¿Qué tan eficientes en términos de la salud son los impuestos a las bebidas alcohólicas?

La OCDE señala que aumentar los precios del alcohol puede ser clave para los países que buscan mejorar la salud de su población y a la vez la economía.

18 de enero, 2022 alcohol_botellon

La semana pasada Álvaro Rattinger nos comentaba que en 2021 aumentaron los accidentes automovilísticos en México y que, en las épocas de fiestas, siete de cada 10 accidentes automovilísticos son provocados por el consumo excesivo de alcohol. En este sentido, en muchos países las políticas públicas se han encaminado a: 1) incrementar los precios del alcohol; 2) imponer restricciones para quien toma y maneja; y 3) realizar campañas de concientización.

La publicación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) denominada “Previniendo el Uso Dañino del Alcohol”, analiza el impacto económico y en la salud que tiene el alza en los precios de las bebidas alcohólicas.  En este sentido, el documento deja ver varios hechos interesantes. En primer momento, el alcohol se ha vuelto más accesible en las últimas dos décadas. Por ejemplo, en algunos países de Europa del Este como Lituania, Rumania, la República Checa y Eslovaquia, el acceso al alcohol se duplicó en el periodo 2000-2018 porque el crecimiento en el ingreso real excedió al crecimiento en los precios relativos del alcohol. 

Por otra parte, el uso dañino del alcohol es una prioridad de salud pública, entre otras cosas, por los efectos económicos que conlleva. En los países del G20, 22% de los adultos consumen 6 o más bebidas por cada sesión o salida. De esta forma, el consumo excesivo del alcohol puede derivar, no solo en alcoholismo sino también en cáncer, cirrosis, muertes prematuras, entre otras enfermedades. Adicionalmente, las personas que tienen alcoholismo tienden a enfrentar dificultades para encontrar trabajo y, cuando lo encuentran, son menos productivas. El costo por tratar estas enfermedades en promedio en los países del G20 es de 1.2% del presupuesto total en salud (anual), llegando a ser hasta del 2.6% en el caso Rusia.

Dado el panorama, la OCDE sugiere a los países ajustar sus cuotas por inflación, pues un estudio donde se incluyeron a 50 países mostró que el 74% de los países no aumentan sus impuestos de manera automática conforme a la inflación. Sin duda eso contribuye a que las bebidas alcohólicas sean cada vez más accesibles en algunos países. 

De igual forma, la OCDE señala que aumentar los precios del alcohol puede ser clave para los países que buscan mejorar la salud de su población y a la vez la economía. No obstante, es importante que los gobiernos determinen a qué tipo de consumidor castigar, pues a pesar de que el aumento en los precios desincentiva el consumo, afecta tanto a las personas que abusan de él como a aquellos que tienen un uso moderado. 

En México, en relación al Impuesto Especial sobre Producción y Servicios, la tasa aplicada a las bebidas alcohólicas no ha mostrado cambios desde 2013, año en el que se establecieron tasas de 26.5% a 53%, según la graduación alcohólica y sin importar el tamaño del producto. Ante esta situación, se planteó reformar la Ley del IEPS en septiembre del año pasado para imponer una cuota fija de 1.40 pesos a cada grado por litro de bebidas alcohólicas y cervezas, no obstante, no tuvo éxito.

La discusión tributaria en nuestro país se ha centrado en sustituir el impuesto ad valorem, que tenemos actualmente, por uno ad quantum, basado en la cantidad de alcohol que tiene cada bebida, pues en México solo se utiliza el primero. No obstante, resulta conveniente ampliar la discusión para incorporar las conclusiones de la OCDE, particularmente la de actualizar los impuestos conforme a la inflación para evitar hacer más accesibles dichas bebidas y que por ende aumente el consumo.

Es importante hacer énfasis en que el fin de un impuesto de esta naturaleza es corregir las externalidades negativas generadas por el consumo excesivo de bebidas alcohólicas y no, necesariamente, convertirlo en una fuente de ingresos. Si bien es cierto que en la LIF de 2022 se estima un incremento de 24% por este impuesto, en comparación con 2021, la realidad es que el consumo de alcohol entre la población mexicana también ha crecido en proporciones considerables. Por estas razones, es imprescindible iniciar la discusión a partir de las buenas prácticas internacionales y transformar la realidad de muchos mexicanos que enfrentan graves problemas de salud.

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