Siéntate. Quédate quieto. Quédate en silencio. Cierra tus ojos. Inhala. Exhala.
Siéntate. Quédate quieto. Quédate en silencio. Cierra tus ojos. Inhala. Exhala. Sigue haciéndolo por cinco minutos, tal vez 10. Se siente como una eternidad. Sentarnos con nada que hacer más que estar con nosotros mismos es bastante retador. Todos los pensamientos corren por nuestra cabeza: lo que hay hacer, a dónde ir, qué comprar, si dije algo o no dije algo. Cómo nos sentimos sobre algunas situaciones, o cómo debemos de haber reaccionado diferente aquella vez. Incluso cosas que creemos que ya dejamos atrás encuentran la manera de regresar. Irónicamente, cuando nos sentamos a meditar nos empezamos a sentir ansiosos.
Pero ¿cómo? Se supone que meditar debe de relajarnos. Y aunque eso es muy cierto, las primeras veces que lo intentamos nos desesperamos porque no estamos acostumbrados a tomarnos un momento y checar cómo nos sentimos y lo que realmente está pasando por nuestra cabeza. Vivimos rodeados de distractores: ruido, trabajo, gente, eventos… la vida. Y todas estas emociones y pensamientos que a veces nos están gritando, simplemente pasan a segundo plano con todo lo que debemos atender, y seamos honestos, vivir con distracciones suena mas fácil que sentarnos y sentir todo lo que esta pasando dentro de nosotros. Después de todo, lo que surge en nuestra cabeza y cuerpo no siempre es bonito.
Todos estamos presentes en el trabajo, escuela, relaciones, siendo padres… la lista de roles y responsabilidades que cada uno tenemos en interminable. Y aunque no tenemos control sobre todo lo que pasa en la vida, tenemos control de como reaccionar a ciertos eventos.
A través de la meditación se ha comprobado que el cerebro crea nuevas conexiones en las partes que se encargan de relajar nuestro sistema nervioso y nuestra función cognitiva, lo cual quiere decir que se apaga el autopiloto de nuestras reacciones y empezamos a dar unos pasos atrás antes de reaccionar.
Al mismo tiempo cambia el volumen en otras áreas del cerebro que se encargan de la regulación emocional y la auto reflexión. Por otro lado baja los niveles de ansiedad, estrés, miedo. Al juntar todo ésto, se ha comprobado que no solo cambia como funciona nuestro cerebro, pero también cambian nuestras percepciones y emociones.
También reduce la actividad que sucede en la región que se encarga que nuestra mente esté dispersa, la cual se preocupa por situaciones pasadas –que ya no son- y se estresa por cosas que ni han pasado, en vez de estar presente. Se dice que estos pensamientos están asociados con leves depresiones y altos niveles de estrés, y a través de la meditación se ha comprobado que estas nuevas conexiones hacen que tengamos mejor claridad y no divaguemos tan fácil en la cabeza.
Debido a los efectos que tiene en las regiones de auto-control en el cerebro, es de las mejores técnicas para tratar adicciones.
Ahora, no quiero emocionar a nadie diciendo que esto es instantáneo. Requiere paciencia, tiempo y trabajo. Mucha apertura y aceptación de las emociones, que a veces nos encanta ignorar. Y tampoco es magia, la vida siempre tiene nuevos retos y problemas, la meditación no hace que desaparezcan, pero nos ayuda a enfrentarla de una mejor manera y al mismo tiempo no aferrarnos a lo que está fuera de nuestro control.
Y aunque puede sonar aburrido y difícil. Háganlo de todas maneras.
Las pequeñas cosas: prisa
“Corre, corre, corre por el boulevard. Corre, corre, corre sin mirar atrás”. – En el boulevard / Flans
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