Capital de riesgo en emprendimientos tecnológicos (segunda parte)

El espíritu empresarial no consiste sólo en obtener beneficios económicos personales. Se trata de elaborar un plan para toda la vida que tenga un impacto positivo en la sociedad.

30 de enero, 2023 Capital de riesgo en emprendimientos tecnológicos

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¿Y qué hay con la opción de capital de riesgo?

El capital riesgo es una forma de inversión adecuada para la fase inicial de empresas innovadoras con fuerte potencial de crecimiento. Por lo general, aunque no siempre sucede, las empresas proveedoras de capital de riesgo suelen invertir en emprendimientos tecnológicos con un concepto o una tecnología innovadora y atractiva, que tengan un potencial revolucionario y puedan ser calificadas como un “disruptor”, ya que eso garantiza un mejor rendimiento a la inversión.

Las inversiones de capital riesgo tradicionalmente se realizan a cambio de una participación minoritaria en el emprendimiento, debido al mayor riesgo que se percibe al invertir en empresas en fase inicial. 

En este punto es importante distinguir la diferencia entre el capital de riesgo y las sociedades de capital de riesgo. El capital de riesgo es una forma de financiar startups que no tienen un historial que permita confiar en sus resultados o tener la seguridad de que se recibirá una ganancia por el dinero que se le preste a los proyectos nacientes. La Sociedad de Capital Riesgo (SCR) es una especialidad o subtipo de la Sociedad Anónima, diseñada para la inversión temporal en compañías, excluyendo aquellas de naturaleza financiera, inmobiliaria o cotizada.

A diferencia de las inversiones de capital riesgo, las SCR están dispuestas a invertir en empresas que aún no obtienen beneficios y suelen mantener sus inversiones durante un periodo de entre cinco y siete años antes de buscar una salida. Dado que su “recompensa” puede perderse fácilmente por una o varias inversiones deficientes, antes de invertir, la SCR examinará a fondo los riesgos potenciales de la inversión y evaluará cuáles son los ingredientes clave para el éxito de la empresa, incluido el equipo directivo; querrá saber si la dirección está a la altura de la tarea, la magnitud de la oportunidad de mercado y si el concepto o la tecnología en la que se centra la inversión tiene lo necesario para garantizar la rentabilidad de su inversión.

En última instancia, debido a la naturaleza de la empresa en su fase inicial, una sociedad de capital riesgo tratará de reducir los riesgos asociados a su inversión en la mayor medida posible.

Por lo que toca al emprendedor, deberá proporcionar a la SCR garantías para la inversión, esperar para tener el control final de la empresa y aceptar la eventual intervención del inversionista en la operación del negocio ya que los documentos de “inversión de la serie A” (la primera inversión de capital riesgo realizada en una empresa) normalmente impondrán estrictas restricciones sobre la gestión de la empresa. Asimismo, deberá contar con un plan de negocio bien pensado, realista y alcanzable.

Aunque el capital de riesgo ha sido defendido como un mecanismo de financiamiento popular para las empresas tecnológicas innovadoras durante décadas y ha proporcionado más de 164 000 millones de dólares a las nuevas empresas en 2020, financia menos del 1% de las nuevas empresas en Estados Unidos.

Esto significa que el capital riesgo no es para todo tipo de emprendimiento. El inversionista de capital riesgo adopta un modelo de inversión de alto riesgo y alta recompensa, consistente en respaldar a las empresas en las primeras etapas de su ciclo de vida considerando su potencial de crecimiento y de escalar rápidamente en mercados gigantescos. Por lo tanto, buscan empresas con pocos activos pero eficientes en términos de capital, y centradas en el crecimiento por encima de la rentabilidad.

Las empresas que pueden lograr un crecimiento constante o desigual, pero no como un cohete, no suelen ser idóneas para recibir capital de riesgo ya que pueden tener largos ciclos de ventas o vender en mercados con un gran potencial de ingresos -no de 100,000 millones de dólares- pero pueden requerir importantes gastos de capital o aprobaciones regulatorias antes de escalar. 

