“Cada persona forja su propia grandeza. Los enanos permanecerán enanos aunque se suban a los Alpes.”
– August von Kotzebue (1761-1819), dramaturgo alemán.
El mundo de la mitología y la fantasía nos ha heredado toda una serie de personajes, historias y frases memorables, por ejemplo aquélla popular que dice “Si he visto más lejos, es poniéndome sobre los hombros de gigantes” utilizada por Isaac Newton en 1675 y que en realidad es una metáfora que se refiere a lograr un progreso a partir del entendimiento adquirido previamente por otros y que en latín se lee como: nanos gigantum humeris insidentes. El término enano proviene del latín nanus y este del gr. νᾶνος nânos que significa diminuto en su clase o especie y se aplica como prefijo en la nanotecnología, nanociencia, nanoscopía o nanometría. En el mundo fantástico, los enanos son miembros de una raza ficticia inspirada en la mitología (enanos nórdicos, asociados con lo subterráneo, las piedras, la magia, y la forja entre otros).
Se le conoce como enanismo a la estatura baja ocasionada por una enfermedad o un trastorno genético, dicha estatura promedio en personas con enanismo es de 122 cm, incluso Napoleón fue considerado como “chaparrito” aunque algunos documentos demuestran que su estatura era de 169 cm aproximadamente en comparación a la medida por encima de los 170 cm que era el estándar para la Guardia imperial, lo cual dio nombre al síndrome del hombre bajito o complejo napoleónico que hace alusión a un estereotipo social negativo y que algunos consideran como un mito.
Sabio, Bonachón, Dormilón, Mocoso, Tímido, Gruñón y Tontín son los nombres que Disney dio a los siete enanos del clásico cuento “Blancanieves” de los Hermanos Grimm: “…Corrió hasta la caída de la tarde; entonces vio una casita a la que entró para descansar. En la cabañita todo era pequeño, pero tan lindo y limpio como se pueda imaginar. Había una mesita pequeña con un mantel blanco y sobre él siete platitos, cada uno con su pequeña cuchara, más siete cuchillos, siete tenedores y siete vasos, todos pequeños. A lo largo de la pared estaban dispuestas, una junto a la otra, siete camitas cubiertas con sábanas blancas como la nieve”.
Algo tiene de mágico el mundo pequeño, que resulta como una caja llena de sorpresas, como si de ella emanaran posibilidades. Los siete enanos de Blancanieves la ayudaron a salvar la vida tras el peligro que suponía para ella la envidia de su madrastra, algunos dan un sentido simbólico a la historia y hablan del camino que el personaje principal, siendo adolescente, tuvo que pasar para convertirse en una mujer que encontraría el amor representado por el príncipe pero en realidad, son meras suposiciones. El enano saltarín es otro personaje de los Grimm, cuya habilidad es hilar la paja en oro y que en 2011 saltaría a la fama a través de la serie Once Upon a Time, encarnado por el actor escocés Robert Carlyle, en una versión alterna del clásico de Blancanieves.
La condición de enano puede resultar mágica si se tiene la habilidad para caminar en hombros de gigantes o puede ser funesta si se muere ante ellos, desde la mirada de lo “nano” un mundo de posibilidades existe para todos y cada uno de los que se atreven a mirar más allá de su nariz, que la mirada no nos engañe para creer que por pequeño, algo carece de importancia, pues es en #laspequeñascosas que radica la majestuosidad del universo.
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