“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir.”
–José Saramago (1922-2010), escritor portugués.
De pequeños adquirimos una serie de aprendizajes básicos en el núcleo familiar como hablar, caminar o comer, entre otros. En el ambiente escolar desarrollamos diversas habilidades y tenemos un aprendizaje metódico, científico. En el colegio se estudian diversas materias, pero también hay aprendizajes necesarios como los hábitos de higiene, las normas de conducta, los protocolos de seguridad, valores y principios etc. En ese intrincado mundo de aprendizajes existe algo que quizá no aterrizamos del todo sino hasta que somos adultos y que es el principio de todo cuanto hacemos en la vida: responsabilidad.
Somos responsables (del latín medieval responsabilis = que requiere respuesta y este derivado del latín responsāre = responder) de nuestros juguetes y de no olvidarlos en el parque, aunque si esto sucede, somos disculpados por nuestros padres y es posible que la pérdida sea aliviada con otros juguetes; pero al crecer, somos responsables también de que todos los útiles escolares regresen a casa, de completar las tareas escolares y así sucesivamente en la medida que crecemos. De hecho, algunos padres sentencian respecto a la actividad escolar: “Es tu única responsabilidad” porque es el primer acercamiento que tenemos a responder por nuestras acciones, errores u omisiones y por tanto, estamos obligados a ser cuidadosos de lo que hacemos y decimos.
La responsabilidad es primordial en tanto que implica asumir las consecuencias de las decisiones que se toman de forma consciente, lo cual conlleva un alto grado de compromiso para cumplir acuerdos, promesas y obligaciones; por ello se habla de diversos tipos de responsabilidad como: civil (resarcir el daño ocasionado de manera accidental o intencional), social (compromiso de un individuo con los otros y la sociedad), empresarial (contribución voluntaria y activa de las organizaciones en mejoras económicas, sociales y ambientales), ambiental (compromiso con el medio ambiente), moral (compromiso con los actos personales), laboral (compromiso del empleador con sus trabajadores de garantizar condiciones laborales óptimas) y penal (responsabilidad ante un acto penado por ley).
En lo cotidiano, basta con mirar, escuchar o leer las noticias diarias para notar una serie de actos con notoria falta de responsabilidad por parte de diversos actores sociales (políticos, artistas, líderes de opinión, civiles, funcionarios, etc.) tan solo en los últimos días frente a los daños causados por las lluvias torrenciales se han desatado una serie de sucesos cuya falta de responsabilidad es alarmante. ¿Quién responde por las inundaciones en hospitales, por las casas derrumbadas, por las vías bloqueadas, por la ausencia de suministro eléctrico? El día de ayer (domingo 19 de septiembre) se recordó lo ocurrido con los sismos de los años 1985 y 2017, se escucharon nuevamente las voces de quienes quedaron sin hogar, se vieron las misas por los difuntos, se recorrieron los predios aún sin rehabilitar, abandonados. ¿Quién ha respondido de todo eso?
Se dice que uno de los males que aqueja a la población mexicana es su falta de memoria y aunque modificar la narrativa histórica no cambia nada. Conviene recordar que quien construye en terreno frágil necesitó de un permiso y si no lo obtuvo de forma legal, en algún momento se le autorizó la contratación de bienes y servicios otorgados por la autoridad (local, federal y/o empresarial). Porque será complicado remover las rocas en el derrumbe al norte de la Ciudad de México pero los distribuidores de productos “chatarra” y el servicio telefónico se las ha arreglado para llegar hasta los lugares más recónditos, incluso el eslogan de una marca líder en telefonía celular decía: “Todo México es territorio (telefonía)”. Y sí, en nuestro país tenemos fácil acceso a refrescos, botanas, galletas, dulces, pan, bebidas alcohólicas, cigarros y otros productos, pero existen regiones enteras incomunicadas sin carreteras y caminos bien trazados, lo cual nos coloca ante la vista de los demás como el país en “el que no pasa nada” y las víctimas de los daños ahí están, sin justicia y sin respuestas.
La responsabilidad es el principio de todo cuanto ejecutamos tanto para sí mismos como para los demás y, sin embargo, es necesario seguir poniendo el dedo en el renglón en una cuestión que no es opcional y tampoco es poca cosa aunque son #laspequeñascosas las que dan sustento, legalidad, equilibrio y equidad a nuestra existencia.
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