Qué nostalgia da la niñez. Esos días en que tu mayor preocupación era más salir a jugar con tus amigos, que estarte preocupando por hacer la tarea. Pero agradezco mucho a mi madre y a mis maestros de primaria y secundaria que nos presionaban para aprender las lecciones que en su momento uno decía “¿de qué nos van a servir cuando sea grande?”.
Me acuerdo que nos enseñaron a conocer la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos. Obvio que no toda, pero sí los artículos más importantes. Aunque no todos pusimos atención a esas lecciones.
Pero para aquellos que no pusimos atención en conocer nuestra constitución, aquí describiré qué significa; qué es una constitución política y sus derivaciones de la misma.
Qué es Constitución
Es el conjunto de principios, normas y reglas que pretenden establecer la forma de un Estado de Derecho, así como organizar ese mismo Estado, delimitándolo, a través de sus propias instituciones de la Administración Pública y estableciendo procedimientos y sanciones para que el mismo Estado no incumpla con las normas establecidas en dicha Constitución.
En referencia a lo anterior, la Constitución es la Carta Magna, es la que rige todo el ordenamiento jurídico de un Estado, es decir, no existe ninguna ley ordinaria que pueda estar por encima de ella, es por esto por lo que es llamada Ley Suprema.
Ningún organismo, ente, funcionario del Estado, ley, decreto-ley o acto de la Administración Pública puede ir en contra de lo establecido en la Constitución de un Estado. La Carta Magna busca proteger los derechos e intereses de todos los ciudadanos en relación con el actuar del propio Estado.
Que tiene relación también con:
-Derecho constitucional
-Constitucionalidad
-Principios constitucionales
Poder Constituyente y Poder Constituido
El Poder Constituyente es aquel que tiene el soberano, es decir, el pueblo, y éste tiene todo el poder, porque son los ciudadanos, el pueblo quienes deciden cómo quieren vivir, cómo quieren ser gobernados, bajo qué normas se van a subyugar todos y cada uno de los individuos que lo conforman, cuáles son las tareas que tendrán nuestros mandatarios, cómo pueden ejercer sus funciones y cómo deben rendir cuentas ante cada uno de los sujetos.
Por eso es tan importe nuestra Carta Magna o constitución política: para que las leyes que se desprenden de ella sean avaladas y todos respetemos esas leyes. Para eso son creadas: para respetarlas y acatarlas. Y como dicen en derecho jurídico: Lex is lex
Espero que sea de utilidad para muchos qué desconocemos y nos atrevemos a hablar con una sencillez y soltura verbal. Como si deberás fuéramos expertos en la materia.
Para poder dar un punto de vista hay que tener el conocimiento, o sea, tener argumentos para defender o sostener una discusión. Lo primero que hay que aprender es a saber respetar las leyes. Ellas son las que rigen a una sociedad con educación y sapiencia.
Les dejo un cordial y afectuoso saludo, espero encontrarnos en mi próxima participación en ruizhealytimes.com
Referencia: significados.com
- Baja autoestima, altos niveles de insatisfacción social, inseguridad personal, habilidades comunicativas poco desarrolladas (todo esto aun cuando parezca contradictorio, dada la falsa autoimagen “atractiva e ideal” presentada en las redes).
- Gran ansiedad de estar al tanto, en todo momento, de qué hacen los contactos a los que se sigue y quienes lo siguen, ver qué hacen, que dicen, a dónde han ido y comprobar si han dejado likes o mensajes (aún en los casos en que dichas acciones ni siquiera demandan una respuesta).
- Angustia extrema por responder de inmediato, por la creencia de que, de no hacerlo, se perderá cosas importantes y quedará fuera de la conversación.
- Incapacidad de apagar o dejar lejos el teléfono móvil (esto último reconocido también, oficialmente, como otro trastorno psicológico denominado nomofobia).
- Presencia de otros síndromes, como el de la alerta o llamada fantasma, que consiste en percibir sonidos ilusorios, que se cree salen del móvil, como la notificación sonora de un mensajes o likes, combinado después con la desilusión de descubrir que no hay nada nuevo en el teléfono.
- Más allá del deseo natural de “pertenecer”, verdadero pánico de ser excluido socialmente.
- Inversión excesiva del tiempo que se pasa en las redes sociales.
- Necesidad constante de mostrar lo que hace o piensa (a dónde va, qué come, qué ropa usa, qué le sucedió, etc.).
- Comportamientos y actitudes compulsivas, obsesivas e incontrolables para evitar, a toda costa, estar offline.
- Aceptación de todas las solicitudes de amistad recibidas, así como para todas las fiestas y eventos, por temor a perderse de algo o sentirse excluido.
- Pérdida de la capacidad de “vivir el momento” porque todo el tiempo “deben” tomar fotografías o grabar videos para poder compartir sus “experiencias” de manera inmediata.
- Malhumor, enojo, irritabilidad y aislamiento como consecuencia de los reclamos o reproches de familia o amigos (mejor me encierro para poder seguir conectado y no perderme de nada). En los entornos laborales esto puede llevar, incluso, a la pérdida del empleo.
- Desarrollo de distorsiones cognitivas que provocan la pérdida del sentido de realidad, deteriorando la visión crítica de lo que es realmente ficción o un hecho relativo en un contexto mucho más amplio, desconocido, que el que aparece en la pantalla.
- Sensación (o certeza) de que todos los demás son más atractivos, tienen vidas más interesantes o felices que la propia.
- Pérdida o alteración de los ciclos de sueño y horarios de alimentación, para poder permanecer online.
