Tal como su nombre lo indica, los plaguicidas son sustancias químicas que se utilizan para eliminar plagas depredadoras que amenazan con malograr o destruir nuestras fuentes de alimentos u otros productos de importancia económica. Generalmente son sustancias sintéticas que se desarrollan en laboratorios de investigación dedicados específicamente a ese trabajo. Existen muchos tipos de plaguicidas que se usan de acuerdo con la plaga que hay que eliminar, aunque la gran mayoría están representados por los insectos que suelen devastar los cultivos o provocar las infecciones en el ganado, causando enormes pérdidas económicas.
Los plaguicidas también eliminan muchos agentes patógenos que suelen infectar a poblaciones enteras, causando epidemias severas. Los ejemplos más ilustrativos son los mosquitos que suelen transmitir una gran gama de enfermedades virales, las garrapatas y los caracoles que provocan infecciones traumáticas y de larga duración; todas estas inconveniencias representan una gran amenaza para la salud y la economía en todos los países.
Las plagas han influido tremendamente en la historia de muchos núcleos de población, baste recordar la hambruna que causaron la langosta en Egipto y los hongos en la cosecha de papa en Irlanda, lo que motivó una gran emigración hacia los Estados Unidos. En otros países pobres, las plagas literalmente acabaron con las economías agrícola y ganadera, obligando en muchos casos a las emigraciones que no son del todo deseadas.
Estas calamidades han sido aprovechadas por países con grandes recursos económicos que han hecho un lucrativo negocio con el desarrollo y la producción de estos compuestos químicos que nos protegen de una gran variedad de agentes patógenos y oportunistas que siempre nos han atacado. Estas compañías han establecido laboratorios de investigación en todo el mundo donde miles de especialistas trabajan ensayando, desarrollando, sintetizando, purificando, ensayando en el campo, dosificando, viendo los efectos en el medio ambiente y las reacciones secundarias en los humanos; cientos de compuestos de los cuales uno o dos van a despuntar como productos finales. Es una inversión millonaria que solo grandes compañías pueden sostener (Monsanto, Shell, Dupont, Bayer, Rohm and Haas, Ciba Geigy, etc.). Los resultados son productos de gran eficiencia y calidad que aplicados de acuerdo con las especificaciones siempre dan buenos resultados, aquí vale la pena la comparación con una buena medicina que nos alivia el malestar y nos reactiva en el desarrollo de nuestro trabajo.
Después que el laboratorio ha terminado de ensayar sus posibles prospectos químicos, estos pasan al departamento de desarrollos donde otro grupo de técnicos especialistas realiza las pruebas de campo, las dosis y otros bioensayos necesarios para constatar las propiedades y características de cada producto. Los que resultan satisfactorios se registran como propiedad comercial ante las autoridades correspondientes (generalmente son los Ministerios de agricultura o de salubridad) quienes les adjudican un registro que es como una patente universal. Acto seguido viene una etapa de comercialización donde se realizan más ensayos en el país donde se pretende comercializar el producto (tales como: tipo de suelo, humedades, temperaturas, flora y fauna ambientales, variedades del cultivo, degradación ambiental, etc.). Los resultados generalmente son satisfactorios y entonces se obtiene el registro para la aplicación en los cultivos previamente seleccionados. Nuevamente, el registro implica una documentación de 20 – 30 páginas, literalmente es la historia del producto.
Los costos de la investigación y el desarrollo de cualquier plaguicida, los bioensayos, los salarios del personal especializado, la inversión del equipo y la tecnología aplicadas son del orden de millones de dólares, cantidades que solo estas compañías pueden solventar.
Aunque siempre existen algunas discrepancias fuera del control del usuario o del medio ambiente, se considera que un buen plaguicida debe tener las siguientes características:
- El producto aplicado en la dosis recomendada debe eliminar a la plaga en un lapso predeterminado.
- El producto no altera ni daña la apariencia ni el sabor del biológico que se desea proteger.
- Se espera que el producto no cambie sus efectos en el clima y las circunstancias en que va a ser utilizado. Así mismo se espera que se degrade en el tiempo estipulado por el fabricante.
- Se espera que los costos de aplicación, diluyente, tipo de aspersión, salarios de los empleados sean menores que los valores del biológico que se desea proteger.
- Se espera que la dilución o aplicación del producto en las dosis recomendadas no sean toxicas para el trabajador que realiza la aspersión, siempre y cuando éste use correctamente el equipo y herramientas de seguridad.
- El producto debe exhibir una etiqueta con toda la información necesaria para el manejo y la aplicación del producto. Así mismo, debe haber un texto acerca del uso del equipo de seguridad y una recomendación en el caso de una intoxicación.
Recordemos que estos productos han sido diseñados para eliminar criaturas vivas, entre los cuales nos encontramos nosotros.
