Amo limpiar.
Amo limpiar.
¡No; de verdad!
Me encanta asear, recoger, aspirar, trapear los pisos…
Tallar el inodoro, la regadera, lavar las sabanas, sacudir y reacomodar las cosas sobre cada mueble.
Renovar el Ambiente.
Deshacerme del polvo, llenar todo de luz y de nueva vida.
Abro las ventanas y dejo entrar el sol, el aire, un poco del mundo de allá afuera… para que entre más polvo… (Eso es humor del tipo gris)
A veces, asear el entorno donde vivo, es terapia para mí.
Verán; cuando limpio y embellezco mi espacio exterior, al mismo tiempo, se ordena desempolva y embellece mi interior.
Es como una meditación en movimiento; se me han ocurrido infinidad de ideas mientras dejo con olor a naranjas mi baño.
Eso es porque me concentro en crear un ambiente en el cual quiero estar, que me acoge e inspira.
Es mi refugio, mi reino, mi templo, nido, sitio de descanso y actividad.
Un lugar donde expreso y manifiesto lo que soy y lo que puedo dar al mundo, empezando por mí misma.
El llamado “hogar” es un baluarte donde me “reagrupo”. Desde aqui puedo organizarme y planear mi vida, tanto dentro como fuera de sus muros.
Del corazón hacia más adentro y del corazón hacia afuera, a mi ciudad, mi país y a todo el mundo.
Los universos infinitos en ambas direcciones.
Crear ese universo, como yo lo hago, hacen miles de mujeres en todo el mundo.
Es hora de honrar y reconocer esa labor mágica de “Crear espacios”.
Una calificación que demasiadas veces es pronunciada de manera condescendiente o hasta con desprecio, es la palabra “Ama de Casa”.
Hoy en dia se cree que es un gran avance para la mujer “poder” trabajar y hacer todo lo que hace un hombre. Desde ser alta ejecutiva, Presidenta, boxeadora, “soldada”.
¿Pero realmente está dentro de la naturaleza de una mujer, por ejemplo ir a la guerra a matar gente?
Considerando que el principio femenino (que nosotras encarnamos) es traer vida al mundo (no destruirla), me parece una contradicción.
Las cualidades de lo femenino son inclusión, creatividad, entrega, emocionalidad, multiocupacionalidad, suavidad, intuición, ser recipiente y guardadora
Conste que no quiero decir que el lugar de una mujer sea frente de la estufa, ni que una mujer no DEBA ser ejecutiva, presidenta, empresaria, deportista, o lo que quiera ser.
Creo que las mujeres, con tal de salirnos de la opresión de la que fuimos objeto por muchos siglos, nos fuimos al otro extremo, abandonando nuestra esencia, dejando a un lado nuestras cualidades y fuerza intrínsecas. Tratando de ser “hombres”, lo cual no va a funcionar.
Puesto que si vives y actúas en contra de tu esencia natural, no serás feliz ni productiva.
Podemos ser libres, fuertes y plenas, sin tener que dejar de ser nosotras mismas.
Sería una propuesta interesante que las mujeres que ejerzan estas profesiones, exploren la posibilidad de hacerlo, en vez de, como un hombre, desde su cualidad femenina. A partir del centro y con la fuerza de su corazón.
Tampoco quiero entrar a debatir la igualdad de géneros, o como ahora propagan, “la inexistencia de géneros”. Respeto todas las ideologías y formas de ser de mis semejantes. Pero lo que yo opino es esto:
Sin duda, las mujeres (y tambien los hombres) somos capaces de hacer todo lo que nos propongamos. Pero la pregunta es: de verdad QUEREMOS hacerlo?
¿Cuántas mujeres REALMENTE estan interesadas y son felices y plenas en esos roles?
¿Qué tan importante puede ser el rol de una “ama de casa” para el mundo?
Tan importante que es ella en este caso, quien crea el espacio donde su pareja puede regresar a descansar, reagruparse y renovar energías, después de luchar en distintos escenarios “allá afuera”.
Es tan importante como lo es proporcionar un espacio de contención, donde los ninos, que son realmente el patrimonio del mundo de mañana, puedan ser nutridos, física, mental y espiritualmente. Para así desarrollarse a ser hombres y mujeres equilibrados, felices y productivos.
Hombres y mujeres quienes sean capaces y tengan ganas de dar con sus talentos y capacidades al mundo.
Hoy en dia ya no tenemos mucha fe ni confianza en los políticos y líderes, porque en su mayoría son personas que no son capaces de ver (como deberían) por el bien común.
Estan ocupadas en ver por lo que creen que es su “propio bien”, ser muy ricos y poderosos, llenándose de vicios.
Una persona que es consciente de sí misma, equilibrada, plena, feliz, que conoce su valor propio y sabe valorar a los demás, no se va a interesar en dañar a otros, en aprovecharse de ellos, ¿para qué?
Va, al contrario, a interesarse en mejorar la vida de todos, puesto que, entenderá que, cada persona es madre, padre, hijo o hermano de alguien, y podría ser tu propia familia.
Se considerarían parte de una comunidad y trabajarían para beneficiar su propio entorno.
Es por eso tan importante que los niños tengan un hogar donde aprendan a amarse a sí mismos, a los demás, y a utilizar sus talentos.
No que crezcan en una guardería, o con una nana, olvidados por ahí o hasta maltratados por padres y madres frustrados que tampoco tuvieron ese hogar soñado donde sus mayores los ayudaran a desarrollarse positivamente.
En gran medida los graves problemas de nuestra sociedad, surgen de hogares disfuncionales; luego entonces, la armonía del hogar y la sede que este hogar ocupa, son esenciales.
La mamá no limpia solamente polvo; limpia corazones, limpia lágrimas y sentimientos…
La mujer, la madre, limpia… el alma.
Por eso, de verdad les digo,
¡Amo limpiar!
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