¿Cómo será el gobierno de AMLO? Por Edicto y con el apoyo de las masas

«Si te quieren chantajear, Andrés, ¡exprópialos! ¡Chinguen su madre, exprópialos!» , Paco Ignacio Taibo II, secretario de Arte y Cultura del CEN de MORENA «Milicias...

30 de abril, 2018

«Si te quieren chantajear, Andrés, ¡exprópialos! ¡Chinguen su madre, exprópialos!», Paco Ignacio Taibo II, secretario de Arte y Cultura del CEN de MORENA

«Milicias que resisten bajo el ‘no pasarán’, el sueño eterno como viene se va…», Canción “La Puerta de Alcalá” (Mendo, Fuster, Campos y Villar)

La cuestión del populismo no es un juego: es una desgracia. Los simpatizantes de MORENA y muchos mexicanos incrédulos se ríen ante la preocupación de muchas otras personas en el sentido de que medidas populistas podrían arruinar a nuestro país en poco tiempo y convertirlo en una Venezuela. Los morenistas se mueren de risa y exclaman: «¡Otra vez con esa retahíla de Venezuela! ¡Si parecen discos rayados!»

Francisco Ignacio Taibo II es un muy destacado escritor, académico y periodista, y funge como Secretario de Arte y Cultura del Comité Ejecutivo Nacional de MORENA, o sea, es un miembro respetado de ese partido, considerado por muchos de ellos como su ideólogo, y, claro, muy cercano a Andrés Manuel López Obrador. Recientemente expresó que si los empresarios mexicanos chantajean a López Obrador, éste debería expropiarlos. Especuló sobre un posible escenario en el cual el presidente López Obrador ya ha tomado el poder y recibe en Los Pinos –¿no habían dicho que no usarían Los Pinos?– a las figuras más importantes de las finanzas, entre las que menciona a Carlos Slim y a María Asunción Arámburuzavala –quien, por cierto, ya no es dueña de la Cervecería Modelo, como señala Taibo II–. En esa hipotética reunión, los empresarios intentan chantajear al presidente diciéndole que si avanzan en ese sentido (echar atrás las reformas estructurales y otras promesas de campaña), ellos trasladarán sus fábricas a Costa Rica. Taibo II señala que si eso sucede, pero a esa misma hora y en ese mismo lugar hay dos o tres millones de mexicanos apoyando al presidente –«Si te quieren chantajear, Andrés, ¡exprópialos! ¡Chinguen su madre, exprópialos!»–, no habrá forma de que tales medidas sean obstaculizadas.

Conociendo a Taibo II (no tengo el gusto de conocerlo personalmente, pero lo he leído y sé que es una persona de agudeza mental que maneja muy bien el sarcasmo, además de ser combativo y vehemente), me lo puedo imaginar riéndose con los morenistas radicales del susto que les está pegando a tantos fifís, niñas-bien, señoritos y señoritingos, quienes, escandalizados, están mordiéndose las uñas ante la inminente llegada de El Caudillo y la fuerza del pueblo. Pero la cosa es seria, y voy a explicar por qué.

¿Qué puede hacer un presidente que no cuenta con mayoría en el Congreso? Tiene poco margen de maniobra. El PRI se negó, durante las administraciones de Fox y Calderón, a concurrir con el voto de sus legisladores en la aprobación de las reformas estructurales con la finalidad de doblegar al PAN y sacarlo del gobierno, lo que finalmente ocurrió. Cuando arribó Peña, las cosas cambiaron. Debo aceptar que el inicio de Peña fue bueno. Logró el consenso del PAN y del PRD para que las reformas estructurales fueran aprobadas –a final de cuentas, el consenso del PRD equivalió, según AMLO, a una traición, y por ello fundó MORENA–. Por primera vez en nuestra historia reciente los principales actores políticos se pusieron de acuerdo. Lástima que estas reformas llegaron diez años después –diez años perdidos por la mezquindad inexcusable del PRI–, pero a fin de cuentas llegaron. Lamentablemente, el gobierno de Peña empezó a caerse desde el caso de los estudiantes asesinados en Iguala y los escándalos de corrupción, empezando por la misma casa de su esposa, la señora Rivera, la llamada Casa Blanca, que provocó la cancelación de la construcción del tren que uniría la Ciudad de México y Querétaro. Y ya ni hablar de los narcogobernadores y corruptogobernadores priístas (el Nuevo PRI). A partir de entonces, el presidente Peña se ha venido abajo y, hoy por hoy, padece un desprestigio enorme. Sólo el 20% de los mexicanos aprueba su gestión y el otro 80% lo considera tan malo, o peor, que Santa Anna –no hay que olvidar que en 2016 Peña recibió al entonces candidato Trump en Los Pinos, y esto fue para muchos una traición en contra de México, pues el magnate estadounidense había iniciado un discurso hostil y racista en contra de los mexicanos–. Este desprestigio es el que está poniendo en bandeja de plata la entrega del gobierno a López Obrador.

