En los últimos 60 – 70 años la población mundial ha sufrido una serie de pandemias virales (viruela, sarampión, polio, gripes diversas, SIDA, HN, SARS , ébola, marburg; etc.) que de una u otra forma han servido como un brutal elemento de selección natural. Los que la hemos librado hemos ganado cierto grado de inmunidad, los otros infectados aún están viviendo con secuelas o serias disfunciones de por vida o han desaparecido. Se podría decir que la selección nos ha dejado ganadores y perdedores.
Los hechos y recuerdos que han dejado las últimas pandemias virales se caracterizan por causar temor, confusión, zozobra, desconfianza, vulnerabilidad, etc; máxime cuando se tiene conocimiento de que algunos países han sobrellevado estas calamidades en forma exitosa. Países como Australia, Nueva Zelandia, Japón, la mayoría de los Nórdicos, Canadá, Inglaterra, EEUU (parcialmente), han tenido éxito por una sencilla razón: han dejado el problema en manos del personal biomédico competente y experto, además se han provisto de los elementos básicos necesarios para disminuir o evitar los contagios y han implantado una férrea disciplina a sus ciudadanos exigiendo:
- Vacunación obligatoria, expedición de certificados y el registro oficial en un banco de datos.
- Control de los movimientos y traslados de la ciudadanía.
- Estricto control de los ciudadanos por parte de autoridades inflexibles. Constante monitoreo del personal que atiende las necesidades y emergencias del público (ropa, comida, medicinas, traslado de enfermos, etc.)
- Atención inmediata de los ciudadanos que manifiestan síntomas o resultan positivos a la infección viral.
- Personal biomédico calificado que determina las estrategias a seguir en todos los casos.
La situación no es nada fácil; es como vivir en estado de sitio; sin embargo, todas estas exigencias y la disciplina forzada han dado buenos resultados. Se ha disminuido considerablemente el número de infectados, los hospitales resuelven sus actividades con más calma, los costos de la pandemia se reducen en forma notoria y quizá lo más significativo es que las poblaciones adquieren un entrenamiento y una experiencia muy útil que les servirá para futuras ocasiones.
En diversas partes del mundo existen varios laboratorios de epidemiólogos y diversos especialistas que determinan científicamente las probabilidades y los riesgos de las pandemias que están por ocurrir. Sus estudios y evaluaciones revelan que existe una gran amenaza si nosotros los humanos no rectificamos ni corregimos las conductas descuidadas y depredadoras que hemos estado fomentando. De aquí en adelante el futuro será viral, seguirá la selección natural y continuará la inescrutable categoría de ganadores y perdedores.
En México lamento decir que la situación es patética y que posiblemente empeore de seguir con esa actitud tan cínica e irresponsable. El Estado mexicano actúa como si fuera el enemigo del pueblo con sus ahorros lastimeros, administraciones corruptas, conducta falaz y criminal al ocultar o no proveer los insumos básicos necesarios para la protección del personal médico y todos los auxiliares que cumplían arduamente con su trabajo. Este desabasto ocasionó que se registrara un altísimo número de decesos y contagios pueriles, absurdos y estúpidos.
Si bien, gran parte de estas culpas deben atribuirse al dúo dinámico de criminales pseudo epidemiólogos, también será necesario mencionar que existe un gran núcleo de población que no acepta las vacunas, alegando diversas razones para justificar su proceder; algunas de ellas son:
- Razones religiosas (sin comentarios)
- Nadie me va a decir como debo dirigir mi vida.
- El gobierno me quiere controlar (inclusive mencionan la inyección de un microchip)
- Las autoridades dicen que no es necesaria, que es opcional.
- Yo no voy a introducir una substancia extraña en mi cuerpo.
Estas son las respuestas más comunes de los hispanoparlantes que solicitan atención médica en las clínicas donde colaboro. Su rechazo es total, con cierto motivo de orgullo aun cuando las vacunas son gratuitas, sin pérdidas de tiempo ni molestias, ellos permanecen inconmovibles, con excepción de los que ya han sufrido alguna desgracia en su núcleo familiar. Es posible que las personas que rechazan las vacunas llenen el perfil de las personas acostumbradas a la sumisión consuetudinaria, sin capacidad para analizar y evaluar sus propias decisiones, sean muy dependientes de los juicios y las ordenanzas ajenas.
Los que han sentido la desgracia de haber perdido algún ser querido parecen concebir que no ha habido ningún truco y que esa es la realidad que tienen que afrontar; suelen conformarse con su dolor.
Es obvio que, a dos años de la pandemia, el Estado mexicano no solo ha mentido, manipulado la información, especulado con los tratamientos y la atención médica, lucrado con las vacunas y cometido otras muchas acciones indignas que los mexicanos no merecemos. Debemos entender que estamos solos ante dos enemigos implacables que amenazan con diezmarnos y convertir nuestra existencia en un irremediable caos colectivo.
La advertencia de los especialistas es bastante seria; nuestro futuro se antoja viral, no se va a terminar en cuanto se aminoren todos los coronavirus que nos han atacado. Ha llegado el turno de mostrar nuestro poder de organización y acción contra los patógenos que nos amenazan.
Es urgente que los epidemiólogos y los especialistas en enfermedades infecciosas tomen el control de las actividades de Salud Pública y empiecen por elaborar un programa nacional para capacitar y entrenar al público en general en las actividades básicas de emergencia (transporte, alimentos, comunicaciones, cuidados y aislamientos de los infectados, red de datos conteniendo listas de clínicas y hospitales, localizaciones de los pacientes, etc.). En México existen los especialistas y el personal auxiliar que tiene el conocimiento y la experiencia para entrenar y dirigir todas las actividades necesarias. Es imperativo crear o buscar organizaciones de apoyo económico para solventar los gastos para satisfacer todo género de necesidades, crear canales de información y noticias independientes, dirigidos por profesionales de la información exentos de compromiso y relación con el estado mexicano.
Es un reto y un proyecto formidable que debemos emprender sin dilación, estamos justo en la etapa de las acciones positivas, emprendedoras y solidarias con nosotros mismos y con el pueblo. Ya en marzo-abril del 2009 tuvimos un ensayo preliminar con una pandemia viral causada por el H1N1 de la cual salimos bien librados. Los mexicanos, todos obedientes siguieron sin chistar todas las indicaciones e instrucciones de los especialistas. Todo el país mostró su verdadero carácter y determinación; pronto pudimos lograr una merecida victoria que nos llenó de orgullo y una enorme satisfacción.
¿Por qué no repetirlo?
¿O será que acaso estamos convencidos de ser los perdedores de siempre con la participación del Estado?
Correo electrónico: [email protected]
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