Hay tres cosas que Ridley Scott hace a la perfección: gastar presupuestos inconmensurables en sus películas; contar las historias a su modo combinando ficción con realidad, y hacernos ver monstruos como buenos. Y no digo que la película Napoleón no sea un fenómeno cinematográfico ni un derroche de talento en temas como fotografía, diseño de arte, edición de sonido y demás temas tecnológicos.
Es destacable la actuación de Joaquin Phoenix, verdadero actor del método, que logra caracterizar al conquistador francés, llevando a tal extremo la personificación que verdaderamente logra no solo convencer sino conmover al espectador. Phoenix logra que por momentos sintamos empatía por el responsable de cientos de miles de muertes, no sólo de tropas enemigas, a quienes sometió en sus batallas, sino de sus propios coterráneos, soldados y población a la que arrastró y llevó a la muerte en su Insaciable sed de conquista y poder.
El vestuario es impecable y las representaciones perfectas de imágenes históricas como el cuadro “La coronación de Napoleon” de Jeaques-Louis David, que recrea el momento de forma impactante y toma vida saliendo del cuadro nuevamente en la película. Las escenas de guerra son de una crudeza y realismo impactantes y las locaciones te hacen sentir que verdaderamente estás en la Francia del sigo XVIll.
En historias como Alien, Blade Runner o Thelma and Louis, dirigidas por Ridley Scott, tal vez no importe tanto qué es fantasía y qué es realidad porque son eso: películas de ficción que no son fieles a ningún marco histórico y que no afectan en nada a quien las ve. No así Napoleón, si bien es cierto que en historias que involucran tal cantidad de componentes y personajes, es muy difícil saber qué sí y qué no pasó en realidad o cómo pasó, ya que cada miembro de la historia podría contar su propia versión y todas resultan validas, hay eventos que sí conocemos gracias a investigadores e historiadores que dejaron su vida para que el mundo tuviera una noción lo más real posible sobre los pasajes más importantes de la historia.
Ridley Scott cae en la trampa yanqui de creer que puede hacer las cosas a su modo, incluso pasando por encima de las verdades históricas y contar mentiras e imprecisiones de forma absolutamente irresponsable, sin detenerse a pensar que esto ofende a toda una nación y que al no concientizar a la audiencia, aclarando al inicio de la película que está basada en algunos hechos reales y que el director da su propia versión de la historia agregando pasajes que nunca ocurrieron como los disparos a las pirámides de Giza o la reunión con el General Wellington, lo que puede resultar muy grave considerando que la gran mayoría de los espectadores que acudimos a las salas de cine no conocemos la historia bien y que podríamos quedarnos con una idea errónea y equivocada de los hechos. Más allá incluso de la percepción de Napoleon como un héroe o como un tirano, creyendo que eventos que narra la película no sucedieron e incurren en falsedad de información que a mi punto de vista no debería ser permitida por autoridades culturales y educativas.
No pretendo adelantarles lo que sucede en la película, aunque ya todos sabemos más o menos de qué trata y en qué terminó la vida de Napoleón, lo que sí quiero poner sobre la mesa es que varias de las escenas más impactantes que son narradas como hechos históricos, en realidad jamás sucedieron, algo que tiene muy molestas a autoridades en el tema, a historiadores y a instituciones culturales.
La actuación de Joaquin Phoenix es sublime e imputable. Aun así me pregunto si no habría sido mejor contar la historia con un actor francés o por lo menos de descendencia francesa y me pregunto si me gustaría ver la historia de un personaje trascendental para los mexicanos como por ejemplo Emiliano Zapata siendo interpretado por un estadounidense. Entiendo que es una producción norteamericana, pero pienso que la arrogancia le ganó nuevamente a los creadores quienes se sienten con la autoridad de modificar la historia e incurren en apropiación cultural, no respetando una sola palabra en el idioma original de la historia ni de ninguno de los personajes de los que se habla sean franceses, rusos o ingleses.
Napoleón debe ser vista como lo que es: un derroche multimillonario, una producción ambiciosa y espectacular, pero fantasiosa y llena de graves imprecisiones históricas y geográficas.
Nuevamente una historia contada por y para gringos, pero que aun así nos deja imaginar cómo era conocer de cerca a uno de los más grandes y polémicos personajes de la historia de la humanidad.
Fuentes:
BBC NEWS
nationalgeographic.com.es
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