Autor: Lucía Tello Díaz Doctora y Profesora Titular de Cine.
Cuando en la ceremonia de los Óscar de 1960, Ben-Hur se alzó con once de las doce estatuillas a las que estaba nominada, pocos recordaron que la cinta de William Wyler (1959) era en verdad un remake de la versión de 1925 de Fred Niblo.
Muchos menos sabían que esta última era también una revisión del cortometraje homónimo dirigido por Sidney Olcott en 1907, a su vez adaptación de la novela de Lewis Wallace (1880). Y es que, contra la creencia popular, grandes títulos de la historia del cine han sido remakes, adaptaciones o reboots de títulos previos, subrayando una constante cinematográfica a lo largo de las décadas.
Remakes, reboots y retcons
Conceptualmente, un remake es una versión que se realiza a imagen y semejanza de una película previa, en la que se mantienen intactos prácticamente todos los elementos constituyentes de la primera, desde las tramas a los personajes. Esto llega al paroxismo en versiones como Psycho, de Gus Van Sant, elaborada plano a plano de forma idéntica a su predecesora, la Psicosis de Alfred Hitchcock.Comparación de la famosa escena de la ducha en Psicosis y Psycho.
Un reboot (o reinicio), en cambio, ofrece una variación con respecto a la película que homenajea, modificando algunos elementos, bien porque estén superados por el contexto o incluso porque afectan a la sensibilidad de su coyuntura. El reboot se aleja más de su referente, pero sigue manteniendo relación sustancial con la versión inicial.
Un ejemplo de esto son las tres versiones de Spiderman que se han producido en las últimas décadas (la protagonizada por Tobey Maguire, la encarnada por Andrew Garfield y la de Tom Holland). Curiosamente, la última entrega con Holland, Spider-Man: No Way Home, abraza esta triplicidad y reúne a los tres Spiderman, justificando su existencia simultánea en universos paralelos.
A todo ello ha de añadirse el concepto de retcon o retrocontinuidad (del inglés retroactive continuity), que engloba todas las estrategias diseñadas para modificar aspectos incongruentes o no deseados en las tramas de ciertas sagas, con la intención de dar continuidad mediante la adición, sustracción o modificación de aquello indeseable. Así, comienzan a extenderse precuelas y secuelas de forma progresiva, orbitando en torno a una producción original. A este respecto, Star Wars es el ejemplo más significativo, capaz de transformarse y modificar su pretérito y su futuro deliberadamente, para perdurar a lo largo de los años.
En las últimas décadas, especialmente en el siglo XXI, llama la atención el auge de estas adaptaciones, consideradas un síntoma de una crisis de creatividad o ausencia de gallardía a la hora de acometer proyectos novedosos.
Es cierto que la industria siempre ha sido proclive a adaptaciones rebuscadas. Piénsese que Los siete magníficos, de Antoine Fuqua, no es solo una película de 2016, sino remake del western dirigido por John Sturges en 1960, reboot a su vez de Los siete samuráis (1954) de Akira Kurosawa. A pesar de ello, esto no es óbice para que, en los últimos tiempos, esta tendencia se haya hecho más patente.
El audiovisual en las últimas décadas
Tanto en cine como en televisión se ha consolidado la inclinación a reproducir fórmulas de éxito pasadas, a fin de atraer al público y minimizar los riesgos de inversión.
Esto está justificado, parcialmente, en el caso del cine, debido a su coyuntura actual, con una crisis en las salas y un desplazamiento de los espectadores hacia modos alternativos de consumo audiovisual (plataformas en streaming y productos online).
Sin embargo, esta tendencia también afecta a las series, entornos en los que triunfan producciones como las derivadas de Star Wars –léase The Mandalorian, Andor o Ahsoka– o la inminente llegada de la serie de Harry Potter. Incluso producciones españolas como La casa de papel, Aquí no hay quien viva, Los misterios de Laura o Cuéntame cómo pasó disponen de sus respectivos remakes.
Optimizar una fórmula de éxito y asegurar audiencia es, en última instancia, el motivo por el que se apuesta por emular producciones que triunfan. Por ello la taquillera Padre no hay más que uno, de Santiago Segura, es un remake de la argentina Mamá se fue de viaje, dirigida por Ariel Winograd, y una de las cuatro versiones de esta película: 10 jours sans maman en Francia, 10 días sin mamá en Italia y Mamá se fue de viaje en México.
Éxito de crítica y público
Habida cuenta del éxito que obtienen, es evidente que la fórmula no ha llegado a saturar el mercado. De las diez películas más taquilleras de 2023 a nivel mundial, solo tres de ellas no estaban basadas en productos audiovisuales previos: Barbie (la número uno), Oppenheimer (en tercer puesto) y Elemental (en el décimo).
De hecho, incluso los Premios Óscar han celebrado los remakes. En 2022 entregaron su máximo galardón a CODA, dirigida por Siân Heder, que no dejaba de ser la versión estadounidense de La familia Bélier, de Eric Lartigau. Y más de una década antes, el remake de la película hongkonesa Infernal Affairs le había dado a Martin Scorsese su primer Óscar gracias a Infiltrados (2006).Martin Scorsese nunca había ganado un Óscar hasta que, en la ceremonia de 2007, su película Infiltrados fue galardonada como mejor película, mejor guion adaptado, mejor montaje y, por fin, mejor dirección. En su discurso de agradecimiento, Scorsese se acordaba del film original dirigido por Andrew Lau y Alan Mak, y añadía ‘ese maravilloso cine asiático’.
En la 96ª edición de los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos, esta inclinación sigue vigente, con nominaciones a Spider-Man: Cruzando el Multiverso, Misión imposible: Sentencia mortal o Indiana Jones y el dial del destino.
Este hecho no es negativo per se, tan solo ilustra la vocación de minimizar los riesgos en taquilla, máxime en un momento delicado para la pervivencia de la industria.
Sin embargo, hay esperanza. Y es de recibo señalar que son muchos los títulos que rompen con esta tendencia ofreciendo guiones originales con enfoques novedosos, muestra de que el cine todavía tiene muchas historias que contar. Anatomía de una caída, Oppenheimer, Pobres criaturas, La zona de interés o Barbie, todas nominadas en la categoría de Mejor Película, siguen la estela de las premiadas en ediciones anteriores (Todo a la vez en todas partes –2023–, Nomadland –2021– o Parásitos –2020–), relatos nunca antes llevados a la gran pantalla.
Esto denota que sigue habiendo interés en Hollywood por premiar un cine original que remita a un universo propio, sin reminiscencias pasadas.
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