Se comenta en Nuevo León que el ya gobernador del convulsionado estado mexicano, el más desarrollado económica y académicamente, según coincide una importante mayoría de analistas en México, habría faltado a su palabra empeñada frente al personaje que posibilitó su llegada a su actual encargo: el cacique del partido naranja (MC), Dante Delgado Ranauro. El acuerdo que habría incumplido fue el de no irse ni mediática y mucho menos jurídicamente contra su antecesor, Jaime Rodríguez Calderón.
“EL BRONCO” si bien ganó esa misma gubernatura apareciendo en las boletas cómo “independiente”, el partido MC en cuestión, de facto, llegó con él al poder, al brindarle su total apoyo, haciendo declinar a su candidato para formal en favor suyo, dotándolo además de todo el sostén institucional que supondría el ejercer un cargo ejecutivo de tal envergadura sin un ente partidista respaldándolo.
Más tardó Samuel en tomar posesión del cargo que en iniciar un proceso penal al exgobernador, hoy ya en prisión, instalaciones que, a manera de macabra burla, hizo construir e inauguró el mismo BRONCO, en días en los que ni en pesadillas le pasaba por la mente fuera a ser un inquilino ilustre.
En política las traiciones se pagan muy caro. Un caso paradigmático es el de Ángel Aguirre en Guerrero, que dio la espalda al PRI y también a su compromiso de apoyar a su primo y alumno para ser el gobernador de la entidad suriana en el año 2011, el hoy Senador Manuel Añorve Baños. En Guerrero se da cómo un hecho el que la desaparición de los estudiantes de la normal de Ayotzinapa en Iguala en 2014, pudo ser urdido por miembros prominentes del grupo político afectado por esa tan arriesgada jugada que convirtió a Aguirre, por segunda vez, en gobernador. Lo habrían intentado ya antes, con la institución educativa normalista infiltrada, con la provocación / matanza de también estudiantes de la misma escuela, acaecida el 12 de diciembre de 2011 en Chilpancingo, pero no lograron tumbar al gobernador en esa ocasión, aunque sí a su entonces procurador y también al secretario de seguridad pública. Para 2014 no habrían de fallar, y a manera de “bomba nuclear política” se sucedieron los hechos en Iguala que cimbraron al país; a la postre Aguirre fue defenestrado, contribuyendo esto decisivamente a un cambio radical en la correlación de fuerzas, que se vio reflejada en las urnas, de manera contundente, en el 2018.
Hoy, Samuel García bien podría estar como Ángel Aguirre en su momento: bajo fuego. El tan mediatizado caso de la Señorita desaparecida y asesinada, luego burdamente aparecido su cadáver, Debanhi Escobar, ha destapado y mostrado a nivel nacional a un Nuevo León sin rumbo ni liderazgo político, ingobernable. No sería imposible que el grado de mediatización del caso (y toda su problemática) sean hilos que alguien mueve para, quizás, desestabilizar al gobierno neoleonés por faltar a su palabra y tener encerrado al ex gobernador Rodríguez, y en un caso más radical: esfuerzos maquiavélicos para incluso removerlo del cargo al frente del gobierno de Nuevo León. Todo ello con miras para hacer llegar, quizás, al hoy Alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio Jr., también emanado del partido Movimiento Ciudadano.
Ya se verá en qué termina todo, pero una falla grave tiene origen en esa administración neoleonesa. El origen del triunfo de Samuel en Nuevo León fue en cierta medida circunstancial. Su candidatura comenzó a subir luego de una mentira tonta y sin sentido por parte de la entonces candidata de MORENA a ocupar el mismo cargo, y que hasta ese día era puntera en toda en encuesta. Fue en el marco de una entrevista archivada que la exhibió, no pudiendo volver a levantar, esto último, mezclado con un hecho no muy meritorio: la popularidad de Samuel subió gracias a que él y su esposa, Mariana Rodríguez, hacían payasadas y actos más que frívolos en sus cuentas de redes sociales; TikTok al poder pues, aunque parezca una mala broma. Hoy, ya sea porque Samuel faltó a su palabra, ya sea porque su capacidad fue rebasada desde el día uno de su gobierno, por una situación de su estado paupérrima, heredada por sus dos antecesores o una mezcla explosiva de todo, se encuentra caminando en la cuerda floja, y además, según se infiere, sin una red de protección partidista que lo pueda sostener.
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