Para todos nosotros queda claro que la escritura es uno de los inventos más revolucionarios en la historia de la humanidad. De hecho, la aparición de los primeros trazos resultó tan importante que es lo que separa a la prehistoria de la historia. La capacidad de convertir palabras e ideas en símbolos que podían compartirse con otras personas para comunicar conocimiento resulta una de las tareas más complejas que podemos realizar. Por eso pasamos tantos años en la escuela entrenando esta habilidad. Si no fuera por eso, me sería imposible compartir estas ideas con usted y usted, amable lector, no podría comprender lo que aquí aparece.
Nadie se atrevería a negar la importancia de la lectoescritura De hecho, el propio Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) contemplaba al fomento de la lectoescritura como parte de los Programas Nacionales Estratégicos (PRONACES) ¿Pero ¿qué significa tener una competencia lectora? De acuerdo con LiteraturaSM (https://es.literaturasm.com/actualidad/que-es-competencia-lectora#gref) especializado en la literatura infantil, la comprensión lectora se refiere a nuestra capacidad para entender el significado de las palabras que leemos, mientras que la competencia lectora permite interpretar, analizar e incluso cuestionar lo que leemos.
Entender un texto ya resulta, de suyo, una habilidad compleja. Es necesario aprender a agrupar los sonidos de cada letra individual para formar palabras, entender el significado de las palabras y luego comprender el significado de los conjuntos de palabras, oraciones y párrafos. Sin embargo, entender un texto es solo una parte. También se encuentra nuestra habilidad para escribir, convertir las palabras e ideas en signos escritos. Se tiene que traducir cada sonido en un símbolo específico y luego darles forma a ideas más y más elaboradas. Por eso costaba tanto escribir una hoja en la primaria.
Sin embargo, leer y escribir queda en un nivel bastante básico de la competencia lectora. En la Prueba PISA, por ejemplo, se evalúa hasta que punto los estudiantes pueden identificar ideas principales, encontrar información clave. Interpretar ideas complejas y distinguir información, hechos y opiniones presentes en un texto, incluso para cuestionar su contenido.
México, como es bien sabido, ha salido mal evaluado en las tres áreas principales de PISA. De hecho, en los resultados de la prueba 2021, se encontró que el 53% de los estudiantes mexicanos evaluados solamente cuentan con habilidades básicas para comprender y analizar un texto de extensión media o corta. No más del 1% mostró competencia para abordar textos de larga extensión y analizar su mensaje.
Ahora, lo preocupante no es únicamente el que haya una gran cantidad de jovencitos mexicanos que tienen tantas dificultades para acceder a la información contenida en un texto. También hay que considerar el hecho de que vivimos en una “Sociedad del Conocimiento” donde buena parte de nuestras oportunidades están marcadas por nuestra capacidad para acceder al conocimiento escrito. Quien no lee, queda a la zaga de la cultura internacional.
En redes sociales podemos ver gran cantidad de campañas para llevar la lectura a diferentes lugares y enseñarles a los niños los beneficios de leer libros. Tenemos actividades como cuentacuentos, proyectos de arte, bibliotecas móviles y muchas más actividades. Pero todo esto se considera animación a la lectura. Ayuda a fomentar el interés y la familiaridad de los niños y jóvenes por la lectura, pero el aprendizaje de la lectoescritura es mucho más complejo y requiere mucho más tiempo.
Un adecuado aprendizaje de lectoescritura es gradual y requiere un esfuerzo continuado. Una visita guiada a una biblioteca no basta, aunque sea benéfica para dicho propósito. En este momento conviene recordar los datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) publicados en 2023, que presentan lo siguiente de forma textual:
“En 2023, el porcentaje de la población de 18 años y más, lectora de los materiales considerados por el Módulo sobre Lectura (MOLEC), 1 fue de 68.5 %: 12.3 puntos porcentuales menos que en 2016.
• La disminución de personas lectoras es gradual con la edad. Para los grupos de 18 a 24 y de 25 a 34 años, ocho de cada 10 personas leen. En el grupo de 65 años y más, seis de cada 10 personas son lectoras.
• Los libros fueron el principal material de lectura, con un 40.8 % de lectores de 18 años y más, seguido de la lectura de las páginas de Internet, foros o blogs, con 37.7 por ciento.
• Para los grupos de 18 a 24 y de 25 a 34 años, la lectura de las páginas de Internet, foros o blogs alcanzó 63.0 y 52.5 %, respectivamente, mientras que la lectura de libros fue menor, con 54.2 y 46.8 %, respectivamente.
• La población no lectora presenta una mayor carencia de estímulos para la lectura durante la infancia: 83.0 % declaró que sus padres o tutores no la llevaban a bibliotecas o librerías, 79.7 % dijo que sus padres o tutores no le leían y 68.3 % no veía a sus padres o tutores leer.” (INEGI, 2023, p. 1).
¿Quiere que sus hijos lean y escriban mejor? Promuévalo desde su casa, desde su hogar. El proceso de lectoescritura es muy complicado de generar y el hábito de lectura no puede interiorizarse de forma espontánea. La escuela tiene un papel insustituible para dotar de las habilidades, en secuenciar las experiencias de aprendizaje y en evaluar los aprendizajes, pero un niño o adolescente difícilmente comprenderá el valor de leer y escribir si en su hogar no existe ningún aprecio por estas actividades.
En México estamos en una doble crisis de hábito lector y de competencia en lectoescritura. La atención en esta área es urgente, pero debe ser un esfuerzo coordinado y riguroso en las diferentes áreas del sistema educativo nacional y por parte de la sociedad mexicana.
Referencias:
INEGI COMUNICADO DE PRENSA NÚM. 200/23 20 DE ABRIL DE 2023 PÁGINA 1/18
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