Responsabilidad en espera

Es tiempo de asumir la responsabilidad de reconocer que es más fácil dejarnos llevar por las corrientes de nuestro tiempo, que hacer un alto y decidir en función de nuestros verdaderos deseos y necesidades.

2 de mayo, 2025

Quizá uno de los problemas más graves que enfrentamos en la actualidad consiste en la disociación entre las ideas y principios éticos que consideramos deseables y la forma concreta en que nos manifestamos en el mundo.

Todos, desde la perspectiva cultural greco-latina-cristiana en que fuimos educados, tenemos un conjunto de valores más o menos compartidos. Sabemos que es más deseable ser empáticos que egoístas, que es mejor ser honrado que corrupto, que es preferible ser amable que violento y, a pesar de que internamente estamos convencidos de ser así, cuando llegan las acciones concretas, resulta el ni el mundo es así con nosotros ni nosotros con él.

Pero el problema va más allá. En nuestro fuero interno queremos autorealizarnos, llevar a cabo alguna acción significativa que nos trascienda, pero en la práctica optamos por aquellas actividades que nos den más dinero, estatus y que nos permitan consumir y acumular posesiones que nos permitan ser aceptados y valorados por los demás, así sea por algo tan banal como tener el celular más nuevo o haber realizado el viaje más exótico y extravagante.  

Anteponemos la aprobación social antes que aprobación propia. Desde luego que un sociedad que premia de forma tan estridente a quien hace ciertas cosas y castiga de forma tan brutal otras, no hay incentivos, ya no para ser una persona ejemplar sino aunque sea, medianamente congruente.

No se trata de abrazar ese puritanismo de desbordar bondad de la boca para afuera hacia todas las especies, la Naturaleza y el mundo, esa especie de fundamentalismo mainstream que decore nuestro perfil de Instagram,  mientras damos la espalda al prójimo verdadero.  

Es probable que trabajar activamente para que lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos esté integrado en vez de disociado sea la verdadera libertad, pero son muy pocos los que están dispuestos a pagar el precio.  

Si somos honestos, no alcanza con echarle la culpa a los poderes fácticos o las grandes corporaciones. Somos ciudadanos adultos que podemos reconocer la realidad que nos rodea, pero nos hemos optado por dejarnos convencer de que lo que de verdad importa es tener la mayor cantidad de objetos posible, estrenar ropa y accesorios tan seguido como se pueda y acumular experiencias fotografiables, así no aporten significado alguno a nuestra vida. Todos necesitamos sábanas, pero nadie “necesita” unas de 5,000 dólares (1). Mientras los “grandes líderes” del mundo juegan a los dados con nuestro futuro, somos bombardeados con una lista interminable de productos y experiencias superfluas, para las que tenemos que trabajar jornadas dobles, al tiempo que la frustración, los problemas emocionales y la insatisfacción personal no deja de crecer.  

Por otro lado también nos hemos dejado convencer que la economía es la disciplina que debe regir el orden social. Cualquier iniciativa que contravenga los intereses de los grandes capitales enciende las alarmas y los poderes políticos se pliegan sin remedio. El bienestar y libertad de los mercados antepone a cualquier versión del bien común. Si aquello que favorece a la sociedad perturba en cualquier nivel a los mercados, debe suspende. Por el contrario, aquello que favorezca al mercado debe realizarse sin importar el costo social que conlleve. ¿No estaremos aceptando vivir en un mundo del revés?

Quizá es tiempo de asumir la responsabilidad de reconocer que es más fácil dejarnos llevar por las corrientes de la «sociedad del espectáculo» (2) de nuestro tiempo y de los grandes mercado de capital por encima del auténtico emprendimiento innovador, que hacer un alto y decidir en función de nuestros verdaderos deseos y necesidades, tanto individuales como colectivos.

Web: www.juancarlosaldir.com

Instagram:  jcaldir

Twitter:   @jcaldir  

Facebook:  Juan Carlos Aldir

Referencias:

(1) Palacio de Hierro, tomado de la página web de la empresa el día 21 de febrero de 2025.

“Juego de Sábanas King Size en lino Divine blanco $104,650.00” / 20.33 = 5,150 USD

(2) Concepto acuñado por Guy Debord en su texto filosófico-sociológico clásico La sociedad del espectáculo en el que lleva a cabo una crítica de la cultura de consumo contemporánea.

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