Capacidad de compra

De 2018 a 2023, el salario promedio se incrementó en 18.58%; mientras que la inflación hizo lo propio en 38%; por lo que el poder de compra se redujo en 19.42%, casi casi 20% o una quinta...

6 de marzo, 2024

Fernando Jeannot

Poder de compra o poder adquisitivo implica decir que se tiene el atributo de influir en el comportamiento de otro; al mismo tiempo; aunque, por otra parte; que deducir el alta, la baja o la constante capacidad de compra resulta del intercambio entre un agente económico formador de precios (el vendedor) y otro tomador de precios (el consumidor), siendo que la capacidad de compra de los consumidores no acarrea la modificación del comportamiento del vendedor. Gracias a que es formador de precios, el vendedor puede rentabilizar la captura de rentas para escalar su patrimonio.

La capacidad de compra, también, es la magnitud de la facultad necesaria para adquirir determinado bien o servicio. La variación de la capacidad de compra con respecto a la de la inflación, consiste en el indicador más inmediato y generalmente aceptado del poder de compra o poder adquisitivo. En el caso de que haya deflación, los neoclásicos creen en que existe un excedente del consumidor, lo cual es solamente una hipótesis teorética fuera de la realidad económica. El supuesto excedente del consumidor se calcularía por la diferencia entre el precio de mercado y el precio que el consumidor estaba dispuesto a pagar ex ante. En realidad, cualquier consumidor que ve incrementado su poder de compra en la medida de esta diferencia, gastará la misma en nuevos satisfactores o en los mismos de antes, pero en mayor cantidad. Recordemos que el deseo de los consumidores es infinito y el principal motivo de la creación de necesidades; por lo que el supuesto excedente del consumidor desaparecerá inmediatamente mediante la compra de más y mejores aguacates, o más carne de cerdo, tequila y cerveza, o pantallas de televisión o smartphones.

Dada la configuración de la sociedad en distintas clases sociales, los pobres tienen una función de consumo, la clase media otra, y la clase alta otra más; por lo que erogarán al supuesto excedente del consumidor en una categoría u otra. El supuesto excedente del consumidor es una noción solamente teorética, la cual no tiene otra utilidad que la de entretener a los neoclásicos ociosos.

La inflación es el aumento sostenido y generalizado de los precios de bienes y servicios en una economía durante un período de tiempo; la cual degrada al poder de compra de los consumidores cuando los precios aumentan a un ritmo más rápido que el de los ingresos. La relación entre inflación y poder de compra es discriminante según se trate de tomadores o formadores de precios.

Cuando los precios aumentan y en el caso de los tomadores de precios, el poder adquisitivo disminuye, ya que se necesitará más dinero para adquirir los mismos bienes y servicios que antes; pero, en el caso de los formadores de precios, estos valores aumentan anticipando a la inflación en función de la memoria inflacionaria. En el caso de que la población no tenga memoria inflacionaria, los precios permanecerán constantes porque las gentes han exorcizado al diablo de la inflación. Diferentemente y cuando sí la tiene, el formador de precios captura la renta correspondiente mediante la especulación referida al mismo bien o servicio porque el poder de mercado del vendedor le permite descontar más que proporcionalmente a la inflación.

La inflación genera cazadores de rentas, pero no ganancias de productividad ni crecimiento del producto real. La inflación de crecimiento es una falacia keynesiana proclive a la captura de rentas y a la sociedad rentista; pero no a un crecimiento equitativo del producto ni, mucho menos, al juego de todos ganan que aplica en todas las clases sociales cuando el crecimiento está basado en las ganancias de productividad repartidas en forma ecuánime.

En México, la historia del poder de compra es la historia de la economía rentista. El influjo de remesas en México (captura de rentas basada en la emigración), para octubre de 2023, alcanzó un récord histórico de casi 6 MM de dólares (El País 010223), el cual superó a la cifra de la exportación de petróleo bruto, por lo que estamos viviendo en una economía nacional remesada, en vez de petrolizada; en todo caso rentista, la cual se recicla sin solución de continuidad.

El salario mínimo es representativo de lo percibido por los tomadores de precios. La historia compartida entre el poder de compra y la economía rentista, da razón de una secuencia histórica donde los tomadores de precios han perdido poder de compra a causa de la emergencia y durabilidad de la economía rentista. Con altibajos, y desde los 1940 hasta el presente, el salario mínimo fue perdiendo poder adquisitivo.

El salario mínimo en México ha experimentado variaciones durante su secuencia histórica (INEGI). Disminuyó desde 1939 a 1953, pero aumentó durante el Desarrollo Estabilizador a partir de 1954. Aumentó en paralelo de la inflación desde 1972 hasta 1976, y disminuyó desde este último año hasta 2000. Se mantuvo casi constante desde 2001 hasta 2018 al paso de una inflación con leve tendencia a la baja. Aumentó desde 2019 en adelante, aunque, obviamente, su poder de compra fue estructuralmente bajo debido al nivel de ingresos que personifica tal salario mínimo. De todas maneras, los tomadores de precios pobres experimentaron una mejoría en su poder de compra 2019/2023.

Por otra parte, pero desde 2018 a 2023; el salario promedio se incrementó en 18.58%; mientras que la inflación hizo lo propio en 38%; por lo que el poder de compra se redujo en 19.42%, casi casi 20% o una quinta parte. La clase media tomadora de precios fue la más castigada en su poder de compra.

Es muy probable que esta política económica de discriminación clasista repercuta en los comicios de junio 2024, porque la capacidad de compra es un arma electoral.