Recientemente llamó mi atención una información del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en México (PNUD México), el cual resaltaba la importancia del trabajo y el papel de las mujeres en el cuidado del medioambiente, así como en el medio rural y agrícola.
El PNUD alerta que, a pesar de su importancia en la producción de alimentos y en el mantenimiento de los recursos naturales, las mujeres rurales enfrentan desafíos que limitan su autonomía física, económica y ambiental.
Estos desafíos incluyen:
- La falta de acceso a la tierra y control limitado de recursos naturales.
- La limitada participación en la toma de decisiones políticas, económicas y sociales relacionadas con el medio ambiente y el clima, lo que aumenta su vulnerabilidad.
- La discriminación y violencia de género.
De acuerdo con estimaciones de la FAO, si las mujeres rurales tuvieran el mismo acceso a los recursos que los hombres, la producción agrícola en países en desarrollo podría aumentar un 4%. Además, disminuiría entre 12% y 17% el número de personas desnutridas en el mundo.
En México tenemos una brecha enorme en la mano de obra de las mujeres en el sector rural. De acuerdo con el Censo Nacional Agropecuario 2022, existen 27.25 millones de personas que trabajan en actividades agropecuarias y forestales, de los cuales, 4.42 millones son mujeres (16.2%), y 22.82 millones son hombres (83.8%).
De cada 100 personas que trabajan en actividades agropecuarias y forestales en México, 14 son mujeres y 84 son hombres. Más hombres componen la mano de obra en el campo, pero esta cifra nos revela también que en el entorno rural son muchas las mujeres que se dedican a actividades del hogar, lo cual en la mayoría de las veces representa un trabajo de tiempo completo que no conlleva ninguna remuneración económica.
El PNUD señala que a pesar de los desafíos, las mujeres indígenas y rurales son agentes de cambio y juegan un papel esencial en la protección del medio ambiente y el uso sostenible de los recursos naturales.
Es por esta razón que hay un sentido de urgencia para que no solo los gobiernos sino actores dedicados a la protección del medio ambiente destinen recursos, esfuerzos y presión política para que más mujeres tengan acceso a la titularidad de la tierra, a la mejora de sus ingresos económicos y a la superación de todos aquellos factores que repercuten de manera clara en sus condiciones de vida.
El análisis de los entornos locales importa mucho
En México, existen estados como Nayarit, Colima, Querétaro, Hidalgo, Morelos, Quintana Roo y el Estado de México en los que la superficie destinada a actividades agropecuarias y forestales es menor a 1.2 millones de hectáreas (considerado relativamente bajo).
En cambio, estados como Chihuahua, Sonora, Coahuila, Jalisco, Chiapas y Veracruz tienen superficies destinadas a actividades agropecuarias y forestales superiores a los 3.6 millones de hectáreas (considerado el espectro más alto en cuanto a superficie).
Esto muestra que el trabajo agropecuario y forestal no tiene la misma dimensión en los entornos locales del país, lo cual debe servir para revalorizar políticamente las acciones de los estados encaminadas a este importante sector que es el que produce en mayor medida nuestros alimentos.
Pero estas revalorizaciones del trabajo y de la superficie explotable para fines agropecuarios y forestales deben hacerse con una clara perspectiva de género, pues como ya he mencionado, las mujeres deben ir cobrando mucho mayor protagonismo en la escena económica del campo y del entorno indígena.
En un entorno en el cual el cambio climático está haciendo estragos en el medio ambiente a través de un incremento notorio de la aridez del suelo, nuestra capacidad para producir alimentos, se está viendo seriamente comprometida, por lo que las acciones de las mujeres en esos entornos se vuelve un factor crucial.
Comparativo de la superficie de los estados dedicada a las actividades agropecuarias y forestales en México
(Mapa de calor diferenciado por el número de hectáreas en cada estado)
Fuente: INEGI. Censo Nacional Agropecuario 2022.
La FAO reconoce el rol de las mujeres en el Día Mundial de la Alimentación
Hoy se celebra el Día Mundial de la Alimentación, en un esfuerzo conducido por más de 150 países miembros de la ONU para divulgar este importante acontecimiento.
El agua es el recurso más importante para garantizar la provisión sostenible de alimentos.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, 2 400 millones de personas viven en países sometidos a estrés hídrico.
Muchos de ellos son pequeños agricultores que ya luchan para satisfacer sus necesidades diarias, especialmente las mujeres, los Pueblos Indígenas, los migrantes y los refugiados.
Esto toca no solo al campo sino también a los entornos cercanos a las comunidades costeras y océanos. La FAO estima que más de 600 millones de personas dependen de los sistemas alimentarios acuáticos para vivir.
Últimos comentarios
En resumen, y como señala el propio PNUD México: “Las mujeres indígenas y rurales son agentes clave para alcanzar la seguridad alimentaria, conservar la biodiversidad, impulsar acciones de adaptación ante el cambio climático, reducir la pobreza y lograr el desarrollo sostenible”.
En este sentido, el PNUD en México impulsa el proyecto Redes de Sororidad Verde (RSV), el cual acompaña a grupos de productoras indígenas y rurales para mejorar sus condiciones de vida mediante acciones con enfoque de género encaminadas hacia:
- La producción sostenible
- La gestión de recursos naturales
- La protección de ecosistemas.
Un ejemplo de esta estrategia es el grupo “Mujer de Mar y Maíz”, que ha fortalecido sus procesos productivos y financieros a través de la autogestión de fondos revolventes para el ahorro colectivo.
Cuando sus capacidades financieras se vieron fortalecidas, este grupo de mujeres fue más allá y comenzó a identificar los factores de degradación ambiental que tienen un impacto negativo en sus actividades productivas y medios de vida, para desarrollar propuestas para la conservación de los recursos naturales y reducción de residuos sólidos.
Este es pues el tipo de iniciativas locales que merecen potencializarse a través de financiamiento por parte de las instituciones financieras como el CAF, del cual hace algunas semanas estuvimos hablando en esta mesa.
Me gustaría concluir diciendo que es necesario reconocer los roles de las mujeres en el entorno rural e indígena ligado a las actividades agropecuarias y forestales, pero también, como advierte el PNUD, sus saberes, necesidades y contribuciones en favor de la autonomía ambiental y el desarrollo sostenible.
Necesitamos que los gobiernos y organizaciones sin fines de lucro promuevan medidas afirmativas que les permitan a las mujeres acceder a recursos para impulsar sus proyectos, así como para tener acceso a la titularidad de la tierra.
En resumen, no solo en la ciudad, sino también en las economías rurales: sin las mujeres no hay un futuro promisorio.
X: @romero_hicks
Facbook: José Luis Romero Hicks
Referencias
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