Las pequeñas cosas: chiquitas, chidas y chulas (Parte 4 de 7)

Cuando se charla, se convive y se reúnen puntos de vista, se hace posible sentarse junto a un seguidor o un opositor de una ideología política, junto a un fanático o un detractor de algún género cinematográfico.

19 de diciembre, 2022

“Las palabras son sólo piedras puestas atravesando la corriente de un río. Si están allí es para que podamos llegar al otro margen, el otro margen es lo que importa…”.  -José Saramago (1922-2010), escritor portugués.

A través de la charla (conversación entre dos o más personas, diálogo informal) se hace posible el proceso de comunicación mediante la retroalimentación entre emisor y receptor para intercambiar ideas, sensaciones, emociones, experiencias; para conocer al otro y “construir con palabras un puente indestructible” (escribió Benedetti en “Táctica y Estrategia”) que nos permita crear un vínculo, estrechar una relación, construir un mundo en común a través de un lenguaje particular, “ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama” (escribió Sabines en “Espero curarme de ti”) y no porque se trate de ese amor romántico que todo lo destruye al idealizar al otro o a la relación sino para compartir y acompañarse en el camino.

Charlar para conocer, aproximarse, fortalecer, aprender, construir, crecer, intercambiar, analizar, reflexionar. La charla como diálogo o disertación en torno a temas de interés, como herramienta pedagógica cuyo objetivo es el logro de nuevos conocimientos.

Se charla entre conocidos por chisme, chido, sin choro y con chiste, no por chantaje y sin ser chocante ni pretender parecer chipocludo o chulo. Se charla lo mismo en Chapultepec que en Chiapas, al ritmo de cha cha cha entre chilangos y chilpayates sin chamarra y a veces con el chal puesto. Se charla todos los días, en el transporte, en la fila del banco, en el parque, en la sala de espera del consultorio médico, en la fila del café de la esquina o mientras pagamos en el súper mercado.

Cuando se charla, se convive y se reúnen puntos de vista, se hace posible sentarse junto a un seguidor o un opositor de una ideología política, junto a un fanático o un detractor de algún género cinematográfico o corriente filosófica o estilo musical porque la charla reúne, suma e incrementa el conocimiento, nos ayuda a salir de la particular esfera existencial para conocer otros mundos (en relación a eso de que “cada cabeza es un mundo”). Bien por el regreso de las charlas en el desayuno, la comida o la cena entre amigos, conocidos, familiares o amantes.

“No eres la charla que oyes en tu cabeza. Eres el ser que escucha esa charla”. – Krishnamurti.

El camino de la espiritualidad nos enseña que no somos sólo mente sino alma, energía y que esas conversaciones que mantenemos todos los días son producto sí y sólo sí de nuestro cerebro ansioso, estresado o enfermo (en el caso de ciertas patologías como las neurosis y/o demencias), pero somos mucho más que ese diálogo continuo e inagotable que nos martilla con culpas, miedos, incertidumbres o apegos.

“Nos debemos una charla con el corazón abierto”. – Joaquín Sabina.

La mejor forma de conocer y reconocer es a través de la charla honesta, franca y abierta sin simulaciones ni pretensiones por el puro gusto de compartir-se.

Que las celebraciones decembrinas sean la oportunidad de tener el privilegio para charlar sin prisa y sin la necesidad de dar respuesta inmediata a lo que se escucha, que la charla sea parte de #laspequeñascosas que nos hace falta agregar a nuestra agenda de pendientes para asegurarnos de estar muy de cerca de aquéllos a quienes amamos.

A manera de colofón: el próximo 21 de diciembre recibiremos el solsticio de invierno en el hemisferio norte, el paisaje irá tornándose gris y el clima cada vez más frío (sin contar con los efectos del cambio climático) y nos estaremos preparando para la llegada de la Navidad. Deseo que en sus corazones habite el amor, la generosidad, la solidaridad, la empatía y principalmente, la alegría por celebrar un cierre de año complejo, difícil, incierto, inundado por la incertidumbre, la violencia y el caos mundial, pero al mismo tiempo, un año que nos ha mantenido de pie y vivos a pesar de los pesares. ¡Feliz Navidad!

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