Se cuenta que la extinta Margaret Thatcher en una conversación con Pedro Aspe comentó que la banca era como el corazón que bombea la sangre de los recursos al resto del sistema económico-financiero y por lo tanto resultaba inconcebible que ésta estuviera en manos extranjeras (en alusión al caso mexicano).
Desde la desesperada medida, absurda y carente de sentido de nacionalizar la banca por parte del presidente López Portillo en 1982, hasta su extranjerización debido a la crisis de 94-95, la banca mexicana ha sido más un lastre que un motor en el desarrollo económico en México. Entre los efectos perniciosos se encuentra el que una de sus principales fuentes de ingreso sea aún el eterno pagaré FOBAPROA – IPAB, también el que un buen porcentaje de las ganancias de las matrices sean de sus sucursales en México en las cuáles se respaldaron para salir mejor libradas durante la crisis financiera internacional del año 2008. De los aspectos positivos se puede subrayar la actual fortaleza del sistema bancario en México, sujeto en su totalidad a los criterios del gran acuerdo regulatorio internacional de Basilea (III), que dan certidumbre a la inversión nacional y extranjera.
El grupo financiero Banamex City Group, en una decisión completamente apegada a criterios de negocio, ha decidido desagregar su segmento de banca al menudeo (de consumo y empresarial). Esta decisión forma parte de su estrategia global para centrar sus actividades en la banca corporativa, mercado de dinero y de capitales. Esto último se convierte en una oportunidad de oro para que la banca privada en manos de accionistas nacionales crezca, ya que se puede aún afirmar que el único grupo bancario de importancia con capital fundamentalmente nacional es Banorte, (que por cierto, con su fusión en marcha con Grupo Interacciones, tiene un ambicioso plan de expansión, con la meta de convertirse, en un plazo de 25 años, en el principal grupo financiero en México); después están pocos bancos mexicanos dignos de competir con los grandes, pero con mucho potencial, como Inbursa de Grupo CARSO, AFIRME y otros pocos. Ojalá uno de estos adquiera la red de sucursales y todos los segmentos de mercado que incluye Banamex en su venta (seguros, AFORES, tarjetas de crédito, hipotecarios, cuentas personales, empresariales, etc.).
Una de las ventajas de que esta operación se realice en el presente sexenio es el prácticamente nulo margen en lo que a opacidad se refiere; nos podemos olvidar de la posibilidad de otro atraco a las arcas nacionales del tipo de Roberto Hernández, magnate que al venderle hace aproximadamente 20 años a City Group, lo hizo por medio del mercado de valores, con la única finalidad de evadir al fisco, lo cual dio como dividendo al Señor Hernández cosa de 3500 millones de dólares en detrimento a la Hacienda pública. En fin, ojalá que alguno de los grupos bancarios de capital mexicano adquieran la red de sucursales y servicios que pone a disposición Banamex/City Group, fortaleciendo así y cada vez más a una banca en manos de capital nacional, abonando a que ese corazón del sistema económico financiero bombee los recursos de una forma en que el país vaya teniendo mayores posibilidades de crecimiento económico en un futuro no tan lejano.

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