Los católicos celebramos hoy la Noche de Reyes. Hoy conmemoramos la adoración al Niño Jesús por los sabios llegados del oriente con regalos de oro, incienso y mirra.
La adoración de los Santos Reyes significa el reconocimiento de que no hay monarca por encima de la majestad de Dios; pero la majestad de Dios nos es una jurisdicción que busque imponerse por la fuerza, ni siquiera por mayoría.
Jesucristo no vino a asumir el papel de un faraón ni de un líder militar; vino a invitar a cada uno de nosotros a abrir nuestro corazón al amor que es nuestra esencia, cuando proclamó lo que Él mismo llamó UN MANDAMIENTO NUEVO: que amemos a Dios con toda nuestra alma, con todas nuestras fuerzas, con todo nuestro ser, y que nos amemos unos a otros como Él nos ama. El reino de Dios se instaura en el corazón de cada ser humano que decide seguir ese sencillo mandamiento que es al mismo tiempo, tan difícil de seguir, especialmente en lo que se refiere a AMARNOS A NOSOTROS MISMOS.
Amarnos a nosotros mismos implica respetarnos, sernos leales, no engañar a nuestra propia conciencia; a diferencia de nuestra capacidad intelectual, que es limitada, NUESTRA CAPACIDAD DE AMAR no tiene límite alguno, incluso desde este ámbito en el que transcurre nuestra vida. Por esta razón, podemos realizar el reino de Dios en cada uno de nosotros, desde ahora mismo y desde donde estemos.
Las festividades que comienzan con el primer domingo de Adviento y terminan el 2 de febrero con la celebración de la Candelaria, constituyen la temporada navideña. En Alemania, toda esta temporada se conoce como Weihnachtzeit (o tiempo de Navidad); un tiempo que por lo menos aquí, no se ha diluido con el “felices fiestas” urdido por políticos y comerciantes para llevar agua a su molino, según sus intereses. San Juan Bautista fue el último heraldo del advenimiento del Reino de Dios, que culmina en la Noche Buena con el nacimiento del Niño Jesús.
Nuestros hermanos mayores (los Judíos) cansados del dominio de la Roma Imperial, creyeron que el Mesías iba a ser un líder político-militar al estilo de Gedeón o de los Macabeos que por medio de las armas liberaría a Israel de la dominación extranjera. PERO el reino que Jesucristo intentó instaurar, NO ES UN REINO DE ESTE MUNDO.
El reino de Dios no ha sido ni es ni será un gobierno de multitudes y mayorías cuya voluntad se impone “democráticamente” sobre las minorías. El reino de Dios solamente puede instaurarse en el corazón de cada uno de nosotros; uno por uno. Cuando alguien decide abrirse al reino de Dios en su vida, ocurre algo extraordinario: descubrimos que a diferencia de los reyes, presidentes, ministros y líderes políticos, cuyas agendas los rebasan haciendo imposible que se den abasto, Dios nos espera pacientemente dispuesto a escucharnos uno por uno en total intimidad, sin límite de tiempo PORQUE SIEMPRE ESTÁ DISPONIBLE PARA CADA UNO DE SUS HIJOS. DIOS NUNCA ESTÁ OCUPADO para escucharnos y respondernos.
Por fortuna, la tradición de reunirnos en FAMILIA esta NOCHE DE REYES para compartir la rosca, subsiste en muchas partes del mundo, incluyendo a México. En un rincón mágico de nuestra patria, en Chinameca (Morelos), la Noche de Reyes se prepara desde varios días antes, cuando toda la familia Cárdenas (mi familia; Renato el mayor, y todos mis hermanos), se reúne en el amasijo de la panadería que ya ha cumplido sus primeros cien años, para hornear las roscas cuya fama se ha extendido por todo el estado de Morelos, llevando la conmemoración de los Santos Reyes a los hogares que mantienen viva esta maravillosa tradición.
Hasta donde estoy, en este pequeñísimo pueblito de Alemania, llega la voz de Ángeles que anuncia la siguiente horneada de ricas roscas de Reyes por el altavoz de la tienda por el que también se escuchan las Mañanitas que encargamos los que vivimos lejos, para felicitar a quienes viven en nuestro corazón.
Lo mismo ocurre con el sabor de las roscas, que llena el paladar a pesar de la distancia, con tan solo recordarlas. El muñequito de cada rosca, conmemora al Niño Jesús en cuyo honor celebramos la Candelaria el 2 de febrero. La conmemoración de los Santos Reyes, evoca la oración por excelencia; el Padrenuestro en el que destaca el VENGA A NOSOTROS TU REINO.
Hacer la voluntad de Dios no significa sometimiento sino liberación; significa pagar amor con amor; significa sumar nuestra voluntad a la voluntad de Dios, liberándonos de los apegos efímeros de los “otros reinos” que los arqueólogos descubren cubiertos de polvo…
Soy un convencido de que la liberación de la humanidad es una tarea que SOLAMENTE puede realizarse UNO POR UNO. El reino de Dios, es un reino que únicamente es posible EN EL AMOR. Yo en lo personal estoy cansado de observar cómo nos dejamos engañar por políticos mentirosos que cambian de partido como quien cambia de camiseta; profesionales de la mentira asesorados por especialistas en presentar como novedosas a las mismas gatas pero revolcadas, para dar la apariencia de transformaciones prodigiosas.
Ser abogado ya por tantos años me ha convencido de que la ley humana carece de toda validez si no refleja y aplica LA LEY DIVINA, una ley que NO SE IMPONE por la fuerza sino que solamente puede ser vigente cada nuevo día a través de la voluntad de cada uno de nosotros.
La mejor evidencia a favor de lo que afirmo la tenemos en algunos ejemplos recientes: las leyes del Apartheid implantadas por los británicos en Sudáfrica; las llamadas leyes de Jim Crow en Estados Unidos; o las leyes de la República Popular de China que hoy buscan sustituir a Dios con la veneración a Xi Jinping; o las famosísimas leyes de Núremberg, que calcaron las normas racistas de Estados Unidos en la misma época. TODOS ESTOS EJEMPLOS TIENEN ALGO EN COMÚN: ALGO está mal en todas esas disposiciones: SON INJUSTAS.
¿INJUSTAS?
Un famoso jurista austriaco llamado Hans Kelsen afirmaba que las leyes TIENEN QUE SER OBEDECIDAS sin importar lo que ordenen, con la única condición de haber sido emitidas por los órganos competentes del Estado. ¿Puede estarse de acuerdo con esta postura? Si tal cosa fuera posible, entonces los racistas gringos, los genocidas ingleses y belgas, Stalin y el famosísimo Hitler, pasarían de la página roja de la historia a la portada del National Geographic.
¿Qué hubo y hay de malo en leyes como las mencionadas? HAY DE MALO que chocan con la ÚNICA LEY SUPREMA; de hecho, reconocer los DERECHOS HUMANOS como algo SUPERIOR a cualquier constitución o a cualquier tratado internacional, es un RECONOCIMIENTO AL REINO DE DIOS. RECONOCER LOS DERECHOS HUMANOS implica el reconocimiento de que ALGUIEN SUPERIOR nos ha dotado de derechos que ningún gobernante humano nos puede arrebatar. Cuando proclamamos LA SUPREMACÍA DE LOS DERECHOS HUMANOS, estamos realmente pidiendo que venga a nosotros; al corazón de cada uno, EL REINO DE DIOS.
FELIZ NOCHE DE REYES.
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Desde Stahringen va un abrazo hasta Chinameca, pidiendo que nos guarden un pedacito de rosca con todo y muñequito.
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