Ruleta rusa

Alguna vez escuché a alguien decir que la cuarta guerra mundial se pelearía con palos y piedras. Yo creo que si no evitamos la tercera, ya no habrá la cuarta porque no habrá sobrevivientes para pelear más...

2 de febrero, 2022

Julio Chavezmontes Messner

Por fin Rusia y Estados Unidos se sentaron a la mesa del Consejo de Seguridad de la ONU. No es que me haga ilusiones sobre la eficacia de la ONU, PERO cuando menos se ha abierto una posibilidad para poner las cartas sobre la mesa y aclarar posiciones.

Lamentablemente cuando Michail Gorbatschow lanzó su perestroika dejó que la Unión Soviética muriera “intestada” y fue gracias a Vladimir Putin que Rusia pudo resurgir después de las borracheras de Boris Yeltsin.

El gran error de Gorbatschow fue desmantelar el Pacto de Varsovia sin asegurarse de que Occidente desmantelara la OTAN en reciprocidad. ¡Gorbatschow liquidó el imperio soviético a cambio de nada!

Desde entonces, los países de Europa del Este que habían sido colonias rusas se fueron adhiriendo a la alianza atlántica, tendiendo un cerco de naciones hostiles a la Rusia post-soviética.

Con tanta espontaneidad como la llamada “Primavera Árabe”, entre noviembre de 2013 y febrero de 2014, se generó una crisis política en Ucrania que culminó con la deposición de Víktor Yanukóvich mediante un golpe de estado, hasta que finalmente llegó a la presidencia un empresario pro europeo, de nombre Petro Oleksiyovych Poroshenko.

De las naciones que formaban parte del Pacto de Varsovia, ahora forman parte de la OTAN la República Checa, Croacia, Estonia, Eslovaquia, Eslovenia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Rumania, Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia… Impulsados por Estados Unidos, se ha ido instalando cada vez más cerca de Rusia bases con armamento nuclear que pone en peligro inmediato la seguridad nacional de Rusia.

Vladimir Putin se ha cansado de llamar a la cordura y de pedir que la OTAN no se extienda hacia el Este y sobre todo, que no instalen armas nucleares ni de agresión en los países vecinos de Rusia. Para comprender la posición rusa, basta imaginarse qué le parecería a Estados Unidos que México permitiera la instalación de bases nucleares rusas en Tijuana, Ciudad Juárez, Ciudad Victoria o Monterrey, por decir algunas.

¿Qué motivos puede tener Estados Unidos para azuzar a sus vasallos europeos; a los puertorriqueños de la OTAN para hostilizar a Rusia de esta forma? Yo no puedo encontrar ninguna explicación lógica a la insensatez de acorralar al oso ruso, esperando que se quede de brazos cruzados y se deje sujetar con una argolla por la nariz y baile al son de un pandero gitano, según el ritmo que imponga la Casa Blanca.

Me parece increíble que los que redoblan tambores de guerra señalando a Rusia como una “amenaza”, pasen por alto que, en una guerra entre Estados Unidos y Rusia, necesariamente habría un intercambio nuclear, con las consecuencias irreparables que podrían incluir la desaparición de la humanidad.

Cada vez me cuesta más trabajo escuchar las noticias; por eso la intervención del Consejo de Seguridad de la ONU que ha logrado sentar a Estados Unidos y Rusia a la mesa de ese foro, me parece motivo de una discreta y débil esperanza, pero esperanza al fin.

El demonio (que por supuesto existe) está desatado generando conflictos y dudas por todo el mundo; los dirigentes y estadistas están poseídos de soberbia, ira, intolerancia, ceguera, sordera y todos los defectos y vicios necesarios para alcanzar la destrucción del mundo y con él, de la humanidad entera.

Ojalá que quepa la cordura en quienes juegan con la subsistencia misma del planeta entero, para que den marcha atrás en su locura belicista, y encuentren un camino alternativo en el que podamos lograr la convivencia armónica en vez de la vorágine en la que estamos inmersos.

Alguna vez escuché a alguien decir que la cuarta guerra mundial se pelearía con palos y piedras. Yo creo que si no evitamos la tercera, ya no habrá una cuarta porque no habrán quedado sobrevivientes del circo macabro que hoy hace y deshace las vidas de miles de millones de seres humanos.

Ver cómo un anciano como Joe Biden se atreve a desafiar al ajedrecista Putin, creyendo que puede asustarlo, es ver que juegan ruleta rusa pero apuntando el cañón de la pistola hacia nuestras sienes.

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