Londres por encimita

Tengo la enorme fortuna de estar realizando un viaje familiar por algunas ciudades europeas, en estos momentos estoy en Londres y aunque mi visión es de turista (eso sí muy curiosa y observadora) hay varios temas que llaman mi atención y quisiera compartir.

No puedo dejar de observar las enormes diferencias con mi país, obvio sé y entiendo que es un país mucho más antiguo que el nuestro que como país independiente es muy joven, con una historia larga y no siempre feliz, muchos siglos de guerras y reformas han dado como resultado lo que hoy tienen en esta interesante ciudad.

El clima en estos días ha sido el más benévolo de muchos años y eso tiene mucho que ver con el buen humor que noto en la gente. Esta es sin duda la ciudad más cosmopolita que he visitado en mi vida. Gente de todas partes del mundo viven y conviven en esta hermosa ciudad, muchísimas etnias raciales, gente de todas las edades, preferencias, orientaciones  y todos los colores imaginables camina, trabaja, hace familia, se enamora, vive aquí. Creo que esa es la razón por la que la gente vive tan contenta. Han aprendido a convivir respetando y reconociendo. No es como en México y me da muchísima pena decirlo en donde el color de la piel y el origen étnico delimitan tu estrato social y condenan en gran medida tus posibilidades de tener oportunidades laborales y sociales. Después de muchos años de recibir emigrantes, Londres se ha convertido en un lienzo lleno de color y posibilidades en las donde creo la gente que llegó buscando un refugio responde con trabajo y lealtad.

La globalización es un hecho en muchos sentidos, aunque la población en general tiene acceso a los servicios públicos por igual se respeta el origen y las costumbres de cada quién. Por eso no es nada extraño ver a todo el mundo ostentando sus tradiciones, las mujeres musulmanas caminan tranquilamente tapadas de pies a cabeza junto a las Hindúes con sus vestimentas típicas, las africanas, las latinas y las europeas. Parejas homosexuales, familias homoparentales no son vistas de forma distinta por los demás, nadie se molesta y nadie se discrimina.

Han tenido muy buenos gobiernos y también malos, pero al final yo creo que lo que hace el orden es la voluntad de los ciudadanos que cuidan sus calles, respetan a sus vecinos, trabajan y ejercen de igual manera derechos y responsabilidades, conocen su historia, honran su pasado, tienen presentes sus tradiciones y respetan las de los otros.

Comparó esta visión que la vida me regala con la que tuve en mi infancia sobre el mundo y es tan distinta, originaria de un estado muy tradicionalista en el que, lo reconozco, no convivía con casi nadie que no fuera muy parecido a mí y a mi familia. Pienso que no hay nada que enriquezca tanto a las naciones como la diversidad, conocer gente de otros países, otras religiones, otras lenguas maternas, otras preferencias e historias muy distintas nos abre la mente y nos da un sin fin de oportunidades. 

Me encantaría algún día viajar y regresar a mi país sin que fuera tan notorio el lado de la calle por el que cada uno está obligado a caminar, que nadie te viera raro por ser tantito diferente y nos atreviéramos a ser menos exclusivos, dejar el racismo y el clasismo que nos limitan tanto. En fin, soñar no cuesta nada y tal vez en algunos años evolucionemos algo en temas sociales porque mientras sigamos aferrados a que el color de piel y el grueso de la violetera determinen nuestra calidad seguiremos hasta abajo de la cadena alimenticia y en sentido contrario de una evolución humana y favorable.

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