En el capítulo anterior revisamos algunos conceptos acerca del origen y las características del microbioma, con especial énfasis en las funciones y la relación reguladora que existe entre el microbioma y nuestro cuerpo. También se mencionó la influencia de los neurotransmisores en la salud, el carácter, la conducta, la memoria, etc.1
En este capítulo comentaremos acerca de la gran influencia que tiene el microbioma en la comunicación que existe entre el cerebro y el intestino grueso, evaluaremos los tratamientos que actualmente se está utilizando para combatir con gran eficiencia las infecciones provocadas por Clostridium difficile en las poblaciones seniles humanas. También comentaremos acerca de los neurotransmisores y su gran protección inmunológica que se genera en las paredes internas del intestino grueso y que después emigran con el torrente sanguíneo hacia el cerebro donde actúan como antagonistas de los patógenos que tratan de invadirlo.2
Los neurotransmisores son substancias químicas con altísima sensibilidad que en su gran mayoría se producen en las paredes internas del intestino grueso. Son los responsables de conducir los impulsos/reacciones que van a controlar las funciones principales del cuerpo humano. Su acción es muy precisa porque deben estar siempre en las concentraciones adecuadas para realizar sus funciones. Siendo substancias químicas son susceptibles a reacciones muy específicas con sus receptores y con sus inhibidores; también reaccionan a los estímulos eléctricos que se generan en las neuronas cerebrales o intestinales. Las reacciones y los estímulos nerviosos se deben realizar en los niveles o concentraciones adecuadas, cualquier nivel exiguo o exagerado suele generar algunos trastornos como: la depresión, la agresión exagerada, el sueño, algunas adicciones, la memoria, la ansiedad, etc. Algunos de los más comunes son: el glutamato, la acetilcolina, la serotonina, etc. que se sintetizan en órganos diferentes y de ahí se mezclan en el torrente circulatorio que les transporta hasta el cerebro donde liberan el mensaje bioquímico o bioeléctrico que posteriormente va a activar el órgano correspondiente para que realice su función.3
Suena y parece fácil, ¿verdad? No…. no lo es; es un proceso muy complejo donde un pequeño error tiene gran repercusión.
Nosotros hemos escuchado desde hace mucho tiempo que el cerebro es el órgano maestro, el controlador de nuestras funciones vitales; sin embargo, en fechas recientes ha surgido una gran sorpresa que sin duda va a cambiar las diversas estrategias para el tratamiento de muchas de las enfermedades y las disfunciones que padecemos. Sucede que se ha descubierto que las paredes internas del intestino grueso contienen un número exorbitante de neuronas que intervienen en la síntesis y la concentración (almacenamiento) de varios neurotransmisores listos para liberarse al torrente circulatorio y transportarse al cerebro donde van a transferir sus mensajes por la vía química o bioeléctrica que le permitirán al órgano asignado activar su funcionamiento en la concentración requerida.4
Es oportuno mostrar un ejemplo espectacular que nos permita apreciar estas funciones con mayor detalle.
Nuestra digestión alimenticia es realizada en diversos órganos (donde cada uno de ellos, aloja y mantiene a una serie de diferentes poblaciones bacterianas que realizan reacciones sumamente especificas consistentes en la degradación y la emulsificación de los residuos alimenticios). Algunas de esas especies solo viven en esos órganos, en ningún otro; es un microambiente sumamente selectivo.
Digamos que de repente se introduce al sistema digestivo algún patógeno o una dosis de antibiótico o una herida interna o externa; cualquier situación extraña es inmediatamente registrada por nuestros sensores que transfieren la información al cerebro. Este órgano regulador activa un sistema de alarma específico para repeler la agresión o dar alivio a los efectos nocivos del patógeno o la toxina invasora. En algunos casos el mecanismo defensivo es eficiente, pero también existen ocasiones donde son insuficientes. Es el caso frecuente en algunas poblaciones de individuos seniles que han resultado infectados por Clostridium difficile, una bacteria fastidiosa que vive normalmente en el intestino grueso y produce una toxina que causa pérdida masiva de fluidos, destrucción de la mucosa intestinal, deshidratación, etc. Cualquier antibiótico recetado al paciente va a dañar o aniquilar al resto del microbioma intestinal, lo cual es una ventaja para el Clostridium que va a aprovechar para desarrollarse en toda su expresión y atacar a su paciente con la toxina. Muchos pacientes no responden a los tratamientos con antibióticos y se deterioran rápidamente, podrían morir de otras complicaciones. Uno de los tratamientos más eficientes en estos casos es la administración de trasplantes fecales, si leyeron bien…. trasplantes fecales. Actualmente existen laboratorios en todo el mundo que se han especializado en esta tecnología que en realidad es práctica y específica. El procedimiento se inicia con muestras de individuos sanos (se hacen los análisis correspondientes, los requerimientos son: no patógenos y que además sean adaptables al intestino del paciente), el trasplante se puede realizar por medio de cápsulas, supositorios o una colonoscopia.5
El resultado ha sido satisfactorio, considerando la gravedad y las condiciones tan deterioradas del paciente y el lapso de urgencia requerida para efectuar el trasplante. Esta bacteria es un contaminante normal en los hospitales, en ocasiones cuesta trabajo aniquilarlo usando las técnicas habituales de limpieza y sanitización, por lo que es necesaria una rotación de desinfectantes.
