Campesinos al asalto del cielo y en el purgatorio

En efecto, hay campesinos del Tercer y Cuarto Mundo asaltando al cielo, al mismo tiempo que hay otros campesinos del Primer Mundo detenidos en el purgatorio.  Los campesinos del Tercer y Cuarto Mundo deben asaltar al cielo...

20 de marzo, 2024

En efecto, hay campesinos del Tercer y Cuarto Mundo asaltando al cielo, al mismo tiempo que hay otros campesinos del Primer Mundo detenidos en el purgatorio.  Los campesinos del Tercer y Cuarto Mundo deben asaltar al cielo porque han sido educados en una cultura tradicionalista adversaria de la introducción de incentivos de mercado en el campo.

Esta adversidad se debe a que el patrimonialismo político bloquea la modernización campesina mediante cacicazgos y otras perversiones de la organización rentista del Estado nación (Max Weber). Si en la esfera económica el régimen de acumulación se asienta en la captura de rentas, pero no en las ganancias de productividad, ello proviene del patrimonialismo político como régimen de dominación y subordinación previo al establecimiento de una racionalidad de tipo weberiano con comportamiento instrumental.

El patrimonialismo político se asienta en relaciones personales de tipo cortesano y premios regalianos que se practican habitualmente asociados al nepotismo y al paternalismo, de allí que para medios como el mexicano se trata de escenarios económicos mayoritariamente compuesto por la propiedad ejidal, la cual se ha mostrado adversaria sistémica de la propiedad privada portadora de la economía de mercado. Los ejidos, nunca promovieron la producción colectiva, tal como lo imaginaron los cardenistas de 1930; sino que configuraron una fuente de labradores rentistas confortablemente instalados en la burocracia campesina.

Una competencia política tan sesgada como la administrada por el populismo gobernante, cobija ciertamente al patrimonialismo y frena el progreso de las formas de dominación y subordinación racionales que derivan de la eficacia instrumental y propende el desarrollo competitivo de los mercados. Por el contrario, cacicazgos y competencia política del reinado populista, no parece ser el mejor ambiente concurrencial para el progreso de la modernización rural en base a la expansión competitiva de los mercados con la eficiencia adaptativa que impone la libertad de comercio, aun en forma de bloques de multinacionales.  

Pero habría que tener cuidado en suponer que el agotamiento del régimen de partido único implica automáticamente el agotamiento del patrimonialismo: lo que está sucediendo es que una vez superado el régimen de partido único sobreviven las prácticas patrimonialistas, ahora cobijadas en una competencia política tripartita.

El desarrollo estabilizador del salinismo instauró reformas de mercado en el campo, las cuales inauguraron, y solamente inauguraron, un proceso de modernización competitiva a partir de cambios institucionales y organizativos tendientes a una Vía Farmer de modernización campesina. Lamentablemente, y por razones no necesariamente relativas al sector agrícola y forestal, todo el proceso reformista entró en crisis a partir del año 1994 y los conflictos específicos de la ruralidad, quedaron subsumidos en el atolladero general. Ahora y en el futuro cercano; pa’ peor, la politización de la justicia desfoga y desfogará en el mercadeo del atraso institucional y organizativo del campo.

Según Beaud, la lógica productivista y consumista de los  capitalismos de mercado o de Estado, los hacen cada vez menos sustentables, lo cual configura cinco escenarios alternativos del objeto de la transformación artefactual campesina: (1) el negro representado por la reducción drástica de la población mundial a causa de desastres naturales o de las guerras, (2) el verduzco, quien sobre la base del doble desastre ambiental y social utilizaría tecnologías que conducen a las catástrofes del mismo género, las cuales repercuten en la alimentación, la energía, la gestión del clima, lo viviente, lo intangible y las sociedades humanas del malestar urbano o campesino.

(3) El negruzco donde cohabitarían zonas reservadas para los afortunados en dinero, quienes serían protegidos en su vida lujosa, al lado de los desafortunados, más o menos librados a su propia suerte en la auto destrucción del todos contra todos, donde los campesinos serán perdedores naturales; (4) el verde promotor del desarrollo sustentable mediante nuevas formas de solidaridad comunitaria y empresas privadas con la responsabilidad ecológica y social del no hay derechos sin responsabilidades, la cual no existe en el modelo mental compartido y dominante de los caciques que regentean las actividades agropecuarias; (5) y el color blanco que salvaguardaría al planeta mediante tecnologías blandas, superaría la forma de vida trabajar para consumir a través del buen vivir; reduciría las desigualdades y reforzaría las solidaridades otorgando a los más pobres la satisfacción de sus necesidades esenciales; es decir, en un Mundo Mejor que tal como Godot, nunca acude a la cita.

Los tres primeros corresponderían a la alianza de las oligarquías agrarias con los GAFAM; mientras que las dos últimas necesitan de democracias que reconcilien a la humanidad con ella misma gracias al nacionalismo cosmopolita, la democracia dialogística y el pluralismo.

Los campesinos del Primer Mundo que están en el purgatorio, esperan que se dictamine su desaparición en el averno; o su integración a la economía numérica. Están motivando un dictamen de desaparición aquellos campesinos que no aceptaron acoplarse a la destrucción creadora propia de la revolución biotecnológica creyendo que la Revolución Verde (rotación de cultivos y uso de fertilizantes) o la producción ecológica bastarían para reciclarlos automáticamente en la numerización mundializada del presente. En el imaginario de los neo fisiócratas ilusionados con el retorno a la tierra, este desenchufe campesino no es suficiente para que aterricen en la realidad de la mundialización imperfecta del sector agropecuario; sino que los lleva a fantasmear con formas organizacionales que, en el mejor de los casos, resuelven implantaciones microeconómicas; pero con una mínima repercusión sistémica.

Podrán desaparecer en la medida inversa de su fuerza política; la cual tuvo un desempeño declinante en la financiarización del mundo que tuvo lugar después de 1975. Cabe recordar que, en los inicios del siglo XVII, el acta inglesa de los predios agrícolas bardados (enclosure) permitió privatizar bienes comunales fomentando la migración campo ciudad, porque si los trabajadores y pequeños empresarios hubieran permanecido en el campo, habrían desaparecido con la violencia propia de la acumulación primitiva que ejecutó con enjundia la aristocracia agraria. Cuando hoy en día, los identitarios proponen un retorno a lo salvaje están militando en el capitalismo bronco del siglo XXI, situándose, según Marx, en la Tragedia de los Bardados proveedora de mano de obra muy barata por parte de aquellos victimados por el chantaje de la destrucción campesina.

Los otros campesinos primermundistas en el purgatorio; es decir aquellos de serán cooptados por la economía numérica; no derrochan vinculaciones neuronales en fantasmear con el regreso a la tierra; sino que se empeñan en producir leche de color rojo porque así lo demanda el mercado, o manzanas cuadradas que piden las amas de casa. Al hacerlo, desarrollan la ventaja competitiva nacional, la cual otorga el ticket del futuro que ya está aquí.

Asumen la destrucción creadora de nuestros días en un territorio campesino de horizonte finito en todo el planeta, el cual reciclará a los campesinos 5G y mañana, ¿quién sabe?, a lo mejor los mandará a colonizar el campo lunar en un infinito espacial de la utopía neo rural.

Más acá de la utopía neorrural y en la realidad de las economías de producción competitiva donde habitan los neo campesinos, crecen las grandes explotaciones agrícolas como parte de la emergencia de una agricultura de empresa que participa en las grandes ligas del comercio mundial; al mismo tiempo que es proveedora de la industria agroalimentaria y de los súper mercados concretando la modernización competitiva de los campesinos.

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