A pesar de toda la serie de actividades que conlleva el desarrollo de estos productos, siempre surgen rumores malintencionados o comentarios negativos que tratan de minimizar su calidad. En ocasiones se les acusa de deteriorar el medio ambiente, en otras, que son demasiado tóxicos; en fin, nunca falta alguna queja infundada. La mayoría de las ocasiones resulta que los problemas son debidos a una mala aplicación del producto o bien a la negligencia en el uso del equipo de seguridad. El personal que aplica el producto debe tener conocimiento de la operación, del equipo que está usando y de las condiciones ambientales que prevalecen en el momento de la aplicación. En las cuestiones de seguridad, se debe usar un equipo en buen estado, observar las dosis y diluciones adecuadas y una consistencia en el orden y la seguridad.
El técnico que realiza la aplicación cuenta con una herramienta formidable que contribuye a facilitarle el trabajo, dicha ayuda es la etiqueta del producto. Es una convención internacional que estos productos provean toda la información necesaria para la aplicación, así como todas las medidas de seguridad y el tratamiento en caso de alguna intoxicación. Todos los países deben etiquetar sus productos en el idioma local. La lectura de la etiqueta es fundamental, ahí se encuentra toda la información necesaria para la aplicación. Si se tratara de alguna intoxicación o una reacción adversa al producto, sería de gran ayuda llevar la etiqueta con el médico, quien encontrara todas las indicaciones para un tratamiento de emergencia. Es oportuno aclarar que todos estos productos han resultado negativos en las pruebas oncológicas que se les ha realizado. Sin embargo, esto no debe interpretarse con una absoluta seguridad dado que existen individuos que por naturaleza son susceptibles a una inducción que pudiera resultar en algún tipo de cáncer, son casos muy específicos, pero existe la posibilidad.
Otra situación que ha causado cierto recelo contra los plaguicidas es la desaparición de las poblaciones de insectos en ciertas regiones del mundo. Tal vez nos hemos olvidado qué los insecticidas se han utilizado en grandes cantidades en los últimos 50 años debido al incremento de las poblaciones humanas en el mundo. Esta condición, implica un mayor consumo de alimentos y por lo tanto un mayor volumen de insecticidas. Sin embargo, debemos recordar que la disminución de los insectos empezó hace 10-12 años, esta discrepancia descalifica automáticamente los lapsos en los tiempos.
Investigaciones recientes han demostrado que en realidad existen 3 factores letales que han contribuido a la disminución global de insectos, ellos son:
- El cambio climático, los insectos tienen problemas para regular la humedad y las altas temperaturas han alterado considerablemente las zonas húmedas confortables para los insectos.
- Destrucción de hábitats. El hombre ha estado invadiendo las zonas rurales o apartadas que antes eran santuarios ideales para la subsistencia y bienestar de los insectos.
- Calidad y cantidad de nutrientes. Autopsias de insectos muertos en condiciones naturales han revelado que tanto las concentraciones como las composiciones de los nutrientes son insuficientes y de mala calidad.
En realidad, no se puede culpar a los insecticidas de esta tragedia, podría decirse que existe algún efecto, pero no toda la culpa. Hoy en día nuestras sociedades están en la moda y apoyo de todo lo natural. La comercialización ha llegado al ridículo de considerar frutas y verduras naturales (organic) si no han sido asperjadas con algún plaguicida. Quizá lo mas irrisorio es que existen hasta 10 tipos de leche para el consumo humano, y que ahora las gallinas que deambulan libremente por el campo son llamadas free fences porque no viven encerradas en jaulas. Obviamente, los precios de la carne y huevos de estas selectas gallinas han sido aumentados.
Los plaguicidas son una enorme ventaja para nuestra subsistencia, usémoslos siguiendo las reglas básicas del criterio común, no inventemos naturalezas extremas o extravagantes.
Correo electrónico: [email protected]
LEE:
El SARS-CoV-2…. ¿una arma biológica? | Ruiz-Healy Times (ruizhealytimes.com)
Así fue la desinformación que circuló durante las elecciones en Estados Unidos
Autores No existe evidencia para sostener que los desórdenes informativos determinaron el resultado de la elección y el triunfo...
noviembre 22, 2024Por qué los medios abandonan el barco sin rumbo en el que se ha convertido la red X
Autor: Ana Zafra Arroyo Investigadora FPU y profesora de Fotoperiodismo e Imagen Digital, Universidad de Málaga. “Adiós, X. Fue bonito...
noviembre 21, 2024Los peligros de la Inteligencia Artificial
Estamos viviendo una revolución digital sin precedentes. En su nuevo libro, Yuval Harari reflexiona acerca de la posibilidad de...
noviembre 15, 2024La alerta viral
El Programa de Sobrevigilancia Sanitaria busca establecer una serie de acciones para minimizar los efectos nocivos de los patógenos...
noviembre 7, 2024