Dos millones de empleos en nueve meses no los crea ni Obama

En el plan económico y en la actitud del presidente López Obrador para enfrentar la crisis del Covid-19, hallo al menos tres falsos dilemas. Primer...

7 de abril, 2020

En el plan económico y en la actitud del presidente López Obrador para enfrentar la crisis del Covid-19, hallo al menos tres falsos dilemas.

Primer Falso Dilema

AMLO insiste en que no cambiará su plan, que no habrá rescate de empresarios, como se hacía en el pasado. Dijo que esas recetas no funcionan, que primero salvará a los pobres. Tiene en mente, desde luego, al Fobaproa. Y puede ser verdad que esas recetas no funcionen. Y es, sin duda, verdad que primero los pobres. Sin embargo, nadie está pidiendo que el gobierno apoye a los grandes empresarios, sino a los micro, pequeños y medianos. No se está pidiendo que el gobierno los  rescate asumiendo sus deudas y pasivos laborales. Se está pidiendo que haya estímulos fiscales, que tampoco es pedir una cosa del otro mundo. Básicamente se pide: a) aplazamiento en la presentación de la declaración anual; b) aplazamiento y facilidades en el pago de impuestos; y c) que las instituciones financieras del Estado les otorguen créditos baratos (Nacional Financiera, Sociedad Hipotecaria Federal, Financiera Nacional de Desarrollo, Banco de Bienestar, etcétera). Por otro lado, no se está pidiendo que deje de apoyarse a los pobres ni que se cancelen programas sociales.

El falso dilema consiste en que el presidente cree que apoyar a los empresarios significa rescatar a los grandes capitales y dar la espalda a los pobres. Sus seguidores cayeron en el falso dilema y lo creen a pie juntillas.

Segundo Falso Dilema

El presidente sostiene que no apoyar su plan significa estar a favor de la corrupción y a favor de sus adversarios neoliberales. Muchos de los micro, pequeños y medianos empresarios –varios de los cuales quebrarán en los próximos meses– votaron por AMLO el 1 de julio de 2018. Esos micro, pequeños y medianos empresarios no son corruptos neoliberales. Es gente honrada y trabajadora. Una buena parte de los micro y pequeños empresarios viven al día. Ellos son los que sostienen económicamente al país. Si ellos caen, caemos todos.

El falso dilema consiste en asumir que todos los empresarios son ricos y corruptos. La señora de la miscelánea de la esquina, por ejemplo, es empresaria, pero no es ni rica ni corrupta. Asumir que ser empresario equivale a ser malo, rico y corrupto, no solo es un error: es inmoral. Pese a todo, muchos seguidores de AMLO lo creen.

A final de cuentas, el presidente no puede dejar morir a los micro, pequeños y medianos empresarios, y lo sabe. Necesariamente tendrá que salvarlos, aunque no lo va a reconocer públicamente porque, al parecer, para él y sus seguidores, la palabra “empresario” significa “empresario rapaz”.  El viernes pasado, Arturo Herrera, secretario de Hacienda, anunció que habrá un programa de créditos para los MIPYMES, para que puedan enfrentar el impacto económico que está causando el Covid-19. Esperemos a que se presente el programa para ver y analizar sus alcances. Por más que AMLO diga que no ayudará al empresariado, lo tiene que hacer.

Tercer Falso Dilema

Algunos sostienen que la presente situación no es culpa de AMLO, que si no hubiera coronavirus, todo iría bien. Claro que no. Desde 2019, el PIB trimestral reporta una caída continua. Económicamente estábamos mal. Con el Covid-19 estaremos peor. Echarle la culpa al coronavirus de la debacle que se aproxima para justificar a priori a AMLO me recuerda la frase de López Portillo: “soy responsable del timón, pero no de la tormenta”. 

El Covid-19 vino a empeorar las cosas de una manera exponencial. No vino #ComoAnilloAlDedo, ni para AMLO, ni para la 4T, ni para nadie.

Conclusión

Si el gobierno no tiene extremo cuidado, habrá problemas. Lo ha explicado muy bien el exsecretario de Hacienda, Carlos Urzúa, economista de reconocido prestigio: el PIB de México podría contraerse en 2020 entre el -6% y el -8%. Para que nos demos una idea de lo que significa esto, ni en los peores momentos de nuestra historia moderna hemos experimentado un decrecimiento de tal envergadura. En el primer año de De la Madrid, el PIB cayó -4,4%; en el primer año de Zedillo, -6,3%; como consecuencia de la crisis de 2009, el PIB se contrajo -5,3%. Así las cosas, la posibilidad de un -8% en 2020, es muy preocupante. 

Finalmente, el plan de crear dos millones de empleos en los siguientes nueve meses no es otra cosa que un desiderátum, una noble aspiración. Si el gobierno no ha creado dos millones de empleos en los quince meses que lleva –y se supone que esos quince meses han sido muy buenos, según el presidente, porque ha iniciado una nueva era en nuestra historia, la Cuarta Transformación, en la cual ya no existe la corrupción–, veo un poco difícil que los pueda crear en los próximos nueve meses. Seamos realistas: eso no va a suceder. En Estados Unidos, con una economía sólida, se han perdido, en lo que va de la crisis, más de ocho millones de empleos. ¿Por qué aquí no solo no se perderían miles y miles de empleos, sino, por el contrario, se crearían dos millones nuevos antes de que termine el año? Parafraseando a AMLO: dos millones de empleos en nueve meses no los crea ni Obama.

 

 

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