AMLO está tan seguro de su triunfo –y no le falta razón– que está llamando a los electores para que voten por los candidatos morenistas al Congreso, pues así podría llevar a cabo, valga la expresión, las reformas necesarias para anular las reformas estructurales del PRIAN. Paco Ignacio Taibo II sabe que su líder está ensoñando. Desde una óptica realista, Taibo II reconoce que MORENA no tendrá la fuerza necesaria en el Congreso, y en tal virtud AMLO sólo podría llevar a cabo las medidas que, según él, son necesarias para salvar a México, a través de un gobierno por edicto; y tales edictos sólo podrían hacerse valer a través de una fuerza y movilización social que secunde al presidente, como en su momento lo hizo Lázaro Cárdenas –o sea, saltándose al Congreso y al Poder Judicial–. La presión a la que estará sometido el presidente López Obrador será tanta, que si no gobierna como caudillo estará maniatado. De ahí que Taibo II diga que, ante el chantaje de los empresarios (recordemos que la mafia del poder, según los morenistas, está conformada por los hombres más ricos del país, y que los gobiernos liberales del PRI y del PAN son sus empleados), AMLO debe revirar con la expropiación, y para ello dispondrá de dos o tres millones de mexicanos en ese momento movilizados en las calles. ¿Quiénes son estos dos o tres millones de mexicanos? Seguramente los jóvenes que recibirán el prometido subsidio/beca de alrededor de 4000 pesos mensuales.

Imagine usted a miles de estos jóvenes tomando el Senado o la Cámara de Diputados, porque no aprueban las leyes que propone el presidente; o imagínelos tomar la Suprema Corte de Justicia o los Tribunales Colegiados, porque el Poder Judicial concede amparos a los empresarios expropiados. Imagine usted que algo se salga de control y que estas masas comiencen a hostigar, no sólo al Congreso y al Poder Judicial, sino también a los medios. ¿Qué pasaría si esta fuerza masiva irrumpe en las instalaciones de Televisa, Azteca, Fórmula, Imagen, MVS o Radio Centro, para hostigar a los comunicadores que, según ellos, hablan mal y se oponen al presidente? La policía de nuestra ciudad va a estar bajo el control de MORENA, a través de Claudia Sheinbaum, que es incondicional de AMLO. ¿Quién podrá controlarlos? ¿Se imagina usted una escena como las que ocurrían en la Revolución Cultural China? Artistas, intelectuales, opositores y periodistas eran capturados por los guardias rojos (turbas de jóvenes) y eran sometidos a la humillación pública, al maltrato público e incluso a la ejecución, por haber adoptado el camino capitalista y por oponerse al gran líder. Pensar diferente equivalía a ser un traidor. Millones de chinos fueron enviados a campos de regeneración (regeneración nacional, oh my God!) y reeducación en donde vivieron una pesadilla. Millones murieron. Y al final, que ironía, China adoptó el capitalismo, y desde que dio ese verdadero Gran Salto Adelante (que no el de Mao, que fue una infamia), se convirtió en la potencia que es hoy.

