Lo más importante que debe contener una buena trama de thriller es, sin lugar a dudas, motivaciones perversas que se van dando a conocer paulatinamente durante la película. Si bien el suspenso es un elemento que destaca con frecuencia en este género, tal característica no podría lograrse dentro de una trama que careciese de intenciones ocultas que se van desenredando al ritmo que el protagonista va encontrando el origen del mal. Por supuesto, mientras más horrendas sean las motivaciones de los perpetradores, más impactante resulta la película. Paralelamente, las acciones que se desprenden de las motivaciones de los perversos deben ser lo suficientemente reales sin dejar de ser sorprendentes para que la película adquiera un carácter verosímil. Sin embargo, lo que me parece aún más importante –sobre todo en thrillers “psicológicos”– es que ningún personaje sea totalmente “bueno”, es decir, que prácticamente todos los individuos presenten un cierto matiz “gris”, demostrando así que todos los seres humanos somos capaces de acometer los peores crímenes.
Estos elementos se encuentran en la recién estrenada película The Devil All the Time (El diablo a todas horas), protagonizada por Tom Holland, quien demuestra a la audiencia internacional que su gran talento como actor rebasa con creces su interpretación del superhéroe arácnido. Se basa en la novela homónima del escritor estadounidense Donald Ray Pollock (quien presta su voz para la narración) y la dirige Antonio Campos. La trama se desarrolla alrededor de Arvin Eugene Russell quien, después de pasar por una complicada infancia en la pequeña comunidad de Knockemstiff (Ohio), enfrenta sus traumas mientras se encarga de cuidar a su hermanastra Leonora Laferty. Sin embargo, el destino los hará encontrarse con una pareja de asesinos seriales, un embustero y abusador predicador, así como un corrupto Sheriff que cambiarán por siempre el rumbo de sus vidas.
La película narra cinco historias distintas cuyo punto de encuentro se da en la vida del joven Eugene. Este thriller tiene la gran habilidad de retratar cómo actúan las mentes más retorcidas dentro de un pequeño pueblo. Más impactante es el hecho de que son las figuras que suelen ser las más “respetables” de cualquier comunidad. El concepto fundamental del que parte la historia, a mi parecer, es el efecto que tiene la mentira. No solo las que decimos a los demás, sino las que nos decimos a nosotros mismos. El filósofo Agustín de Hipona escribió: “Diariamente somos tentados, Señor, con semejantes tentaciones, y somos tentados sin cesar. Nuestro horno cotidiano es la lengua humana”. La mentira es esta hogaza de pan que cocinamos en nuestras bocas. Puede verse atractivo pero debajo de la corteza está la masa podrida. Y si constantemente alimentamos nuestro ser con nuestras mentiras, corremos el riesgo de tomarlas como verdaderas. El problema es que si no somos capaces de aceptar la verdad, distorsionamos los hechos de tal manera que no somos capaces de aceptar nuestra responsabilidad: “Por lo que se deleitaba mi soberbia en c0nsiderarme exento de culpa y no tener que confesar, cuando había obrado mal, mi pecado […] Antes gustaba de excusarme y acusar a no sé qué ser extraño que estaba conmigo, pero no era yo”.
A propósito de esta cita, cabe mencionar que el nombre de la película, si bien se enmarca dentro de una comunidad muy religiosa (cristiana, no católica), no tiene ningún elemento sobrenatural, por lo que la alusión al demonio es más simbólica (“Satán” significa el adversario, el señor de la mentira, en general). La escena que, a mi parecer, denota que la mentira es una de las principales raíces del mal moral es el sermón que realiza el reverendo Preston Teagardin (Robert Pattinson), quien le explica a su audiencia cómo constantemente nos dejamos llevar por nuestros propios engaños o ilusiones que usamos para justificar los actos perversos que acometemos.
The Devil All the Time es una excelente película para todos aquellos que disfrutan de una buena trama y son aficionados a los thrillers psicológicos. Además, cuenta con un gran elenco quienes nos presentan esta historia con gran maestría actoral. Por supuesto, destaca mucho el protagónico de Tom Holland y, sin duda, Robert Pattinson también merece un gran aplauso por su interpretación del reverendo Teagardin. La música a cargo de Daniel Bensi y Saunder Jurrians desempeña un excelente rol durante esta historia de crimen y corrupción humana.
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