Estamos experimentando una escalada de precios en el país. El problema es que el promedio no atenúa los efectos en el bolsillo y el gasto de las personas. Los precios de los perecederos básicos se encuentran muy por arriba de la tasa de inflación promedio. Esta demanda elástica, por definición, ajusta el precio por encima de la cantidad demandada y por tanto es inflacionaria. Si el consumo derivado de la cantidad demandada excede la oferta, el precio se eleva y naturalmente el proceso inflacionario se desata. Atrás ha quedado la justificación de la pandemia, pero no queda atrás el descuido de las cadenas de producción.
El franco descuido del abasto provoca no solamente un efecto retardatario en los márgenes de producción, simplemente los anula. Eso hizo esta transición en turno de gobierno. El abandono desembocó en la quiebra de un millón de entes productivos. Al no existir componentes básicos, suceden los fenómenos que padecemos: las importaciones suelen hacer lo que naturalmente hacen en tanto se restablece la planta productiva, pero el límite lo impone la misma oferta de agentes en competencia. Por otro lado, el consumo lo regula el nivel de ingreso y este a su vez depende del empleo formal, en rezago.
Este círculo encierra cierta captura de recuperación en un ambiente de crecimiento de la economía, pero en una economía sin crecimiento se une la tasa de escalada de precios, inflación, con un crecimiento nulo y este fenómeno produce una estanflación que detiene las variables económicas. No olvidemos que las variables de la economía entre las que se encuentra la tasa de interés, marcan la estabilidad o equilibrio entre el ahorro y la inversión. Si nuestro Instituto Central de Moneda, Banco de México, decide subir su tasa de referencia, admite en cierto modo el proceso inflacionario para encarecer el crédito y con ello detener planes de expansión de planta y equipo. Si la producción de bienes se interrumpe un cierto tiempo, la oferta retrasa los posibles efectos de circulación monetaria y puede atenuar efectos inflacionarios.
Pero el problema se torna más complejo si contemplamos el aspecto macroeconómico y añadimos la balanza comercial en su totalidad para observar el comportamiento de nuestras exportaciones. Hasta ahora, han resuelto una gran parte del equilibrio comercial de la nación, pero la falta de certidumbre en esta transición y desde luego traducida en desconfianza, ha dejado de lado reposiciones de capital fresco en instalaciones de planta, obligando a las empresas a la reinversión de utilidades sin capitalización. En este capítulo es importante señalar que los inventarios juegan un papel preponderante. Si los inventarios se agotan, el ciclo de reposición se aplaza fundamentalmente por dos razones: mercado e inversión. El primero radica en la especialización y el segundo en el riesgo.
La apuesta de un ente productivo no es sencilla cuando las señales de un gobierno en turno optan por vías alternas al orden jurídico y se apartan de preceptos signados en la formalidad que deberían representar tratados multilaterales. El asiento de operaciones de un agente multinacional siempre estará atento a las facilidades para la fase operativa más allá de la oportunidad de comercio o competencia. La operación es crucial para la supervivencia; la competencia es un derivado de la presencia y en ella intervienen aspectos de investigación y desarrollo, todos cualitativos, pero la verdadera esencia de la operación radica en la certidumbre. México y su gobierno transitorio en turno, no la ofrecen.
Entonces, vivimos un panorama que no merece un gran aliento, el proceso de capitalización no se encuentra en su mejor momento, la quema de inventarios se encuentra en niveles de riesgo para el sector manufacturero, la producción agropecuaria ha sido parte del abandono a la actividad privada y el apoyo al campo mexicano. Por tanto, la dependencia del exterior se hace patente en el insumo de la canasta básica y el fenómeno de la demanda muy por encima de la oferta provoca niveles de inflación que superan el 6% de la tasa promedio hasta doblar en muchos casos los precios de tortilla, huevo, cárnicos y fruta.
Esta transición ha fallado en todos los órdenes de composición de gasto; ha desbordado el ahorro de programas y reservas y lo ha agotado e incorporado a actividades prescindibles de obra y de aparente sustento de la capa o contrato social. El efecto de la dispersión del recurso de la nación ha contrapuesto el orden del ingreso de particulares con el ingreso real derivado del agregado de mano de obra en las cadenas de producción, de modo que ese ingreso no correspondido a ningún precepto de costo ha desvirtuado los elementales órdenes del consumo. Esa descomposición y el efecto transitorio en el consumo han provocado una irrupción en los estratos de la sociedad y afectado por ende la pobreza.
El efecto inmediato en la multiplicación de pobres obedece a la capa intermedia como patrón de captura de voluntades; el simplismo de un patrón derivado de clases urbanas o suburbanas como intento de redención en el supuesto entrenamiento y capacitación ha mermado las clases rurales que en conjunción con el abandono de programas de cultivo tradicional, aunado a la imposición de una supuesta siembra de vida, ha vuelto al círculo vicioso y erradicado del Fondo Nacional de Fomento Ejidal para forzar empresas con la óptica de guía gubernamental en ese ofensivo supletorio de la individualidad y la aspiración de comunidades que conocen su tierra, su clima y su circunstancia de vida.
Todo este conjunto de circunstancias que se mencionan, naturalmente inciden en imperfecciones que van encontrando acomodo en las irrupciones de política pública que debió concebirse años atrás. La inflación no es temporal porque las políticas implementadas de origen no la contemplaron; la afectación a la cadena de valor se dio antes de la pandemia. Si de 6% hablamos para terminar el año, podemos redondear una mayor carencia en insumos básicos y situar elementos de consumo imprescindibles en la dieta mexicana en un 12%. Enfrentar el salario mínimo sin crecimiento, otro desafío no contemplado.
Ahora veremos el capítulo de capitalización de agentes productivos a la sombra de una ominosa reforma que retrocede los planes de la nación cincuenta años en materia energética. Eso tenemos…
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