- Desarrollo de ideas erróneas en cuanto a la formación de vínculos y el apego (se cree que se tienen vínculos más íntimos con los contactos o “amigos virtuales” de lo que realmente son).
- En los casos más graves: ansiedad incontrolable, depresión profunda, estrés (con manifestaciones físicas y psicológicas) aislamiento (físico) total, violencia física, verbal y psicológica, e ideas o consumación de un suicidio.
- Ayudarlos a darse cuenta de que lo presentado en las redes es sólo una interpretación (e inclusive, una distorsión) de la realidad, a partir de las propias experiencias que ellos publican (comparando su realidad con lo que postean, por ejemplo).
- Involucrarlos, tanto como sea posible, en actividades que les ayuden a vivir en el aquí y el ahora (paseos, juegos o actividades varias en familia, leer, ver películas, pasear a las mascotas, etc.).
- Mostrarles la importancia de dar prioridad a las personas.
- Reducir, gradualmente, la utilización de smartphones, tablets, computadoras o cualquier otro dispositivo con internet.
- Plantear metas que deban cumplir a corto plazo y con fechas límite: proyectos personales, tareas de casa, metas familiares comunes, etc.
- Establecer horarios u ocasiones familiares “sin internet o dispositivos” (que deben aplicarse a todos los integrantes de la familia).
- Enseñarles, con límites amorosos y razonables, a tolerar la frustración.
- Mostrar el valor de tomar decisiones y asumir consecuencias.
- De ser necesario, buscar ayuda de profesionales en el campo.
- Baja autoestima, altos niveles de insatisfacción social, inseguridad personal, habilidades comunicativas poco desarrolladas (todo esto aun cuando parezca contradictorio, dada la falsa autoimagen “atractiva e ideal” presentada en las redes).
- Gran ansiedad de estar al tanto, en todo momento, de qué hacen los contactos a los que se sigue y quienes lo siguen, ver qué hacen, que dicen, a dónde han ido y comprobar si han dejado likes o mensajes (aún en los casos en que dichas acciones ni siquiera demandan una respuesta).
- Angustia extrema por responder de inmediato, por la creencia de que, de no hacerlo, se perderá cosas importantes y quedará fuera de la conversación.
- Incapacidad de apagar o dejar lejos el teléfono móvil (esto último reconocido también, oficialmente, como otro trastorno psicológico denominado nomofobia).
- Presencia de otros síndromes, como el de la alerta o llamada fantasma, que consiste en percibir sonidos ilusorios, que se cree salen del móvil, como la notificación sonora de un mensajes o likes, combinado después con la desilusión de descubrir que no hay nada nuevo en el teléfono.
- Más allá del deseo natural de “pertenecer”, verdadero pánico de ser excluido socialmente.
- Inversión excesiva del tiempo que se pasa en las redes sociales.
- Necesidad constante de mostrar lo que hace o piensa (a dónde va, qué come, qué ropa usa, qué le sucedió, etc.).
- Comportamientos y actitudes compulsivas, obsesivas e incontrolables para evitar, a toda costa, estar offline.
- Aceptación de todas las solicitudes de amistad recibidas, así como para todas las fiestas y eventos, por temor a perderse de algo o sentirse excluido.
- Pérdida de la capacidad de “vivir el momento” porque todo el tiempo “deben” tomar fotografías o grabar videos para poder compartir sus “experiencias” de manera inmediata.
- Malhumor, enojo, irritabilidad y aislamiento como consecuencia de los reclamos o reproches de familia o amigos (mejor me encierro para poder seguir conectado y no perderme de nada). En los entornos laborales esto puede llevar, incluso, a la pérdida del empleo.
- Desarrollo de distorsiones cognitivas que provocan la pérdida del sentido de realidad, deteriorando la visión crítica de lo que es realmente ficción o un hecho relativo en un contexto mucho más amplio, desconocido, que el que aparece en la pantalla.
- Sensación (o certeza) de que todos los demás son más atractivos, tienen vidas más interesantes o felices que la propia.
- Pérdida o alteración de los ciclos de sueño y horarios de alimentación, para poder permanecer online.
- Desarrollo de ideas erróneas en cuanto a la formación de vínculos y el apego (se cree que se tienen vínculos más íntimos con los contactos o “amigos virtuales” de lo que realmente son).
- En los casos más graves: ansiedad incontrolable, depresión profunda, estrés (con manifestaciones físicas y psicológicas) aislamiento (físico) total, violencia física, verbal y psicológica, e ideas o consumación de un suicidio.
- Ayudarlos a darse cuenta de que lo presentado en las redes es sólo una interpretación (e inclusive, una distorsión) de la realidad, a partir de las propias experiencias que ellos publican (comparando su realidad con lo que postean, por ejemplo).
- Involucrarlos, tanto como sea posible, en actividades que les ayuden a vivir en el aquí y el ahora (paseos, juegos o actividades varias en familia, leer, ver películas, pasear a las mascotas, etc.).
- Mostrarles la importancia de dar prioridad a las personas.
- Reducir, gradualmente, la utilización de smartphones, tablets, computadoras o cualquier otro dispositivo con internet.
- Plantear metas que deban cumplir a corto plazo y con fechas límite: proyectos personales, tareas de casa, metas familiares comunes, etc.
- Establecer horarios u ocasiones familiares “sin internet o dispositivos” (que deben aplicarse a todos los integrantes de la familia).
- Enseñarles, con límites amorosos y razonables, a tolerar la frustración.
- Mostrar el valor de tomar decisiones y asumir consecuencias.
- De ser necesario, buscar ayuda de profesionales en el campo.

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