La revocación de mandato ya está en la Constitución. Sin duda es un mecanismo que puede resultar muy útil y que abona a que México continúe su inserción en una Democracia más consolidada. Si bien aún en el texto jurídico están plasmadas las figuras de referéndum, consulta popular e iniciativa popular, aún no se han visto reflejadas en nuestro proceso político. Se adivina que sea solo cuestión de tiempo, sobre todo de voluntad política de un sistema electoral que no pareciera está muy contento a la hora de implementar estos derechos constitucionales para que devengan en posibles instrumentos útiles al ciudadano de a pie, participando este de una forma más directa en la cosa pública.
Ahora bien, la revocación de mandato y la urgencia evidente de presidencia porque se realice a cabalidad, responde a un par de necesidades urgentes del actual titular del Ejecutivo:
-Mostrar fuerza. Indispensable es para el presidente Andrés Manuel López Obrador enseñar el músculo, no solo de manera indirecta y un tanto abstracta vía encuestas y sondeos de opinión, sino de una manera institucional e incluso vinculante, ya que como bien dijo el expresidente de Ecuador, Rafael Correa: “para países latinoamericanos no basta con ganar la presidencia para tener el poder real”. Esto se debe al enorme poder corruptor de los poderes fácticos y sus recursos económicos casi ilimitados, mismos que han socavado a los Estados nacionales: el predominio creciente de la esfera privada frente a lo público.
– Que Andrés Manuel López Obrador tenga cierta garantía de que el actual proyecto de Nación terminará el sexenio con unos buenos cimientos, sin el riesgo de desviaciones. Un pequeño ejemplo de lo anterior fue el ex jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera, quien llegó incluso al extremo de intentar concesionar (privatizar) los tramos del segundo piso del periférico en CDMX construidos en el gobierno de AMLO (que son de uso gratuito). De presentarse una circunstancia parecida, a la mitad de la próxima administración federal, López Obrador López Obrador podría activar sus resortes, ya sea mediante su movimiento social, partido político (MORENA) y su engranaje, un puñado de declaraciones públicas de su parte, y/o unas pocas apariciones suyas en “las benditas redes sociales” para tener la posibilidad real de hacer que el Presidente que resulte electo para el periodo 2024-2030 se quede tan solo a la mitad de su encargo por la vía (precisamente) del ejercicio democrático de la revocación de mandato. De esta manera su proyecto de Nación (repito, ya en marcha) trascendería el actual sexenio.
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