Muchos lectores creerán que exagero, y si Taibo II llega a leer este artículo se reirá de mí y dirá que soy uno de esos señoritingos asustadizos. Pero insisto en que proponer un gobierno mediante edictos que sólo pueden hacerse valer con el peso de la movilización social, es jugar con fuego. Y se lo digo a Paco Ignacio Taibo II, cuyo padre salió de una España fascista gobernada por otro Caudillo, Francisco Franco, quien también consideraba el disentimiento como un acto de traición (los extremos se juntan). Cuando estalló la rebelión de los generales derechistas, el gobierno de la República no pudo unificar a las distintas fuerzas que lo apoyaban, porque esas fuerzas (anarquistas, sindicatos, anarcosindicalistas, comunistas, partisanos, socialistas, milicias antifascistas, republicanos moderados, militares fieles al gobierno) se salieron de control. Y para ejemplo baste decir que Barcelona vivió uno de sus peores momentos cuando los comunistas y los anarquistas –que eran del mismo bando– se enfrascaron en su propia guerra civil porque nadie los pudo poner bajo control, y se mataron entre sí y asesinaron a un número indeterminado opositores[1]. La República Española pereció porque nadie fue capaz de poner orden y unidad a las diversas fuerzas y grupos que la apoyaban: todo se salió de control.

En MORENA podrán pensar que dos o tres millones de jóvenes a su disposición son suficientes para imponer sus medidas, lo cual podría ser cierto. Pero no hay que olvidar que en este país hay 130 millones de mexicanos; si gana AMLO, lo hará con el apoyo de la minoría, a lo mucho, como el propio Taibo II dice, un 35% de los votos, y por lo tanto la gran mayoría de los mexicanos no estará de acuerdo con sus procederes. Además, las fuerzas armadas siempre han sido institucionales. ¿Qué pasaría con un presidente que desprecia la institucionalidad y gobierna con la fuerza de las masas? Se está gestando un problema de extrema envergadura.

Francisco Ignacio Taibo II, Héctor Díaz Polanco y un gran equipo de morenistas están ahora muy ocupados en organizar esa fuerza y en planear el cómo de las movilizaciones masivas –supongo que lo hacen bajo la premisa de que todo estará bajo control–. Yo mismo escuché en un restaurante del muy trendy y burgués barrio de la Roma Norte a Héctor Díaz Polanco y un grupo de personas hablar sobre cómo llevarían a cabo esta movilización social. Estaba yo sentado en una mesa contigua a la de ellos. Ni qué decir que ya no pude disfrutar de mi cena. El señorito que vive dentro de mí se alarmó porque me di cuenta de algo, para mí, terrible: ellos saben que la única forma de imponerse será a través de la fuerza –por eso AMLO siempre dice que «al diablo las instituciones»–, lo cual, en buen castellano, no es sino proponer el terror como instrumento.

Y mientras tanto, un PRI aferrado al poder –que no su candidato, que ni es priísta y al cual considero un funcionario de primera y una persona íntegra–, un PRI que cree que va a ganar, un PRI incapaz de ver más allá de su nariz, se dedica a atacar y destruir al único candidato que podría vencer a AMLO. Es el PRI quien está de verdad del lado erróneo de la historia. Por otro lado, también vemos a un ex-presidente panista y a su esposa, candidata independiente, dispuestos a ver a AMLO en el poder antes que al candidato del PAN, porque éste les arrebató el liderazgo del partido. Mientras todo esto ocurre, el nuevo césar y sus legiones se regodean: «VENI, VIDI, VICI»


[1] Cuando estalló el golpe de los generales de derecha, entre ellos Franco, Cataluña se mantuvo fiel a la República, y por tanto el golpe fracasó ahí. La Generalitat sometió a los rebeldes utilizando la Guardia Civil. Ello no habría sido posible sin el apoyo de las milicias y grupos de choque de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo, una organización anarco-sindicalista). El problema fue que los líderes anarquistas (García Oliver, Sanz y Durruti) no se conformaron con haber sofocado la rebelión de los derechistas, de modo que se dirigieron a tomar la Generalitat, pues consideraban al presidente Lluís Companys un republicano burgués, o sea, un potencial traidor.

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