos). 

¿Cuál es el problema de esta visión pseudo-política de la gestión pública? Que niega el fin real de la política: el bien común. Dicho con las palabras correctas, hay una perversión del orden público pues, como afirma Villoro, no hay una línea que separe la esfera pública y privada. Lo cual hace que el pseudo-político mexicano solo persiga el bien propio y el de aquellos bautizados como “sus cuates”. Esto es la corrupción tan repudiada en el discurso público tan adorada en realidad. ¡Y que no haya duda! La 4T, a diferencia de su “postura” oficial, no ha practicado “la austeridad republicana” que tanto pregona en su gestión. Pues, al momento de llenar sus filas, el presidente López Obrador no se ha tentado el corazón para reclutar a personalidades como el infame Bartlet. O, ¿qué tal el escándalo con su hermano Pío? ¡Y claro! Su famoso ya chole cuando defendió a ultranza a Salgado Macedonio. Los tres son claros ejemplos de que el criterio del “cuate” –aterrizado a los “siervos de la nación” que están en la cuarta transformación– son aquellos que merecen cualquier puesto que el presidente, “el jefe” al modo priista, considere adecuado pues “el jefe nunca se equivoca y hay que agradar al jefe como sea: ahí tienen la descripción de esa cultura y ahora se tiene una presencia muy importante en los partidos de oposición”4. Palabras que, irónicamente, pronunció Marcelo Ebrard, nuestro ahora canciller y “carnal” del presidente –quien, curiosamente, afirma que nunca fue “un priista típico”5 –.

Para concluir esta breve opinión, considero importante destacar que este régimen existe porque nosotros, como ciudadanía y electorado, lo permitimos. Al final, tenemos el gobierno que merecemos como frecuentemente afirmamos. Solo nos libraremos hasta cuando dejemos de engañarnos por las retóricas maniqueas que únicamente provocan que nos enfrentemos entre compatriotas en lugar de unirnos como nación y entendamos que nuestro voto tiene más poder del que nos han hecho creer.

1 “Andrés Manuel López Obrador cumple este 1 de diciembre de 2020 dos años de haber llegado a la Presidencia de México y, de acuerdo con el estimado de encuestas de Oraculus, lo hace con una aprobación del 62%”. Consultado en: “AMLO cumple 2 años de gobierno con 62% de aprobación, dice promedio de encuestas”, Expansión Política. Disponible en: https://politica.expansion.mx/mexico/2020/12/01/amlo-cumple-2-anos-de-gobierno-con-60-de-aprobacion-dice-promedio-de-encuestas. Aunque cabe destacar que ha bajado con respecto al primer año. 

 2 Scherer y Lozano, El priista que todos llevamos dentro, 21.

 3 Ídem.

 4Scherer y Lozano, El priista que todos llevamos dentro, 28.

 5 Scherer y Lozano, El priista que todos llevamos dentro, 30. Sentencia abierta a muchas interpretaciones, sin duda.

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