La reina kazaja de la piratería científica

Es bien sabido en el ámbito científico que el máximo grado de conocimientos y bibliografía actualizada se obtiene de las revistas científicas. Hay varias muy famosas: Nature, The Lancet, New England Journal of Medicine, Science, Cell, entre...

4 de junio, 2021

Es bien sabido en el ámbito científico que el máximo grado de conocimientos y bibliografía actualizada se obtiene de las revistas científicas. Hay varias muy famosas: Nature, The Lancet, New England Journal of Medicine, Science, Cell, entre varias más. Lo que las une es que pecan de altos costos de acceso. Un artículo promedio de una de estas revistas (claramente descartando los de acceso gratuito, como los de COVID-19) tiene un costo de entre 20 y 40 dólares. Ello es realmente desconcertante, tomando en cuenta que los autores no reciben paga alguna, incluso en ocasiones tienen ellos mismos que pagar para que su artículo sea revisado sin que se tenga la garantía de que se aprobará para su publicación.

Un investigador realiza su trabajo de divulgación científica sin esperar un beneficio económico por parte de las revistas que publican sus artículos. El incentivo es el prestigio en el mundo científico, además del “amor a la ciencia” y de los obvios beneficios que un artículo de esta índole puede traer, desde el manejo de una enfermedad nueva hasta el descubrimiento de la composición del ADN.

Esta problemática ha llevado a universidades y centros de investigación a tener que pagar cantidades exorbitantes para poder dar acceso a su alumnado y personal a una gama reducida de revistas científicas, pues tenerlas todas sería económicamente inviable. Si se necesita un artículo de una revista a la que la universidad no tiene acceso, el alumno debe pagar por ello. Y es así como gran parte de los científicos y universidades se encontraban hasta el inicio de la década pasada: con una limitada cantidad de bibliografía para realizar sus actividades científicas.

En 2011, una programadora kazaja llamada Alexandra Elbakyan fundó el sitio Sci-Hub destinado al acceso libre a cualquier artículo científico de cualquier revista especializada. Hasta el momento, Alexandra ha ayudado a obtener más de 1000 millones de artículos científicos repartidos por toda la comunidad científica y académica. Medios como The New York Times, Ars Technica y Nature han hablado de su relevancia por la posibilidad de poder tener información fiable, científica y actualizada para todos. Lamentablemente, Alexandra ha tenido situaciones críticas con varios agentes de justicia, como el FBI en 2021 (que pidió a Apple sus datos que tenía en dicha plataforma para investigarlos) y el Departamento de Justicia de Estados Unidos en 2019 (donde estuvo bajo investigación por supuestos nexos con la rama de inteligencia del ejercito ruso), además de varias demandas.

Debido a lo anterior, un grupo de archivistas en la red social Reddit han propuesto formas de descentralizar Sci-Hub, haciendo que los servidores de esta página se encuentren en diferentes lados del mundo y sea imposible que puedan cerrar la página, tal como The Pirate Bay (una página destinada a la descarga de torrents de películas, libros, música y otros) y Library Genesis (página con más de 3 millones de libros y artículos científicos) han tratado de hacer a lo largo de estos años para, ultimadamente, dar acceso gratuito y sin límites de información.

Los beneficios de Sci-Hub, a pesar de que claramente incurren en varias jurisdicciones a delitos de piratería, son incalculables, y más en una situación de pandemia, pues una gran cantidad de científicos pudieron obtener los últimos avances en información y bibliografía complementaria respecto al virus SARS-CoV-2 y su enfermedad COVID-19. Además, un sinfín de tareas, presentaciones, tesis, tesinas, exámenes profesionales, tratamientos de pacientes, descubrimientos y conocimientos han sido posibles gracias a esta plataforma.

Atreviéndome con el lector a dar mi opinión, yo no tengo más que agradecer a Alexandra por el gran beneficio al gremio científico que su plataforma ha dado.  Espero que así como el internet está adquiriendo el carácter de derecho humano, el acceso a la información científica también lo sea y no se necesiten de plataformas de terceros para poder tener acceso a los tratamientos de un paciente, las últimas noticias relevantes al mundo científico o al simple hecho de informarnos.

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