Otro de los ejemplos clásicos que muestran claramente la influencia del microbioma intestinal con respecto a nuestra salud es el variado número de especies bacterianas que han sido señaladas como el factor preponderante en el desarrollo del cáncer de colon (el colon es una sección del intestino grueso). Todavía es un misterio explicar cómo y cuándo aparece esta variedad de cáncer, algo que si está bien comprobado son las diversas especies que tienen relación directa con la aparición de este tipo de cáncer. Al parecer, algunas especies modifican el ambiente (pH, temperatura, condiciones anaeróbicas o semi, temperatura, tipos de gases producidos) para desarrollarse plenamente produciendo substancias precancerígenas que favorecen el ambiente propicio para la implantación y el crecimiento de las células cancerígenas en las paredes del intestino.
La bacteriología del cáncer está bien documentada y sus hallazgos son consistentes con los análisis en diversas partes del mundo, siempre se obtienen las mismas especies en las mismas proporciones, lo cual nos induce a pensar que es causado siempre por las mismas cepas en cualquier parte del mundo.6 Estas evidencias disminuyen las versiones que siempre hemos escuchado en el sentido de que la causa principal es la alimentación excesiva de alimentos procesados, los altos consumos de grasas animales y el exceso de carnes rojas y la pobre y escasa ingesta de fibras y frutas. Las estadísticas mundiales infieren que la genética, la exposición a un ambiente tóxico y la alimentación influyen en la predisposición al cáncer, pero definitivamente no son la causa determinante. Además, los hábitos alimenticios y las maneras de cocinar son muy diferentes en los diversos países del mundo.
Otro tema que ha sido disminuido y casi olvidado es la influencia de los virus en la incidencia de este cáncer, de repente simplemente se dejó de mencionar; tal vez dando prioridad a otro tipo de virus que nos han mantenido tan azorrillados.
Después de los antidepresivos que estuvieron tan de moda hace algunos años, la industria farmacéutica tal vez perdió interés en la investigación de la serotonina como elemento importante en la regulación de la conducta. Este neurotransmisor es responsable de los lapsos de agresión excesiva que manifiestan algunos individuos, es decir bajos niveles significan una conducta agresiva. La serotonina es un derivado del triptófano y es producido por las neuronas del intestino grueso, cuando esta substancia llega al cerebro se suscitan una serie de reacciones que promueven la conducta agresiva.7
Estas características son muy importantes en los tratamientos psicológicos, la modificación de las conductas criminales y otros desajustes menores que no han alcanzado la atención que merecen.
Las evidencias recientes seguramente cambiarán las estrategias en el diseño y la aplicación de los tratamientos de varias enfermedades y disfunciones que nos han menguado por cientos de años. Al mismo tiempo, surge la necesidad de incrementar las investigaciones del microbioma que sin duda nos ofrecerán perspectivas más simples y más eficientes.
Es tiempo de que la tecnología sirva al individuo y no simplemente sea el vehículo para obtener celebridad y riqueza. Las grandes compañías apoyadas y protegidas por los ejemplares políticos de todo el mundo se han ensimismado en vendernos mitades de verdad o mentiras incompletas.
¡¡Afortunadamente, hoy en día las mentiras duran menos!!
REFERENCIAS.
1Antonio G. Trejo. EL MICROBIOMA. Ruiz- Healy Times. Noviembre 30, 2021.
2Aayushi Pratap., The gut may train the brain guards. Science News. December 5, 2020.
3Samuel Barondes. Molecules and Mental Illness. Scientific American. 1993. NY
4Stephanie Cajigal. Trust your Gut. Brain & Life. October-November, 2021
5Shawna Williams, Making Poop Profitable. THE SCIENTIST June 2021.
6Somayeh Johani-Sherafat et. al. Role of gut microbiota in the pathogenesis of colorectal cancer; a review article. Gastroenterology and Hepatology from Bed to Bench 11 (2) Spring 2018; 101-109.
7Adrian Raine., The Anatomy of Violence. The Biology Roots of Crime. Vintage Books. N.Y. 2014.
Correo electrónico: [email protected]
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