Autor: Ben McCann Associate Professor of French Studies, University of Adelaide
Con la muerte de Alain Delon, a los 88 años, desaparece una de las estrellas más importantes del cine europeo de posguerra.
Conocido por su llamativo aspecto de “estrella de cine” (rasgos cincelados, penetrantes ojos azules) y su magnética presencia en la pantalla, Delon encarnaba a personajes que, a primera vista, parecían desenvueltos y suaves.
A menudo se le describía como un felino. Pero esta elegancia exterior ocultaba una personalidad de antihéroe moralmente dudosa. Bajo sus elegantes trajes se escondía un acero helado.
Un papel decisivo
Nacido en 1935 en Sceaux, un barrio acomodado de las afueras de París, Delon tuvo una infancia difícil, marcada por el divorcio de sus padres, una escolarización interrumpida y un infeliz paso por la Marina francesa.
Tras ser descubierto por un cazatalentos en el Festival de Cannes de 1957, Delon saltó a la fama en 1960 con la película francesa A pleno sol, dirigida por René Clément.
En esta adaptación de la novela de Patricia Highsmith El talento de Mr. Ripley, Delon interpretaba el papel de Tom Ripley, un encantador pero moralmente ambiguo falsificador y ladrón de identidades.
La interpretación de Delon, que marcó la pauta para las futuras versiones de Ripley (interpretadas por actores como Matt Damon y Andrew Scott), fue muy aclamada y le consagró como una estrella.
Pocas veces el público había visto un personaje tan frío, enigmático y moralmente comprometido. Highsmith quedó particularmente impresionada.
Un icono de los 60
Lo que siguió fue un brillante abanico de papeles.
Colaboró dos veces con el gran director italiano Luchino Visconti en Rocco y sus hermanos (1960) y El gatopardo (1963). Ambas películas fueron un éxito de crítica y consolidaron la reputación de Delon como actor principal.
En El gatopardo, Delon interpreta a Tancredi Falconeri, un joven y encantador noble siciliano. Su química con Claudia Cardinale es uno de los aspectos más destacados de la película.
Se movía sin esfuerzo entre géneros, desde dramas policíacos hasta películas románticas y obras de época. En el thriller psicológico La piscina (1969), Delon actuó junto a Romy Schneider. Un año después llegó Borsalino, una popular película de gánsteres en la que Delon actuó junto a su gran amigo Jean-Paul Belmondo.
Aunque profundamente arraigado en la cultura francesa, el atractivo de Delon trascendió las fronteras nacionales. Se convirtió en una estrella mundial, querido no sólo en Europa sino también en lugares como Japón, donde tenía una enorme base de fans.
El arquetipo del antihéroe
Pero la actuación más destacada de Delon se produjo en El silencio de un hombre (Le Samouraï, 1967). Dirigida por Jean-Pierre Melville, en ella Delon interpretó a Jef Costello, un estoico y metódico asesino a sueldo, en una actuación que se convirtió en un referente del arquetipo del antihéroe cool en el cine. La película está considerada una obra maestra del cine minimalista y ha influido notablemente en posteriores películas del género.
Michael Fassbender en El asesino (2023), Forest Whitaker en Ghost Dog: El camino del samurái (1999) y Ryan Gosling en Drive (2011) tienen una deuda con la interpretación del “ángel de la muerte” que Delon hizo del asesino a sueldo silencioso. Delon llevaba gabardina y sombrero de fieltro en la película: su traje ha sido infinitamente analizado y muy imitado.
Delon volvió a trabajar con Melville en Círculo Rojo (1970) y Crónica negra (1972), además de con otros grandes autores europeos como Michelangelo Antonioni, Louis Malle y Jean Luc-Godard, para quien hizo de dos hermanos en Nouvelle Vague (Nueva Ola, 1990).
Y no hay que olvidar su papel de Klein en la apasionante El otro señor Klein (1976), de Joseph Losey, una película ambientada en el París de la Segunda Guerra Mundial en la que Delon interpreta a un marchante de arte que empieza a darse cuenta de que hay otro Klein que es judío y objetivo de la Gestapo. La policía comienza a investigarle, sospechando que podría ser el hombre que están buscando.
Fue la prueba definitiva, escribió el crítico de cine David Thomson, de que Alain Delon “importa” como actor.
Su último papel en 2008 fue memorable: Julio César en Astérix en los Juegos Olímpicos.
Recibió una Palma de Oro honorífica en el Festival de Cannes en 2019, en reconocimiento a sus contribuciones al cine durante varias décadas. Tras sufrir un derrame cerebral en 2019, Delon se retiró de la vida pública.
Una complicada vida fuera de la pantalla
Esa retirada no hizo más que alimentar las habladurías de la prensa sobre su complicada vida personal.
La relación de Delon con la actriz austriaca Romy Schneider había cautivado la imaginación del público. Ambos se conocieron en el rodaje de la película Christine en 1958 y se comprometieron. Su ruptura en 1963 supuestamente devastó a Schneider.
Más tarde mantuvo relaciones con la cantante francesa Dalida y la estrella sueca Ann-Marget, antes de establecerse con la actriz francesa Mireille Darc. Fue su compañera y coprotagonista ocasional de 1968 a 1982.
Sus francas opiniones políticas a menudo escandalizaron a Francia (una vez dijo que apoyaba al partido de extrema derecha francés).
Más recientemente, su vida personal estuvo marcada por las polémicas, incluidos asuntos legales relacionados con sus cuatro hijos. Su hijo Anthony (también actor) habló públicamente de las dificultades a las que se enfrentó al crecer a la sombra de su padre.
Otro hijo, Alain-Fabien, también tuvo una relación problemática con su padre, que incluyó un largo distanciamiento. Los últimos años de Delon estuvieron plagados de disputas y acusaciones entre la familia; en un momento dado, sus hijos acusaron a la asistente de Delon de abusos y acoso.
Lo que perdurará es el “estilo Delon”, tanto dentro como fuera de la pantalla. Influyó en la moda, las actitudes culturales y el concepto de “hombre moderno” durante las décadas de 1960 y 1970.
En abril, el New Yorker planteaba una pregunta retórica sobre Delon: ¿puede una estrella de cine ser demasiado guapa? Si nos fijamos en los grandes logros de las películas de Delon, tendremos la respuesta.
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Silvia será por siempre un orgullo, un ejemplo a seguir para las mujeres y especialmente para las mexicanas.
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