Steve McQueen fue el primer gran héroe de acción en Hollywood. Amante de la velocidad y de los excesos (se distinguió por no admitir que un doble lo suplantara en las escenas complicadas, acto que resultó determinante en su carrera), este rubio de penetrantes ojos azules tuvo una muy peculiar conexión con el público, quien le asignó el alias de “The King of Cool”. En su mejor momento, el oriundo de Beech Grove, Indiana, era todo un imán en la taquilla; los apasionados del séptimo arte, los cinéfilos enloquecidos, siempre recordarán títulos como El gran escape, Bullit, La huida, Infierno en la torre, El gran desafío, Papillon y Los siete magníficos.
Rebelde y rudo dentro y fuera de la pantalla; un artista de la seducción, un galán amado por el sexo femenino y admirado por el masculino; Steve McQueen es catalogado como el hombre por excelencia, el referente de la clase y del estilo que marcó toda una época. Nadie como él encarna el espíritu de los sesenta y setentas. Es indudable que “The King of Cool” (magnifico sobrenombre, por cierto), siempre supo lidiar con el estrellato: lo entendía perfectamente y lo aprovechaba al máximo.
“Steve era un actor de cine. Adoraba la cámara y la cámara lo adoraba a él. Siempre era auténtico, en parte porque siempre se interpretaba a sí mismo”, se lee en un añeja conversación periodística con el director Norman Jewison, que realizó tres filmes al lado del histrión.
Cabe mencionar que el actor mejor pagado de su tiempo, tuvo varios encuentros con las artes marciales. McQueen fue uno de los amigos personales del mundialmente famoso Bruce Lee, quien lo entrenó en JeetKune Doe. Además, el protagonista de la primera versión de El caso Thomas Crown, gozaba también en la vida real de un muy conocido entusiasmo por el riesgo, era un enorme fanático de la adrenalina: conducía motos y coches de carreras. Estuvo a punto de convertirse en piloto profesional; de hecho se le podía ver regularmente en circuitos automovilísticos piloteando sus propios vehículos. “Correr es mi vida, y todo lo de antes y después, puede esperar” dice en su papel de Michael Delaney para la película Le Mans.
En 1968, Steve McQueen y un Ford Mustang se convierten en las estrellas absolutas del mundo del cine. Según el escritor canadiense David Gilmour, la película Bullit (historia de un policía que decide tomar la justicia en sus manos luego de que asesinan a un testigo que él debía proteger, y que se estrenó en las salas cinematográficas hace ya más de cuarenta años), “aun conserva la autoridad del acero inoxidable”. Su frenética persecución por las calles de San Francisco, plagiada hasta el hartazgo, con la música del argentino Lalo Schifrin(Cool Hand Luke y Mission: Impossible) detonando detrás y McQueen volando por los cerros arriba de su 390 GT verde, ha quedado como todo un icono de las secuencias de acción.
En términos generales, Steve McQueen nunca dio pie a escándalos, más allá de sus amoríos, claros. Su romance más sonado, sin duda, es el que sostuvo en 1972 con la actriz Ali MacGraw (Love story), que rompe su matrimonio con la cantante y bailarina Neile Adams. Ali, por su parte, en ese momento era la esposa del legendario productor Robert Evans, mandamás de los estudios Paramount. El noviazgo de estos dos actores comienza, saltando en seguida a los tabloides, durante el rodaje de La huida, el clásico de Sam Peckinpah; una obra maestra que se benefició de los chismorreos de la prensa de espectáculos y acabó convirtiéndose en un éxito rotundo. Steve McQueen y Ali MacGraw se casaron el 12 de julio de 1973, pero desafortunadamente el matrimonio dura solo cuatro años.
A causa de un problema pulmonar (un cáncer de los más raros: el mesotelioma), justo cuando estaba en la cima de la popularidad, Steve McQueen decide retirarse. Los mejores doctores estadounidenses le niegan toda esperanza, por eso mismo huye a México. El 7 de noviembre de 1980 fallece en un hospital de Ciudad Juárez, como consecuencia de un ataque cardiaco después de una operación. Desaparece prematuramente con 50 años de edad. “Se peleaba a muerte con los directores para hacer las cosas a su manera. Así era para todo. Siempre al límite. Siempre McQueen” afirman nostálgicos sus familiares.
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