Ficción, autoficción y realidad

La abierta mentira es aceptada como cierta si la dice alguien que me simpatiza.

28 de noviembre, 2025

La abierta mentira es aceptada como verdad si la dice alguien que me simpatiza. La ficción campa a sus anchas prácticamente en todos los escenarios, salvo en la ficción, donde el autor, para ser aceptado, debe narrar acontecimientos que efectivamente le ocurrieron, y las series y películas deben estar basadas en hechos reales”.  

Como autor de ficción no puedo imaginarme escribir una novela que hable, así sea de manera velada, acerca de mi propia vida, que, por lo demás, considero tan extraordinariamente aburrida para el resto de la gente que no me atrevería a utilizarla como materia prima para hacer literatura.

De una forma extraña, compruebo con gran estupor, que la moda que priva en la literatura del primer cuarto del siglo XXI es precisamente eso que suele llamarse “autoficción” y que consiste, de manera simple y resumida, en que autor se utilice a sí mismo como personaje de sus historias literarias, sin importar si estas efectivamente ocurrieron o son del todo inventadas.

A mí, esta manera de escribir me confunde. Si las historias son inventadas, ¿para qué usar la camisa de fuerza de mi limitada personalidad para enmarcarlas? Por otro lado, si el «yo» literario es tan imaginario que no se parece en nada a mí y será capaz de hacer cosas que yo no haría, ¿para ponerle mi nombre en vez de permitir que la imaginación vuele a su antojo?

Y aun sin entender del todo el sentido de este género, reconozco a muchos autores que me gusta lo que escriben, como Emmanuel Carrère, Alejandro Zambra, Enrique Vila-Matas o la reciente ganadora del premio Nobel, Annie Ernaux.

Vargas Llosa opinaba que la ficción “sirve al novelista para recrear el mundo a su imagen y semejanza, a recomponerlo sutilmente de acuerdo a sus secretos apetitos” (1).

Sin embargo, vivimos en tiempos paradójicos, donde lo que se construye a imagen y semejanza de quien retrata sus apetitos es la realidad y no la ficción. Vivimos tiempos donde lo verdadero es negado de forma abierta y de manera impune se le sustituye por inventos individuales que, de manera para mí incomprensible, el gran público aplaude como si también pudiera contemplar eso que su figura aplaudida de turno se ha inventado.

Vivimos tiempos paradójicos en donde el autor de ficción tiene que escribir autoficción mientras que el político evade con naturalidad la verdad inventando escenarios que no existen y defendiéndolos como si cualquiera pudiera verlos. Como dice nuevamente Vargas Llosa, “hace tiempo que he ido advirtiendo cómo el reino de la ficción desborda largamente la literatura, el cine y las artes, géneros en los que se la cree confinada. Tal vez porque es una necesidad irresistible que la especie humana trata de aplacar de cualquier modo y aún por conductos inimaginables, la ficción aparece por doquier, despunta en la religión y en la ciencia y en las actividades más aparentemente vacunadas contra ella. La política […] es uno de esos campos abonados para que lo ficticio, lo imaginario, echen raíces” (2). La abierta mentira es aceptada como cierta si la dice alguien que me simpatiza. La ficción campa a sus anchas prácticamente en todos los escenarios salvo en la ficción, donde está de moda que el autor hable acerca de sí mismo y, además, lo haga de forma falaz y mentirosa.

Vivimos en tiempos de ironía involuntaria, donde el autor de ficción debe contar aspectos reales de su vida para ser apreciado y las series y películas deben “basarse en historias verdaderas” para que el público se vuelque a verlas, mientras los líderes políticos pueden hablar de «realidades alternativas», lo noticiarios relatar mentiras descaradas como hechos comprobados y las grandes marcas vender productos que jamás cumplen lo que ofrecen y sin embargo, las masas de gente los llenan de likes y las compran como si de verdades incuestionables se tratara.  

Quizá no es que no entienda la autoficción –que como dije, cuando está bien escrita, la disfruto– sino que lo más probable es que no entienda al mundo que me tocó vivir.

 Contacto:

Web: www.juancarlosaldir.com

Instagram:  jcaldir

Twitter:   @jcaldir  

Facebook:  Juan Carlos Aldir

(1) Vargas Llosa, Mario, El pez en el agua, Primera Edición, México, Alfaguara – Penguin Random House, 2023, Pág. 403

 (2) Íbidem, Pag. 431

Comentarios


Kapuściński y La familia humana

La semana anterior hablábamos de La familia humana, una exposición fotográfica curada por Edward Steichen, y que tenía como propósito mostrarnos que...

noviembre 21, 2025
LOS ECOS DE LA CASTAÑEDA. (Segunda parte)

LOS ECOS DE LA CASTAÑEDA

(Tercera parte) Realidad y ficción En los cafés del Boulevard Montparnasse, Margaux Boucher descubrió un París fresco, vibrante, que la entendía y...

noviembre 13, 2025




Más de categoría
El Síndrome de Frankenstein: el vértigo de la creación

El Síndrome de Frankenstein: el vértigo de la creación

El monstruo no es lo que creamos, sino lo que negamos.

diciembre 1, 2025
Cruise, mi última noche en la tierra

Cruise, mi última noche en la tierra

Esta obra inglesa, estrenada en 2021, llega a nuestro país adaptada y dirigida por Alonso Íñiguez. Cuenta con la...

diciembre 1, 2025
Los libros, motor cultural y económico de Guadalajara

Los libros, motor cultural y económico de Guadalajara

La Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) es el evento literario más relevante de América Latina y de...

noviembre 28, 2025
LOS ECOS DE LA CASTAÑEDA (Cuarta parte)

LOS ECOS DE LA CASTAÑEDA (Cuarta parte)

¿Quién de nosotros no lleva una prisión dentro de sí mismo? -Franz Kafka

noviembre 27, 2025