AMLO vs The Economist 

Hace unos días, el semanario británico The Economist publicó un artículo (y una portada en su edición para Latinoamérica) muy crítico del presidente López Obrador. Me da un poco de risa que ahora todo mundo conoce muy...

1 de junio, 2021

Hace unos días, el semanario británico The Economist publicó un artículo (y una portada en su edición para Latinoamérica) muy crítico del presidente López Obrador. Me da un poco de risa que ahora todo mundo conoce muy bien a The Economist. Vaya, es una revista que goza de prestigio internacional y que es leída por las élites financieras y políticas del mundo. Yo estoy suscrito a ella desde hace algunos años y todas las semanas me llegan sus newsletters. Por eso sé que la publicación normalmente critica a muchos líderes –Trump, Biden, Boris Johnson, Putin, Bolsonaro, Erdogan, Orbán–, no solo a López Obrador.

 

¿Qué es The Economist? Es una revista de Economía y Política que se publica desde la primera mitad del siglo XIX. Su posición es el liberalismo. A veces me río de las rabietas que hicieron algunos comentaristas orgánicos del nuevo régimen a propósito del artículo “Mexico’s false Messiah” (El falso mesías de México). ¿Qué esperaban? La filosofía que sigue esta publicación es el liberalismo económico y el liberalismo político. Si uno quisiera leer un artículo que celebre las políticas del actual gobierno, muy probablemente lo encuentre en Granma, el periódico oficialista de Cuba, o en La Jornada, que es el diario oficialista de México. Pero, por favor, no en The Economist.

 

El artículo critica al presidente mexicano, pero también reconoce en él cualidades y logros. Veamos.

 

Aspectos positivos 

El artículo reconoce como positivo el aumento de los salarios mínimos, de las pensiones y el subsidio de los jóvenes aprendices. Acepta que el gobierno de Obrador ha logrado un equilibrio entre gasto público y deuda, y que ello ha permitido que nuestro país goce de finanzas sanas. Subraya que Obrador se ha convertido en la voz de los desposeídos y que no es corrupto; es más, da razón a AMLO al admitir que, efectivamente, la clase gobernante ha sido muy corrupta. Finalmente, destaca el artículo la gran popularidad que goza el presidente (arriba del 60%).

Aspectos negativos

La crítica puede resumirse en ocho puntos. 

Uno: AMLO divide. Para él hay dos tipos de mexicanos: los que lo apoyan (el pueblo) y los que lo critican (las élites). Los que lo apoyan son los buenos; los que lo critican son, además de “traidores”, culpables de todos los problemas del país.

Dos:“Necrofilia Ideológica”. El presidente está enamorado de viejas ideas que han probado no funcionar. Un ejemplo es que solo el Estado debe producir toda la energía que necesita un país, sin importar que sea cara y sucia, dejando fuera la inversión privada.

Tres: Militarismo. El presidente mexicano está entregando el país a los militares. No solo hacen trenes y aeropuertos, también administran puertos y combaten al crimen, además de tener cada vez más dinero bajo su control. 

Cuatro: Desprecio del conocimiento. El presidente desprecia el expertise, lo que ha provocado que su gobierno sea ineficiente.

Cinco: La política de “Abrazos no Balazos”. No funciona. La violencia en México sigue incontenible y el crimen organizado cada vez ocupa más posiciones.

Seis: Lamentable manejo de la pandemia. El artículo explica que el exceso de mortandad en México es, números redondos, de 477 mil decesos durante el tiempo de la pandemia, lo que nos coloca como uno de los países que peor manejaron el problema.

Siete: AMLO desalienta a los inversionistas. El artículo reconoce que la posición geográfica de México es una de sus mayores ventajas y que hay elementos para que el país crezca galopantemente. Muchas multinacionales desean diversificar sus cadenas de producción lejos de China, lo cual es para nosotros una gran oportunidad, además del boom post-Covid que empieza a vivir Estados Unidos. Sin embargo, las acciones del gobierno, no solo en la cuestión energética, sino también la paulatina concentración del poder en manos del presidente, generan incertidumbre y preocupan a los inversionistas. Para The Economist, el presidente mexicano está dañando a la democracia y en los siguientes tres años se verá la magnitud de los daños. De ahí la importancia de las elecciones.

Ocho: Mensaje al gobierno de Estados Unidos. El artículo cierra con una recomendación a Biden: no debe cometer el mismo error que Trump, a quien no importaba el ascendente autoritarismo en su patio trasero (o sea, en México).

Balance

Creo que el artículo en general tiene razón, tanto en los aspectos positivos como en los negativos. No dice nada que no sepamos ya. No pretende ser una pieza periodística, como quisieran algunos periodistas (Ricardo Raphael). Es una simple opinión editorial. No pretende informar, sino expresar lo que para ellos ha sido el gobierno de Obrador. Hay que distinguir entre lo que es una nota informativa y un artículo de opinión. “Mexico’s false Messiah” es lo segundo.

