La era de la simulación. ¿Hiperrealidad, posrealidad, o el día a día?

Simular, verbo que refiere a representar algo, imitando o fingiendo lo que no es. Similitudo servitutis, semejanza con la esclavitud. Somos una sociedad esclava del...

18 de marzo, 2019

Simular, verbo que refiere a representar algo, imitando o fingiendo lo que no es. Similitudo  servitutis, semejanza con la esclavitud. Somos una sociedad esclava del miedo, del mercado, del dinero, de las enfermedades. Sociedad sometida, como Aldous Huxley lo refiere “los esclavos amarían su servidumbre” al referirse a la dictadura perfecta.

Tiempo de vulnerabilidades e incertidumbres, de sociedades líquidas, de vidas desperdiciadas, nos dice Zigmun Bauman (2006) se apuesta más a la rapidez que a la profundidad.

El concepto de Hipermodernidad (Aubert, 1993-2007) se articula con la concepción de Z. Bauman al evocar las sociedades líquidas (1999); con la noción de sociedades de riesgo de U. Beck (1994); con la crítica del cyber mundo que avanza Paul Virilio (2005); con fundamentación de Richard Sennet (2000) sobre las nuevas formas de la cultura del capitalismo financiero y del neo-liberalismo simbólico y real (Araújo, s/f).

Dice Ana María Araújo,  la razón se torna “razón instrumental”, citando a Habermas (1987) y el fin justifica los medios, y la instrumentalización del pensamiento invalida, a veces, el tiempo de la crítica y la reflexión. La razón es sustituida por una cierta racionalidad sujeta a las leyes del mercado productivo y educativo, a un marketing social y comunicacional (S/f).

Así nace la era de la simulación:

Simulamos no estar enfermos, el estrés, la ansiedad, alergias, obesidad, el mal del que no se quiere hablar.

Simulamos que no hay violencia, cuando de cada diez mujeres, seis son violentadas en sus hogares por personas conocidas.

Simulamos que se enseña en un sistema fracasado que importa más llenar papeles que el proceso de enseñar en valores, que enseñar a ser ciudadanos.

Simulamos que se aprende en las escuelas, vendido por puntos extra para salvar las materias, participando en festivales, desfiles, marchas de la escuela; vendidos a un sistema que no reprueba.

Simulamos que se trabaja, ocupando puestos con salarios mínimos porque el estándar (¿de quién?) así lo marca, tiempos completos (esclavos) con condiciones de contratos efímeros.

Simulamos conocimiento en la era del conocimiento, mucha información, poco conocimiento, no se tiene pensamiento crítico, se lee a medias, se entiende poco, la mediocridad se acomoda.

Simulamos que los medios de información comunican verdades, escuchamos y vemos noticieros que manipulan la mente con verdades a medias, mentiras completas y filtros puestos a partir de políticas y empresas que las promocionan.

Simulamos que hay ciencia, no hay presupuesto para eso ¡raro y caro!

Simulamos que la tecnología nos va a ayudar a vivir mejor, más tiempo de vida pero conectados, ingiriendo medicinas, mas ciegos por las pantallas, más totos por las radiaciones.

Simulamos que vivimos mejor, que se busca la calidad de vida, más cosas materiales, menos felicidad, menos oportunidades.

Simulamos amar la naturaleza mientras seguimos consumiendo y generando residuos como si tuviéramos otro planeta para habitar.

Simulamos amar a los animalitos, los perritos y gatitos callejeros abandonados… mientras la mitad de la población infantil trabaja y muere de hambre.

Simulamos solidaridad cuando se trata de  dar materialmente, no cuando supone nuestro tiempo y nuestro amor por el otro; insultamos en la calle, poco toleramos, somos más violentos en nuestras reacciones.

Simulamos conocer y vivir valores (sin ética en la educación), no saludamos, no agradecemos, no me importa quién es diferente a mí, que no me estorbe en mi camino.

Simulamos ser incluyentes, cuando nos alejamos al ver a una persona con discapacidad, cuando las políticas no les otorgan ni lo que por derecho tienen, cuando hablar de forma “incluyente” insulta hasta el lenguaje más incluyente cuando despreciamos nuestras lenguas maternas.

Simulamos respeto a los adultos mayores, una carga sin aportan nada, ya no sirven, el viegismo.

Simulamos democracias cuando  la política está cargada de falacias, ad verecundiam, apelación a la falsa autoridad, ad populum, por lo que todo el pueblo dice.

Simulamos que las políticas públicas se hacen a favor del bienestar de los ciudadanos, menos apoyo a  los menos favorecidos, no hay presupuesto.

Simulamos de posición económica cuando vivimos en casas rentadas pero nos endeudamos con la tarjeta y el coche del año.

Simulamos que vivimos en paz en una sociedad en la que cada día hay más desaparecidos, fosas clandestinas de cientos de muertos y más decapitados que en una guerra oficialmente declarada.

Simulamos que la felicidad viene al pagar un espectáculo,  que solo si se paga vale la pena, lo gratis, lo no cuantificable no  vale.

Simulamos vivir en ciudades que nos estrujan el alma en las horas de transporte, en los pocos espacios verdes, en la inseguridad del asalto y la violación.

¡Simulamos que se es feliz!

¡Simulamos que no pasa nada!

¡Simulamos que sabemos amar!

¿Simulamos que nos controlan a través del miedo, la angustia, los créditos, la enfermedad?  O ya estamos viviendo la mediocridad sin darnos cuenta, estamos en ello, solo hay que sobrevivir.

 

REFERENCIAS:

Araújo A M (S/F) La vertiginosidad del pasaje del tiempo: Trabajo e hipermodernidad. Facultad de Psicología, universidad de la República. URUGUAY

Bauman. Z. (2006). Amor líquido. México: Fondo de Cultura Económica

 

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