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CARTAS A TORA 308

Cocatú, un alienígena en forma de gato, llega a vivir a una vecindad de la CDMX. Diario le escribe cartas a Tora, su amada, quien lo espera en una galaxia no muy lejana.

2 de junio, 2023

Enrique Delgado Fresán

Querida Tora:

Entiendo que estés enojada. Es mucho tiempo sin escribirte. Pero, la verdad, no tenía ganas. No, no es cierto. Me enfermé. No sé de qué, pero me sentía mal, y nada de lo que veía me parecía interesante como para contártelo. Pero pasó algo que creo que te interesará.

Te acuerdas del muchacho que quiere ser actor de televisión, ¿verdad? No le ha ido muy bien, pero me enteré de que había conseguido algo, sólo que cuando alguien le preguntaba si era telenovela o serie o qué cosa, se salía por la tangente (Busca la expresión en un diccionario, porque la tangente no la vas a encontrar en ninguna parte) y no contestaba. Pero nos tenía a todos intrigados. A mi también, porque me cae bien y quisiera verlo colocarse.

Bueno, pues la semana pasada aparecieron en los postes y los árboles de la calle unos posters anunciando un “Show Para Mujeres del Siglo XXI”, y había una foto de él con muy poquita ropa (Más bien, ninguna) y se le veía todo lo de atrás. No sabes la revolución que se armó en la vecindad: unos lo defendían, y otros decían que era un indecente por hacer esas cosas; y si la madre les decía que ya le había comprado una lavadora nueva, le contestaban que nadie jamás le pediría prestada una lavadora adquirida por “esos medios” (Lo que a la señora le dio mucho gusto, porque más de 10 vecinas le pedían prestada la vieja “porque lavaba de a de veras”). El caso es que no se hablaba de otra cosa en la vecindad. Y el portero tuvo que intervenir. ¿Para qué?, te preguntarás. Porque yo también me lo pregunté. “Porque no puedo permitir que un vecino se dedique a cosas indecentes e inmorales”, contestó. Total, que le exigió al chavo que le hiciera un show para ver de qué se trataba. El chavo lo invitó a uno que iban a tener el sábado muy cerca de allí, pero el portero dijo que no quería que nadie lo viera presenciando un espectáculo que prometía estar prohibido por la moral, si es que no lo estaba ya. Y fijaron una fecha para que el chavo le diera un show. No necesito decirte que todos los vecinos se apuntaron para verlo, pero el portero dijo que no, que no iba a tolerar que los vecinos ensuciaran su mente con esas cosas, que el show iba a ser exclusivo para él.

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Pues llegó la fecha fijada (Un lunes, que el chavo descansaba), y los dos se encerraron en la portería (Porque el portero no permitió que ninguno de los guaruras estuviera presente), y enseguida se oyó la música del show. Todos los vecinos estábamos pegados a las ventanas de la portería, para ver si pescábamos algo. Pero no había ni una rendijita, y sólo se podía oír algo de lo que pasaba. Primero se oyó un rugido de una multitud, y todos nos quedamos de a seis, de a ocho y de a diez, porque no sabíamos de dónde procedía. Pero alguien dijo que era una grabación, y nos pareció que era correcto. Luego ya nada más oíamos música, junto con unos rugidos aislados y gritos de entusiasmo. Y luego, de pronto, la música se acabó y se hizo el silencio. Pero no salía nadie. Pasado un tiempo prudencial, empezamos a tocar en las ventanas; y al cabo de mucho insistir nos abrió el chavo, sofocado y amoratado, y nos dijo que no sabía si el portero estaba desmayado o muerto, porque no se movía y que creía que no respiraba. Al instante entró la enfermera (Por la ventana, claro, enseñando las piernas y algo más), y examinó al portero, y nos dijo que estaba dormido. El chavo dijo que eso le parecía a él, pero que no estaba seguro; que se durmió en cuanto él empezó a desvestirse, pero que no quiso interrumpir el show, porque luego le costaba mucho trabajo entrar a tiempo.

La enfermera le puso una inyección de una cosa verde, y el portero despertó. Y cuando le dijeron que se había quedado dormido, se puso furioso y pidió que le trajeran a la Flor. Nadie quería ir a buscarla, pero el portero le rugió al guarura más jovencito (Y más guapito), y el muchacho tuvo que ir a buscarla. Se tardó un poco, porque la Flor acababa de entrar con un señor de muchos billetes; pero el guarura le dijo que en la vecindad le darían veinte pesos más de lo que le diera el cliente, porque el portero estaba muy alterado y ya estaba amenazando con “cortar una florecita de las muchas que había allí”. Total, que en cuanto vio llegar a la Flor la jaló a la portería y volvió a poner la música del show del chavo. Los guaruras nos hicieron alejarnos a todos “para preservar la privacía y la tranquilidad del señor portero”, y se pusieron a patrullar la zona cercana a la portería. Al cabo de un rato se oyó un estruendo espantoso, y la Flor salió corriendo medio vestida (O medio desnuda, como quieras) diciendo que para dormir no la necesitaba a ella. Pero nosotros (Me incluyo, porque yo opuse unos pocos pellejos que me quedaron de la cena) tuvimos que pagarle como si el portero hubiera cumplido con su deber, y pagar el reproductor de música que la Flor rompió en sus apuros por irse a alcanzar a su cliente. Ya luego nos fuimos todos a acostar, algunos frustrados a medias y otros riéndose del portero. Pero el caso fue que al día siguiente, a éste ya se le había olvidado todo y no volvió a molestar a nuestro artista de televisión.

Bueno, mi amor, ahora sí ya te volveré a escribir más seguido. Perdóname por haberme enfermado.

Te quiere

Cocatú