Se podrá controvertir cada uno de los ocho aspectos negativos que resumo. Los seguidores del presidente dirán que todos son falsos, y los opositores afirmarán que todos son verdaderos. En mi opinión –y espero que esto no me haga merecer el paredón de fusilamiento– los ocho puntos contienen más verdad que falsedad. ¿El presidente divide? Sí. Quien diga que no, está viendo otra película. Si bien el término “Necrofilia Política” es horrendo, no podemos negar que el modelo de producción de energía del presidente es de los años 70’s. Sobre el militarismo, es evidente también la participación de las fuerzas armadas en cada vez más ámbitos de la vida civil. Tampoco creo que nadie niegue que el presidente desprecia el conocimiento: él mismo ha dicho que prefiere a alguien leal en las oficinas y dependencias, aún cuando éstas requieran directivos técnicamente calificados. Sobre el fracaso de “Abrazos, no balazos”, simplemente hay que ver la tasa de homicidio doloso en México: hoy es más alta que en 2018 y que en 2012, y cualquiera lo puede corroborar con datos oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Si bien algunos creen que México es el país del mundo que mejor ha manejado la pandemia y que Gatell es un sueño, como dice el presidente, la verdad, admitida por el propio gobierno, es que rondamos los 500 mil muertos por Covid-19, así que no puede decirse que el manejo haya sido excelente: ha sido de los peores en el mundo. Es verdad también que la incertidumbre generada por el gobierno al atacar sistemáticamente las instituciones –instituciones que AMLO considera pérfidas–, y algunas de sus políticas económicas, son un desaliento a la inversión, tanto nacional como extranjera; es cierto que México, teniendo las condiciones para un crecimiento galopante, por culpa de todos sus gobiernos –AMLO, Peña, Calderón, Fox, Zedillo, Salinas, de la Madrid, López, Echeverría, y así, ad nauseam– está en el atraso y bajo condiciones inaceptables de desigualdad social, económica y cultural.

El punto número ocho, aunque controvertible, pues constituye un “call to action” a Estados Unidos, no deja de contener cierta verdad: que Trump y AMLO llegaron a un entendimiento, que mientras México frenara a como diera lugar la migración hacia Estados Unidos, Trump dejaría hacer a AMLO lo que éste quisiera. Por eso, Obrador se decantó abiertamente por Trump en las elecciones estadounidenses. Ahora bien, no es que el gobierno de Biden no esté al tanto de lo que pasa en México, y en eso la recomendación de The Economist es ingenua. Y sí, no deja de ser peyorativo que la publicación nos considere el patio trasero de los Estados Unidos (back yard). ¿Injerencista? Sí, en la medida que una publicación privada y no un gobierno, puede serlo: o sea, nada, o muy poco. Si alguien sostuviera, por ejemplo, que México es injerencista hacia Israel porque un artículo de La Jornada critica a Netanyahu, exhibiría la pobreza de su inteligencia. 

Desafortunadamente el presidente confundió a The Economist –grupo editorial de capital italo-británico– con el gobierno del Reino Unido. Y en esa confusión usó sus ya clásicos epítetos que sus seguidores repiten de memoria: injerencista, golpista, neoliberal, pasquín, majadero, grosero, conservador, corrupto, etcétera. Entre los intelectuales orgánicos del nuevo régimen no faltaron los que denostaron al premier y a la reina, ni los que se refirieron al Reino Unido como la “Pérfida Albión”. Tampoco faltó quien afirmara que el artículo había sido financiado por golpistas conservadores mexicanos (por aquello del llamado al voto). ¡Por favor! Es un artículo de una revista, no la declaración de guerra del gobierno británico (por aquello de “un soldado en cada hijo te dio…”). El señor Obrador podría pasar a la historia como el Neymar de los jefes de Estado (Neymar se la pasa llorando tirado en el suelo, en vez de jugar). Ni siquiera Trump hizo tanto escándalo cuando Der Spiegel publicó una portada verdaderamente siniestra y degradante, en la que aparecía degollando a la estatua de la libertad.

Parece que un medio que haya juzgado favorablemente a un presidente anterior, queda descalificado de plano y para siempre ante los ojos de Obrador y seguidores. Si bien The Economist publicó artículos que veían con buenos ojos la reforma energética promovida por Peña en 2014, también es cierto que la revista ha publicado artículos en contra de otros gobiernos mexicanos, incluidos los de Peña y Calderón. 

El año pasado, el diario francés Le Monde publicó un muy favorable artículo sobre Claudia Sheinbaum. Los seguidores de Morena aplaudieron al diario e hicieron énfasis en que era uno de los más importantes de Europa. Si supieran que Le Monde ha publicado artículos muy críticos de Obrador, tal vez ya no estarían tan contentos. Y así, vemos que el presidente mexicano y sus seguidores sistemáticamente desprestigian y descalifican a publicaciones que se atreven a criticar. La lista es vasta: The Economist, Financial Times, Time, New York Times, Washington Post, Wall Street Journal. Y ya no digamos la prensa en español. Todos a sus ojos son conspiradores y hacen una especie de siniestro nado sincronizado para hundirlo a él y a la 4T.

 

El presidente se debe serenar. Obrador explota contra todo aquel que sea crítico de su gobierno. A veces exhibe y acusa sin pruebas. En ocasiones hasta se burla, como el día de la portada del Reforma sobre las masacres, o su última chanza de la vitacilina. Pero que no se diga nada de él, porque entonces hace el coraje del mundo. Ahí se ve su incongruencia y la de sus seguidores, que se tiran al drama igual que él. Un día antes del artículo de The Economist, AMLO recomendó a todos sus críticos que usaran vitacilina. Pero un día después, ¡pum!, “instant Karma”: vitacilina, ¡ah qué buena medicina!

 

Y para terminar, como siempre la habilidad de AMLO hace que todo se le resbale y hasta le favorezca. Que el amado líder sea golpeado provoca que sus seguidores lo adoren más y piensen menos. El presidente mexicano no solo tiene un carisma político que funciona como magneto; su figura empieza a adquirir una dimensión religiosa: para muchos de sus seguidores, él ya es un Imán. Al Imán no se le cuestiona…

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