Bajar de peso en tiempos de sedentarismo

Es clásico el anuncio que vemos en la televisión de máquinas, aditamentos, dietas milagrosas, superfoods, suplementos y demás pastillas que perjuran la capacidad de hacer de nuestro cuerpo tan esbelto que seríamos confundidos con una escultura Miguel Ángel, pero la realidad está más lejana de la que se pinta ahí.

El bajar de peso, en un primer momento, no es más que el conjunto de tres principales aristas: comer sanamente, realizar ejercicio y tener, si es el caso, una terapia conductual adecuada. Ya en un segundo término, y tras una exhaustiva terapéutica conservadora, se consideran procedimientos quirúrgicos o farmacológicos que nos apoyen en la meta para bajar de peso. He aquí, en este último aspecto, donde muchos toman un “atajo” que puede ocasionar daños menores hasta padecimientos crónicos en el paciente, y en la cual surge la pregunta de: ¿todos estos artilugios pueden hacer que baje de peso? La respuesta general es sí. La pregunta más importante es el cómo lo hacen.

La mayoría de las máquinas y artefactos disminuyen el peso, temporalmente, de los pacientes al deshidratarlos. Muchos funcionan por medio del principio de aumentar la temperatura en una zona del cuerpo, para que éste sude, y por lo tanto que el peso del agua desaparezca, pero el tejido graso se mantiene. No hay forma de “evaporar” la grasa sin antes someter al paciente a quemaduras de importancia. La carne y la grasa animal tienen un punto de ebullición de unos 200°C, según datos del departamento de agricultura de Estados Unidos (USDA).

Por otro lado, los medicamentos realmente si pueden ayudarnos a bajar de peso, pero si no son primeramente autorizados por un médico calificado, y no un galeno que denigra nuestra profesión. A comparación de los mil suplementos (queriendo recalcar esta palabra que es totalmente diferente a medicamento) que se observan a lo largo de los medios, la FDA en Estados Unidos solamente tiene autorizados tres medicamentos, y éstos de manera exclusiva como un último recurso previo al pensar en un procedimiento quirúrgico. Estos medicamentos serán mencionados por su familia farmacológica para evitar el uso del presente texto como una consulta médica gratuita, siendo: análogos de GLP-1, antagonista del receptor µ e inhibidores de la recaptura neuronal de la dopamina y la norepinefrina. Los medicamentos que contienen fentermina/topiramato o lorcaserina no están autorizados por la agencia reguladora.

Adicionalmente, existen muchos otros fármacos y suplementos en circulación o ya suspendidos que presentan efectos graves en la salud, como la amplia gama de tés (Bedul, Ortosifón, Cola de caballo, Té verde, Bardana, Garcinia, Fucus, Café verde, y demás) las anfetaminas (vendidas con el nombre de modafilino, adderall y appetrol), herbalife y demograss, además de las varias cadenas de “suplementos alimenticios”, redotex (un coctél de hormonas tiroideas, estimulantes simpáticos y benzodiacepinas), difenidol, y otros, que tras estudios han demostrado causar falla hepática aguda, hepatitis aguda, paranoia, complicaciones cardiacas, infartos cerebrales, sentimientos de hostilidad, irónicamente ganancia de peso, depresión, baja energía, resistencia a la insulina y diabetes, confusión, coma, convulsiones, hipertermia, taquicardia, colapso cardiovascular, falla renal, ideación suicida, hipertensión, insomnio crónico, alteración del estado mental y varios otros efectos tóxicos.

Tras todo lo expuesto, ¿qué debemos hacer? Es imprescindible acudir con un nutriólogo clínico, un médico o profesional de la salud para una valoración del estado de salud y el seguimiento por medio de guías internacionalmente avaladas de los pasos a seguir. Si no quieres mostrar esas “llantitas” en la playa, no tomes ningún suplemento ni medicación sin autorización médica, porque en los momios está que ni siquiera llegues a ponerte tu traje de baño.

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