La inversión de capital de riesgo dependerá del sector en el que participe el emprendimiento. Por ejemplo, en Estados Unidos, en 2020, los sectores de Internet y de software consumieron más del 47% de la inversión nacional en capital de riesgo, en tanto el sector industrial rondó el 4% y la agricultura y la energía/servicios públicos no superaron el 1% cada uno. De esta forma, sectores como la agricultura, la administración pública y la industria manufacturera ven limitada la innovación impulsada por capital de riesgo debido a la incompatibilidad del modelo de financiamiento con los ciclos de ventas, el potencial de mercado y las trayectorias de crecimiento de estos sectores. Inclusive algunas empresas tecnológicas que operan en sectores más atractivos para el capital de riesgo pueden no ser capaces de acceder a financiamiento si no muestran la trayectoria de crecimiento rápido que buscan los capitalistas de riesgo, dejando con opciones limitadas de financiamiento a muchas empresas tecnológicas de crecimiento sostenible.

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Independientemente de elegir la fuente de financiamiento que se adapte a las necesidades concretas del momento en que se encuentre un proyecto, es importante tener en cuenta que no todo el dinero tiene el mismo valor intrínseco. Por ejemplo, el capital de riesgo gestionado por profesionales no solo aporta dinero, sino asesoría estratégica y una red de contactos. 

De igual manera es necesario tener claridad sobre conceptos como: financiamiento en varias fases, criterios de valoración, reducción del riesgo, y fondos comunes de acciones de los empleados. También es importante considerar la estructura y las condiciones de la operación, la gobernanza y el control de las empresas y el papel de los acontecimientos de liquidez para las partes interesadas, como las OPI (Oferta Pública Inicial) y las operaciones de fusión y adquisición. También se pueden considerar, dependiendo del momento de desarrollo en que esté el emprendimiento la Oferta Pública de Venta (OPV), que en esencia es un evento de financiamiento (aunque con características especiales) y ciertamente no es el destino final de una startup. Buenas referencias son “Raising Venture Capital for the Serious Entrepreneur”, de Derrmont Berkery, y “The Entrepreneurs Guide to Business Law”, de Constance Bagley y Craig Dauchy.

Y como expresa González Piñón, “La maduración de emprendimientos basados en ciencia y tecnología depende del grado de avance en la generación del nuevo producto. Asimismo, de él depende su plan de inversión, puesto que las expectativas de beneficios están asociadas al nivel de conocimiento técnico alcanzado, lo que significa que la ventaja tecnológica, también puede representar una primicia comercial”.

Aunque el capital riesgo sigue siendo una herramienta importante para apoyar a un subconjunto de empresas altamente innovadoras y de rápido crecimiento, su modelo se adapta a las necesidades y objetivos de financiamiento de las empresas de software de rápido crecimiento, y no necesariamente a las empresas de “tecnología dura” con grandes gastos de capital, o a las empresas de crecimiento sostenible que necesitan capital paciente. 

Para los responsables políticos que buscan revitalizar la innovación en industrias críticas o apoyar una franja más amplia de empresas tecnológicas de crecimiento sostenible fundadas por un conjunto diverso de emprendedores, es importante hacer un balance de qué tipo de empresas fomentan sus programas de financiamiento y considerar el cultivo de fuentes privadas y públicas que cumplan sus objetivos. 

Existe la oportunidad de facilitar el apoyo financiero a los fondos y subvenciones que respaldarían a una gama más amplia de empresas tecnológicas, a través de un financiamiento federal o de fuentes regionales propias. Si se ve más allá del capital de riesgo y se apoyan las diversas vías de crecimiento de las empresas tecnológicas que mejor se ajusten a los objetivos de los empresarios, los inversionistas y la comunidad, los gobiernos pueden desempeñar un papel importante en el fomento de la innovación que logre una prosperidad de base amplia.

Finalmente, un factor que poco se ha considerado y que invita a la reflexión: ¿cuál es la ética en el emprendimiento tecnológico? 

El espíritu empresarial no consiste sólo en obtener beneficios económicos personales. Se trata de elaborar un plan para toda la vida que tenga un impacto positivo en la sociedad. Tener carácter es importante y no hay problema si se fracasa porque se puede volver a empezar, pero no es válido un comportamiento poco ético. La verdadera riqueza requiere la creación de un valor duradero, lo que exige integridad y ética. 

El espíritu empresarial y los negocios no son deportes de contacto sujetos a sus propias reglas; son parte integral de la vida y en ellos se proyectan los valores de cada participante. Una cultura de fiabilidad y confianza profesional comienza con los comportamientos iniciales del equipo emprendedor. Buenas lecturas al respecto son: “The Monk and the Riddle”, de Randy Komisar (Harvard Business School Press), y “The Smartest Guys in the Room” de Bethany Mclean.

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