Hay momentos en los cuales me parece estar viviendo en un zoquitero…
Hay momentos en los cuales me parece estar viviendo en un zoquitero (vocablo que utilizaba mi abuelita cuando la acompañaba al antiguo mercado de La Merced, en calles en las que los desperdicios de frutas, verduras y hierbas, pisados por los marchantes, formaban un lodo no muy espeso, a cada paso más repugnante).
Así me pasa al escuchar las noticias. Todos los aspectos noticiosos contribuyen a ese lodazal: la tremenda variedad de crímenes, individuales y colectivos, la inacción de las pseudoautoridades que nos desgobiernan, la fuga de delincuentes, la dilapidación de los recursos en pan y circo, la agresión del gobierno a las mayorías en busca del voto de las minorías mediante el despilfarro en desfiles bloqueadores del libre tránsito, el cinismo de legisladores que buscan institucionalizar la impunidad de quienes destruyen la ciudad en aras de una falsa libertad de expresión, la inagotable búsqueda de más y más recursos inventando Constituciones y nuevos organismos gubernamentales que sólo sirven para darles chamba a sus lambiscones.
Si echamos un ojo al panorama mundial no encontramos hechos que alimenten nuestra esperanza. Se ha destapado la realidad de que a un importante bloque de gringos les gustaría que a México le vaya de la trompada, las diferencias en el Medio Oriente, la desaceleración de China, uff, uff y recontrauff.
Alcanzo el sentimiento de aquellos niños de los campos de concentración nazi que se escondían en las fosas sépticas y permanecían inmóviles por el temor de que las olas les obligaran a sorber el nauseabundo líquido que les servía de camuflaje.
¿Acaso nada bueno sucede en este mundo?
En este estado de ánimo, mi esposa y yo decidimos refrescar un recuerdo de hace 42 años, cuando viajamos por primera vez en teleférico en Suiza, tuvimos la oportunidad de ascender al Monte Pilato, cercano a Lucerna, gratísimo viaje en gondolita teleférica, bus funicular, cima a pie, descenso en trenecito escalonado y regreso a través del lago en mediano botecito de motor.
Paisaje espectacular, clima fresco, sensacional, inolvidable experiencia que nos hizo soñar que algún día contaríamos en nuestro amado México con estos servicios para el turismo.
Las bellezas naturales las tenemos, lo que requerimos son la visión política y las ganas de hacerlo.
Nos fuimos a conocer el Mexicable. Para nosotros esta tecnología nos llega con 42 años de retraso, para nuestro país muchos más, dicen que más vale tarde que nunca.
La primera aclaración que recibimos fue en el sentido de que no se decoraron con pasto sintético las canchas de tierra donde aterrizaron los helicópteros de las autoridades que inauguraron el servicio, sino que se trata de un uso establecido para esos casos ya que las alfombras que se utilizan tienen por objeto evitar que se levante una gran polvareda.
La pequeña línea consta de siete estaciones con un cambio de góndola después de la cuarta y presta un servicio ideal en la intrincada orografía de la zona.
La tarjeta de pasaje es diferente a la del Mexibus, lo que aviva la suspicacia de que los repartos de los beneficios son escalonados hacia varios involucrados y no se tiene como prioridad la comodidad del público usuario; la carencia de estacionamiento revela la falta de amplitud en la visión futura, dando pie a las constantes “mejoras”, que caracteriza a las obras que atienden necesidades particulares sin un plan maestro regulador.
Cuando se califica la actuación de un árbitro en un partido de futbol y éste comete un error grave, validando un gol en fuera de lugar, marcando un penalti injusto, expulsando a un inocente o no sancionando un culpable, en especial cuando el error mencionado afecta el resultado del juego, la calificación es reprobatoria.
Las buenas decisiones tomadas a lo largo del juego carecen de importancia por muy acertadas que hayan sido. Es un mal arbitraje, es un mal árbitro.
Así pasa con el gobernante del Estado de México. El fracaso de las medidas encaminadas a mejorar la seguridad es de tales dimensiones que impide otorgarle una calificación aprobatoria; ha hecho un encomiable esfuerzo en muchos sentidos, personalmente no se ha involucrado en escándalos y no se han dado a conocer evidencias de conductas como las que se dan en otros estados como Veracruz, Chihuahua, Quintana Roo, Tamaulipas y demás.
Sin embargo, ha permitido que los funcionarios encargados de la seguridad no den los resultados requeridos, corruptos o ineptos, carezco de información suficiente para calificarlos, pero sin duda, la responsabilidad le corresponde al señor gobernador en turno, que así aspira a la presidencia de la República y lo veo tan, tan lejano de ella.
Por el momento el Mexicable parece una opción resistente al asalto a los pasajeros, no me sorprendería que en el futuro los delincuentes encuentren la manera de hacerlo, ojalá no suceda.
El sentimiento que me generó el viajecito fue similar al de mi primer viaje en el Metro de la ciudad de México, en su momento orgullo de la ciudad, moderno, limpio, eficiente, amable. Hasta que cayó en manos de los gobiernos de izquierda que lo chatarrizaron a la brevedad posible.
Decisiones políticas desviando su presupuesto para utilizarlo en promoción personal, privándolo de recursos para mantenimiento, seguridad, limpieza, desarrollo, crecimiento. Substituyeron el plan maestro de desarrollo por su plan de metrobuses, más barato y mucho menos eficiente.
Las decisiones populistas impidieron que el pasaje permitiera recuperar el costo de operación, la privatización de las áreas aledañas en favor de delincuentes que se apropian de los espacios públicos sin respetar los derechos de quienes pagaron por los locales establecidos y que hace hoy nuestro transporte peor día con día.
La colonización del área de La Cañada, a la que hoy sirve el Mexicable, se fue dando paulatinamente, inició con grupos de paracaidistas, respetuosos de nuestros corruptos usos y costumbres, se fue autorizando poco a poco la invasión de los cerros, carentes de previa urbanización y dotación de servicios, enriqueciendo a coyotes y políticos, el paisaje verde se transformó, primero en café, hasta que dominó el gris de las construcciones habitadas en obra negra con tabicón en bruto, llegó la pavimentación, y empieza a renacer el verde.
Desde las alturas destacan varias construcciones con una buena mano de pintura, resaltan grafitis de gran tamaño, algunos de indudable valor artístico, otros de buena voluntad e inocencia.
Encomiable es el orden y limpieza que muestra el 98 % de las azoteas, bien barridas, con sus macetas, trebejos acomodados, láminas de techados con ladrillos de contrapeso perfectamente ordenados, aún los pocos baldíos que se alcanzan a ver no se detectan como basureros.
Sin duda, los habitantes de esta zona son buenas personas, están motivados por la obra y se esmeran por ofrecer buena imagen, traerá un mejor futuro y actitud de superación. Se respira un ambiente de “si se puede”
En especial esperanzador es el contacto con los compañeros de góndola, abundante en niños y jóvenes parejas con una nueva actitud. Nos tocó un matrimonio con gemelitos de un mes de nacidos, cada uno con su bebé y cuando mi esposa los felicitó e hizo hincapié en la distribución del trabajo, el esposo asintió sólo que hizo muy evidente el sacar de la pañalera el biberón para alimentar a su hijito.
No cabe duda, somos más los buenos y saldremos adelante a pesar de los gobernantes.
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